Usted está aquí: martes 19 de diciembre de 2006 Política Cuba y Latinoamérica

Marco Rascón

Cuba y Latinoamérica

La izquierda mexicana tiene una asignatura pendiente si es que pretende reconstruir un proyecto-identidad que vaya más allá de la actual definición de ser "de izquierda" para luchar "contra la derecha".

La tarea pasa por abandonar el silencio y situarse frente a Latinoamérica, en particular ante Cuba, hacia los que la izquierda mexicana tomó desde hace tiempo una profunda distancia, como si con ello reconociera el triunfo del Destino Manifiesto y hubiese aceptado que México ya es parte de América del Norte.

Se trata de un tema esencial que debe abordarse en forma impostergable; no sólo es asunto exclusivo de la izquierda mexicana, pues el debate y las definiciones contribuirían en general a situar a México ante la realidad continental, tanto del norte como del sur.

A lo largo de 2006, pese a que los sectores empresariales más intolerantes e ideológicamente conservadores y de derecha lanzaron como denuncia de campaña los peligros en torno a que México se convirtiera en una nueva Venezuela y que el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador fuera un Hugo Chávez, la respuesta inconcebible fue el silencio, quedarse mudos: ni el candidato, ni el partido, ni los intelectuales, ni los estudiosos respondieron, simplemente guardaron silencio; se abandonó el debate en la plaza y los medios sobre lo que significa la realidad de Venezuela, Brasil, Chile, Argentina, Bolivia y Cuba, con los ejemplos actuales de Nicaragua y Ecuador, que en conjunto constituyen un proceso histórico de grandes dimensiones y ante los cuales la izquierda mexicana, casi en su conjunto, permanece aislada e indiferente.

En todo este proceso de cambios latinoamericanos destaca sin duda el caso de Cuba y las perspectivas de ese país, que en términos históricos, programáticos, ideológicos y de la identidad latinoamericanista es un tema fundamental.

El retiro de Fidel Castro de sus responsabilidades al frente del gobierno y del Estado cubano ha generado un amplio movimiento político e intelectual de respaldo para que el pueblo y el gobierno de Cuba caminen con absoluta soberanía, dando continuidad al proceso revolucionario. La reciente visita de la comisión senatorial republicana a la isla abre y ajusta lo que podría ser el retiro del embargo, la entrega de los presos patriotas cubanos ­acusados injustificadamente de terrorismo por Estados Unidos­, y lo que sería un posible restablecimiento de relaciones entre ambos países, sin cambiar los principios y valores socialistas defendidos por la revolución.

Esto no es gratuito, pues la obra que deja la conducción de Fidel, pese al bloqueo estadunidense, permitió dar sustento a la revolución mediante una economía viable que en los últimos cinco años, tras del largo periodo que comezó en 1991 con la caída de la Unión Soviética y la desintegración del bloque socialista de Europa del este, ha logrado avances que harían de Cuba en la próxima década una de las economías más sólidas de América Latina.

De la visita de republicanos a Cuba y la posibilidad del retiro del embargo con Fidel Castro en vida, se pueden esperar provocaciones de los sectores más ultraderechistas. En Estados Unidos hay una gran presión interna para que se afloje el embargo, incluso dentro de la misma comunidad cubana. Pero también está la comunidad anticubana, así que la presión es tanto económica como política, ante una valoración que pretendiera romper y hacer de la ausencia temporal de Fidel la posibilidad de frenar la continuidad del proceso cubano. Hoy, a diferencia de tiempos anteriores, Cuba no está sola en América Latina y es además referente emblemático de la lucha por dar al sur del río Bravo una condición propia.

En este amplio escenario se nota la ausencia de México, sus intelectuales, sus luchadores, partidos y movimientos, encerrados en la visión estrecha de una lucha por el poder sin contenido. Los sectores de derecha pretendieron llevarse, como una forma de compensación, a Fidel con Pinochet, y en contrario, tras la visita de los republicanos estadunidenses a la isla se hizo sentir la presencia vital de Fidel en la estrategia cubana y las relaciones con Estados Unidos al cual lo enfría la prisa y lo obliga a repensar el final del bloqueo.

Por eso mismo, el tema de Cuba y América Latina deben ser retomados como parte de las definiciones y las visiones políticas de la izquierda mexicana. Sólo el cardenismo ha permanecido ligado a todo este proceso, manteniendo las relaciones y vínculos de México con el sur ante los embates políticos e ideológicos para desacreditar el latinoamericanismo en México.

No habrá un programa claro mientras la izquierda mexicana no hable, persista en su actitud vergonzante y no reintegre al debate y discurso la realidad de Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, Chile, Ecuador y Nicaragua, que no son procesos uniformes, sino caminos propios e inéditos que han llevado a construir una nueva realidad continental en conjunto.

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