Protesta del chiverío contra Jorge Vergara
Indigna a socios el inicio de la demolición del viejo Club Guadalajara
Guadalajara, Jal., 27 de diciembre. De poco sirvió el acuerdo que tomaron diputados locales la semana pasada para solicitar al gobierno del estado la expropiación de las tradicionales instalaciones del Club Guadalajara, en el cruce de las avenidas López Mateos y Colomos, supuestamente vendidas por Jorge Vergara, dueño de Chivas, a una inmobiliaria.
También fue inútil el plantón permanente de socios iniciado el 23 de diciembre para impedir la demolición de las instalaciones: el gobernador, quien debía autorizar la expropiación, no ha aparecido en público ni ha anunciado alguna resolución.
Mientras, sorpresivamente, el ayuntamiento de Guadalajara otorgó la autorización para que el inmueble comenzara a ser demolido este miércoles, ante el enojo de los socios, que protagonizaron un conato de bronca con la policía.
Por la mañana, a pesar de que los socios trataron de impedir el paso de los camiones que iniciarían la mudanza del mobiliario del club, con apoyo policiaco se logró el objetivo de que los vehículos pesados ingresaran y comenzaran el traslado de los enseres, mientras los inconformes increpaban a los responsables de la demolición, que se iniciaría por la tarde.
Desde antes de Nochebuena al menos una veintena de socios instalaron campamentos permanentes en las dos puertas de acceso al club, para exigir que lo que consideran una venta fraudulenta o al menos simulada fuera anulada.
Sus demandas fueron desoídas y este miércoles comenzó el fin de una era en la que, a decir de los inconformes, Jorge Vergara es el principal verdugo, al privilegiar sus intereses económicos por encima de la tradición deportiva de Guadalajara, con la complicidad de autoridades estatales y municipales.
La triste historia del adiós al club terminó entre empellones, luego de que los socios colocaron una camioneta para impedir el acceso a los camiones. Los responsables de la mudanza y posterior demolición salieron para tratar de mover el vehículo, al que los mismos socios se habían subido para tratar de inmovilizarlo.
Eso motivó los primeros roces verbales, que luego derivarían en empujones, en particular entre uno de los socios Julián Márquez y un empleado, lo que ameritó que los policías intervinieran y detuvieran durante varios minutos al primero, que fue liberado finalmente.
Abierto el paso por una valla de policías, los camiones ingresaron para cumplir su labor, que continuó durante toda la tarde y parte de la noche.
Tras los roces también se permitió que algunos socios ingresaran por fin al club, el cual había permanecido cerrado durante las últimas semanas e inclusive fue "protegido" con alambre de púas para impedir el acceso.
Luis Octavio Cotero Bernal, abogado de los opositores a la demolición, elaboraba anoche una demanda de amparo en contra del ayuntamiento de Guadalajara "por otorgar el permiso de demolición", no obstante que está vigente un contrato celebrado por los socios con el Club Deportivo Guadalajara.
"En estos momentos las autoridades municipales, con la complacencia de la policía de Guadalajara, y a pesar de nuestra oposición y de que varios compañeros fueron objeto de malos tratos de la policía, iniciaron la demolición sin tomar en cuenta el acuerdo adoptado por el pleno del Congreso del estado para expropiar las instalaciones", puntualizó Cotero Bernal.
Anoche, los socios se arremolinaban impotentes contra las bardas viendo cómo caían las paredes de su querido lub. Los camiones, siempre bajo el resguardo policial, impedían cualquier nueva tentativa de resistencia y continuaban entrando y saliendo del histórico inmueble donde muchas generaciones del equipo Chivas entrenaron cotidianamente.