Usted está aquí: domingo 10 de diciembre de 2006 Opinión Un socialismo para el siglo 21

François Houtart

Un socialismo para el siglo 21

Ampliar la imagen Práctica de tai-chi en Shanghai frente a la estatua de Carlos Marx y Federico Engels Foto: Ap

El socialismo es un proyecto antes de ser un concepto. Por esta razón es necesario abordar el contenido, como paso preliminar a la utilización de la palabra. De hecho, ¿qué es el socialismo hoy? ¿Se trata del estalinismo, del maoísmo, de Pol Pot, de la socialdemocracia, de la tercera vía? Estamos en plena ambigüedad, lo que exige un nuevo cuadro de reflexión.

Sin embargo, hay una gran urgencia frente a la destrucción social y ambiental provocada por el modelo económico contemporáneo. La hegemonía global del capitalismo, en su forma neoliberal, no solamente fue edificada sobre nuevas bases materiales (las tecnologías de información y de comunicación) sino que permitió universalizar la sumisión del trabajo al capital (subsunción del trabajo por el capital, según Carlos Marx). No solamente se trata hoy de una sumisión real (es decir dentro del proceso mismo de la producción vía el salario), sino una sumisión formal, por medios financieros: precios de las materias primas y de los productos agrícolas, deuda externa, paraísos fiscales, fiscalidad interior promoviendo la riqueza individual, y medios jurídicos: normas de las organizaciones internacionales, como el FMI, el Banco Mundial y la OMC.

Este tipo de sumisión afecta a todos los grupos humanos tanto por la destrucción ambiental, como por la sumisión a la ley del valor. Hoy día, los pueblos indígenas están afectados en su posibilidad de supervivencia, por la explotación de los bosques o la destrucción de la biodiversidad; las mujeres son las primeras víctimas de la privatización de la salud, del agua, de la electricidad; los pequeños campesinos son las víctimas de las empresas transnacionales del agrobusiness. De hecho, la vida de la humanidad en su conjunto está agredida. Las consecuencias culturales y sociales son profundas, porque este proceso agudiza las contradicciones dentro de las relaciones sociales, no solamente por una desigualdad creciente, sino por un aumento de los conflictos de género, de razas o de castas.

Por estas razones, el proyecto nuevo debe empezar por una deslegitimación clara y radical del capitalismo, en su lógica misma y en sus aspectos concretos en cada sociedad. La conciencia de que no se puede humanizar el capitalismo constituye la base de un nuevo proyecto concreto. ¿Pero qué sociedad queremos? Esta pregunta puede parecer muy general, un conjunto de ideas abstractas, un sueño. Para definir de manera más concreta lo que podemos llamar la utopía o el socialismo del siglo 21, se puede distinguir cuatro objetivos principales.

1. Prioridad de una utilización renovable de los recursos naturales

Existe una simbiosis fundamental entre la naturaleza y el ser humano. La naturaleza es fuente de vida (la pachamama, tierra-madre, como dicen los pueblos indígenas de América del Sur). No se puede agredirla ni destruirla, sin atentar contra la vida humana. La naturaleza no puede ser explotada en función de una racionalidad puramente instrumental, característica de la modernidad vinculada económica y culturalmente por el capitalismo. Ella resulta en su destrucción progresiva. El "grito de la tierra", como escribe Leonardo Boff, se llama hoy: desertización, desorden climático, gripe aviar, sida...

Este principio de la prioridad de la utilización renovable, significa el rechazo a modos de producción y actividades que destruyan de manera durable el ambiente natural. El uso de recursos renovables será el objeto de una gestión colectiva asegurando su racionalidad. Sin embargo, este principio forma solamente una parte de la realidad y debe entrar en correspondencia con las lógicas que siguen.

2. Predominio del valor de uso sobre el valor de cambio

Esta distinción, hecha por Carlos Marx, es útil para pensar el futuro. El valor de uso es lo que contribuye a la calidad de la vida humana en todas sus dimensiones. El valor de cambio es el mercado, que tiene una función subordinada al valor de uso. Dentro de la lógica del capitalismo, el mercado domina hoy no solamente la actividad económica, sino toda la organización colectiva de la vida humana creando las desigualdades sociales y el acceso diferencial a la propiedad. Para el capitalismo no existe valor económico, si el trabajo, los bienes y los servicios, no se transforman en mercancías. Es lo que se llama la imposición de la ley del valor, que según Franz Hinkelammert, significa el fin del sujeto. Los seres humanos están sometidos a esta ley que invadió la realidad social, sometiendo la humanidad en su totalidad a la lógica del capitalismo. Es por eso que Karl Polanyi, economista estadunidense e historiador del capitalismo, concluye la necesidad de reinsertar la economía en la sociedad.

3. Participación democrática en todos los sectores de la vida colectiva

La participación democrática, es decir el poder de decisión del sujeto humano, no puede ser limitado al sector político. En este sentido, se puede decir que toda la realidad es política, empezando por la economía. El principio de la participación democrática tiene que aplicarse a todos los niveles de la vida humana colectiva, desde el local, hasta el global. La democracia tampoco puede limitarse a los procesos electorales, tan fácilmente desviados. Debe ser participativa, es decir, organizada con mecanismos de control y de propuestas populares permanentes.

