Mandarinas, calcetines y una tarjeta, los presentes
Jóvenes reparten regalos a veteranos rusos de la Segunda Guerra Mundial
Moscú, 17 de diciembre. Mientras la oposición sufrió ayer todo tipo de trabas para manifestarse en las calles de esta capital, el mismo despliegue policial sirvió hoy para facilitar la llegada de cerca de 50 mil jóvenes putinistas procedentes de cuatro decenas de ciudades del interior que, junto con otros 20 mil coetáneos moscovitas, participaron en el enésimo espectáculo montado por el movimiento juvenil Nashi (los nuestros), creado por y para el Kremlin.
Disfrazados de Died Moroz y Snegurochka, el equivalente ruso de Santa Claus y de una suerte de eficaz ayudanta, los jóvenes se congregaron en la avenida Sajarov para posar para la foto oficial.
Tras recoger los regalos navideños que se les pidió entregar a ancianos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, volvieron a los autobuses que los trajeron de San Petersburgo, Novosibirsk, Voroniezh, Vladimir, Nizhny Novgorod, Riazán y otras treinta y tantas ciudades, algunas muy distantes de Moscú.
Distintas caravanas motorizadas, escoltadas por patrullas de la policía de tránsito, tomaron rumbo hacia apartamentos, hospitales, escuelas, bibliotecas, en total 130 sitios previamente acondicionados para la ocasión, donde les esperaban los agraciados, cuyos nombres se seleccionaron de una lista proporcionada por las autoridades capitalinas.
"El objetivo de esta acción es felicitar a los veteranos de la Gran Guerra Patria, en ocasión del 65 aniversario de su victoria en la Batalla de Moscú y con motivo del Año Nuevo", explicó uno de los dirigentes de Nashi.
En lugar de medicamentos, indispensables para la mayoría de los festejados y prácticamente imposibles de conseguir en las farmacias dentro de las cuotas gratuitas al "desaparecer" funcionarios corruptos la mitad del dinero destinado para ello desde hace varios meses, las bolsas de regalos navideños contenían, con las presumibles variaciones menores, un paquete de té, un kilo de mandarinas, un par de calcetines de lana, un libro sobre la guerra y una tarjeta postal de felicitación.
Tal vez no alcanzó el millón de dólares que, según la prensa rusa, gastaron los organizadores este domingo para agasajar a los ancianos, aunque nunca se sabrá cuánto dinero se fue en los disfraces, la gasolina y los "viáticos" de los 70 mil repartidores de regalos.