Usted está aquí: sábado 16 de diciembre de 2006 Política Libera el PRI la hipoteca de su sede de Insurgentes

El edificio se encuentra prácticamente abandonado

Libera el PRI la hipoteca de su sede de Insurgentes

JUAN BALBOA

El PRI logró liberar la hipoteca de los tres edificios principales de su sede nacional en Insurgentes Norte, pero sus instalaciones parecen abandonadas, debido a que los inmuebles están sucios, en los sótanos y estacionamientos se acumula la basura y la modernidad de sus sistemas electrónicos simplemente no llega.

Además, la lucha interna por el control del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) no deja ver con claridad el futuro de esa organización política, que pasó de detentar el poder por más de 70 años a ser la tercera fuerza nacional.

El presidente nacional del tricolor, Mariano Palacios Alcocer, confirmó que su partido liquidó casi 120 millones de pesos del adeudo contraído con la banca comercial. "Todos los edificios están liberados", dijo casi eufórico.

A principios de este año el PRI también terminó de pagar la multa de mil millones de pesos que le impuso el Instituto Federal Electoral (IFE) por las irregularidades en el financiamiento de la campaña presidencial en 2000 y, según el propio dirigente nacional, el proceso de saneamiento de su deuda ­calculada en más de 300 millones de pesos­ viene realizándose de manera efectiva.

Palacios Alcocer anunció también que en febrero próximo cubrirán los impuestos que adeudan a la Secretaría de Hacienda. "Ya informamos a la Comisión Permanente del Consejo Político que después de siete años, ésta es la primera vez en que el PRI no le debe dinero a un banco."

Con la mitad del gasto

Sin embargo, sus activos no son nada en comparación con los pasivos que viene arrastrando desde que perdió la Presidencia en 2000, sobre todo por la multa que le impuso el IFE por las anomalías en su financiamiento de ese año.

La estructura del PRI funcionó a partir de 2004 con 50 por ciento de sus prerrogativas, lo que generó que la dirigencia nacional aplicara un plan de austeridad que incluía el despido de decenas de empleados, la cancelación de los sueldos para los integrantes del CEN y la desaparición de casi todo el personal que se ocupaba del mantenimiento y vigilancia del edificio central.

En los cuatro años recientes las instalaciones del partido se volvieron un desierto político, visitado sólo por los priístas de viejo cuño. Los tres edificios de su sede nacional y sus respectivas oficinas, salones y auditorios cayeron literalmente en la ruina: no había dinero ni para pagar a un plomero que reparara las fugas de agua y los sanitarios pestilentes.

El PRI no recuperó la Presidencia, pero según su dirigente nacional, logró sanear sus finanzas y liberar de la hipoteca su sede.

 
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