4. Interculturalidad

Todas las culturas participan en la vida cultural y espiritual de la humanidad. Ninguna de ellas puede ser eliminada o marginalizada. Eso incluye todas las expresiones culturales, el derecho, la ciencia, las religiones y las espiritualidades. Las transformaciones que derivan de intercambios, de enriquecimiento mutuo son bienvenidas, porque la cultura no es estática. Las culturas no siendo un valor en sí mismo, no pueden pensarse sin los tres principios precedentes. Sobre la base de estos cuatro principios se pueden pensar los medios y las estrategias que pueden orientar la construcción del socialismo del siglo 21.

Los medios

No basta con afirmar principios. Construir otra sociedad significa aplicar medios para que estos principios puedan ser realidad.

1. La relación con la naturaleza

Para realizar el primer principio de predominio de una utilización renovable, podemos proponer tres medios principales. El primero es la apropiación pública de los recursos naturales esenciales para la vida, como el agua, las semillas, el aire. Estos recursos son el "patrimonio de la humanidad" y deben escapar de la ley del valor, tal como está definida por el sistema económico capitalista.

La revalorización de la agricultura campesina es otro medio necesario. Se trata de luchar contra la concentración productivista de la tierra en manos de empresas transnacionales, que destruye la naturaleza y provoca desastres sociales. En tercer lugar, viene la tarea fundamental de regeneración de la atmósfera, de los suelos, de las aguas y finalmente del clima.

2. El predominio del valor de uso

Existen varios medios para realizar este predominio. Solamente queremos señalar algunos de ellos.

­ Promover la producción orientada hacia las mayoría de las poblaciones, con instrumentos públicos, lo que se opone al desarrollo espectacular de solamente 20% de la población. Eso es la consecuencia de la lógica del capitalismo, que necesita de generar fuertes poderes de compra para absorber una producción sofisticada, contribuyendo así a la acumulación del capital.

­ La introducción de elementos cualitativos en el cálculo económico, como el bienestar (la calidad de vida), el entorno ecológico, la seguridad alimentaria. Las decisiones serían muy diferentes, si se tomara en cuenta estos elementos en los cálculos de los costes de producción y de intercambio.

­ Limitar la influencia del capital financiero, por un impuesto sobre los flujos internacionales, la abolición de los paraísos fiscales y del secreto bancario y la supresión de la deuda externa de los pueblos del sur.

­ Abolición de las patentes en su forma actual y adaptación del derecho de autor, para evitar el monopolio de las transnacionales.

­ Revalorización de la empresa como lugar de trabajo común a fines sociales y no como fuente de riqueza para accionistas.

­ Reconocimiento y valorización de los empleos no reconocidos (mujeres en el hogar) o desvalorizados (servicio social, servicio de salud) y creación de empleos para sectores cualitativos de interés colectivo (mejoramiento de la calidad de vida, servicios personales, etcétera).

­ Constitución de un seguro social generalizado bajo control público.

­ Revalorización del servicio público, como servicio a la colectividad y no de atención a clientes.

3. El principio de la democracia

La democracia no es solamente un fin, sino también un medio. En este sentido se debe extender la democracia representativa a todos los niveles de la actividad colectiva, incluyendo el sector económico. Sin embargo, se necesita también la promoción de la democracia participativa como incremento del control popular en los mismos sectores. No se trata solamente de la dimensión territorial (pueblos, barrios, aldeas), sino también de las empresas y de las administraciones.

4. El principio de interculturalidad

Los medios en este sector son también diversos y se puede dar la prioridad a los siguientes:

­ Afirmar y concretizar el derecho de los pueblos frente al derecho de los negocios, lo que significa un cambio fundamental en la filosofía de los grandes organismos internacionales, financieros y comerciales.

­ Protección de las culturas por medidas adecuadas en los diversos sectores de sus expresiones.

­ Socialización de resultados de la ciencia, sin monopolio industrial o particular.

­ Afirmación de la laicidad del Estado, como base del diálogo filosófico y espiritual y del ecumenismo.

Las estrategias

Para poder aplicar los medios susceptibles de concretizar los principios, se puede pensar a varios niveles de estrategias.

1. Deslegitimar el capitalismo, como expresión mayor de una modernidad deshumanizante, lo que significa la utilización de todos los espacios posibles para el desarrollo de un pensamiento crítico en los sectores de la economía, de la ecología, de la política y de la cultura. En este sentido, los foros sociales han cumplido con un papel importante, el desarrollo progresivo de una conciencia colectiva.

2. Acelerar la creación de actores colectivos al nivel global, vía redes de resistencia (un ejemplo es Vía Campesina).

3. Renovar el campo político de la izquierda, con la convergencia de varias organizaciones políticas (no se puede pensar a un partido único detentor de toda la verdad) y la centralidad de la ética en las prácticas políticas.

4. Promover la emergencia de un nuevo sujeto histórico, que no será solamente constituido por los trabajadores asalariados, sino por todos los grupos afectados en su vida por el sistema capitalista: pequeños campesinos, mujeres, pueblos autóctonos, etcétera.

5. Buscar la centralidad de la ética como actitud colectiva e individual, en coherencia con la utopía. Eso implica también una institucionalización de los procesos sociales y políticos como base de los comportamientos individuales y una redefinición permanente de los aspectos concretos de la ética, con la contribución de todos.

Podemos concluir que si es eso que llamamos socialismo, se trata de un proyecto profético y constructor, capaz de contradecir la "barbaridad" y de traducirse en la vez la defensa de la vida humana y el amor al prójimo.

 
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