Usted está aquí: jueves 7 de diciembre de 2006 Opinión ¿Baile de cangrejos?

Margo Glantz

¿Baile de cangrejos?

1 La novela La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, publicada en 1928, sigue siendo la metáfora política más perfecta de México. Recordemos algunos pasajes y comparemos los acontecimientos trágicos de ayer con los de ahora, tragicómicos. Citemos el de la Cámara de Diputados después de que los hilaristas, es decir, callistas y obregonistas ­asesinan a Cañizo, partidario del general Aguirre­ en realidad, el general Serrano, candidato a la Presidencia de la República, en contra de Hilario Jiménez ­Plutarco Elías Calles­, candidato del caudillo, o sea, el general Alvaro Obregón:

''Dio un brinco, dos, tres, y estaba en el curso del cuarto cuando el hilarista, desde arriba, le hizo fuego. El cuerpo herido se engarabitó en el aire y fue a caer sobre el pavimento del vestíbulo. Cayó como si la pistola que le daba muerte hubiese disparado, no la bala que salía para matar, sino el cadáver mismo."

Acto seguido, ''Emilio Oliver ­líder del Bloque Radical Progresista de la Cámara de Diputados­ mandó cerrar las puertas de la Cámara y dio orden de que nadie entrase ni saliese mientras no se lograra la captura del asesino. De este modo se trabó en el recinto parlamentario una lucha sorda, una lucha terrible entre dos multitudes violentas y compactas: la multitud aguirrista, que trataba de identificar al matador de Cañizo y prenderlo, y la multitud hilarista, que en parte quería salvar al homicida y en parte procuraba valerse de la confusión para poner en obra otros planes". El asesino, de traje azul, era un hombre alto.

El alboroto aumenta, el odio se respira, Olivier se encoleriza, piensa que el oficial de policía al mando de su fuerza de protección tiene miedo; en realidad, dice éste, su fuerza es escasa: ''(...) con todo el valor del mundo los imposibles son imposibles. Para vigilar las puertas de la Cámara necesito no menos de quince hombres, para subir hasta donde usted quiere, me harían falta otros veinte y espacio para maniobrar, y para protegerlo a usted en medio de este desorden se requiere los cinco gendarmes que aquí tengo". Fuerzas precarias en el pasado. Han aumentado hoy, pero del otro lado: adentro, protegidas las entradas, pero descuidada una puerta; afuera, tanques y policías: parte de la ciudad en estado de sitio. ¿Seguirá así? Los acontecimientos de estos días parecen comprobarlo (de nuevo desafortunadamente).

El capítulo se intitula ''Batalla parlamentaria" y termina con estas palabras: ''Esa noche se supo que el matador de Cañizo era un chofer de la Secretaría de Gobernación".

Para Martín Luis Guzmán ­y debe de tener razón, lo hemos comprobado­, estar a la sombra significa poder mirar a los que están bajo la luz, al descubierto, luciendo su físico, pero también descubriendo su juego. La política mexicana se reduce para el novelista, entre otras cosas, a una teoría sobre la madrugada:

Madrugar es estar de lleno entre los dos opuestos, es aprovechar el momento en que la sombra está a punto de convertirse en luz, y por tanto y tomando en cuenta, como dice el dicho, ''al que madruga Dios lo ayuda", podrá dar el albazo, pasar de la sombra a la luz y exponerse, ya seguro de su triunfo, al público, y en ese rápido malabarismo colocar a su rival a la sombra, es decir, tratar de privarlo para siempre de la luz. En la novela los contendientes tienen físicos totalmente diferentes: Aguirre es guapo, esbelto, luminoso, en cambio su enemigo, Hilario Jiménez, es opaco, obtuso: ''Jiménez, visto de espaldas, daba de sí más fiel idea que visto de frente..."

''O nosotros le madrugamos bien al Caudillo, decía Olivier, o el Caudillo nos madruga a nosotros: en estos casos triunfan siempre los de la iniciativa. ¿Qué pasa cuando dos tiradores andan acechándose pistola en mano? El que primero dispara primero mata. Pues bien, la política de México, política de pistola, sólo conjuga un verbo, madrugar". Creíamos que esta aseveración: ''la política de México, política de pistola", ya no era pertinente. Los hechos parecen desmentirlo, ''la política de pistola" exige necesariamente ''una mano dura".

2. Vi un documental en Canal Once en el que grupos de indígenas de comunidades en extrema miseria deben emigrar al norte del país para trabajar en el campo y, antes de viajar, reciben de una asociación de derechos humanos un paquete con víveres con el objeto de que al llegar a su destino no se endeuden en la tienda de raya de sus em-pleadores. ¿No se había acabado para siempre en México ese ominoso sistema?

 
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