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Premio a la Otratele
Ampliar la imagen Elementos policiacos realizan constantes patrullajes en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca Foto: Ezequiel Leyva
El actual gobierno federal se inició con un retroceso (Oaxaca, la guerra sucia; San Lázaro, la militarización, la impudicia) y cada día que transcurre es un paso más hacia atrás. Ahora se ha acreditado lo que ya se intuía pero se temía confirmar: que el cierre de espacios informativos críticos o, cuando menos, equilibrados, forma parte de una visión del gobierno calderonista que se apresta a iniciar, mediante el cavernario expediente del manejo de la publicidad oficial a contentillo, una batalla contra los medios que le son incómodos.
José Gutiérrez Vivó, el pionero y puntero del periodismo radiofónico nacional, develó ayer la pretensión del calderonismo de castigar a quienes periodísticamente "se porten mal" a juicio de ese poder suministrador de publicidad de orden público. Nunca, en 40 años de ejercicio, el creador de Monitor había vivido algo así, según su propio relato: "... que antes de que se tomara posesión de un cargo, se mandara un recado diciendo: 'están castigados... vamos a ver cómo se comportan, vamos a ver su conducta (...) y si se portan bien, en algún momento les dará una audiencia el señor presidente para llegar a un arreglo'", habrían sido las palabras de algún mensajero imperial.
Las presiones contra Monitor comenzaron "desde mediados de la pasada administración", pero "ahora la situación es diferente, porque la amenaza se ha convertido básicamente en una amenaza de tipo económico. De lo que se trata es de ver la forma elegante, discreta y sutil de extinguir a un medio de información que es incómodo". Ahora hay "una actitud, quiero pensar que no es reflexionada, de tratar de ir limpiando la casa de los medios que incomodan la forma en que yo quiero gobernar; porque así me lo asesoran y, como estoy muy ocupado, no tengo tiempo de meterme en detalles", explicó Gutiérrez Vivó.
Fue en la entrega de premios otorgados por el Club de Periodistas donde se produjeron las palabras del director y principal accionista del único noticiario radiofónico que invariablemente dio espacio a Andrés Manuel López Obrador (en los días finales del plantón Zócalo-Reforma, los discursos vespertinos eran transmitidos íntegramente sólo por Monitor y, con ciertos cortes, por Radio Trece) y de un periódico, Diario Monitor, que durante meses difíciles ofreció notables trabajos de investigación y denuncia que no sobrevivieron a los reacomodos recientes en que en el directorio de ese diario apareció un vicepresidente, Juan Daniel López Barroso, cuya idea de periodismo y venta de publicidad no satisfizo a algunos reporteros que prefirieron dejar un proyecto informativo que creían estaba (también) siendo cercado.
Esa palabra, el cerco, estuvo ayer muy presente en la reunión organizada por el Club de Periodistas a la que, entre muchos otros, asistieron Ricardo Rocha (a quien le han dejado solamente un noticiario radiofónico vespertino, habiéndole recortado el matutino), Carmen Aristegui (a quien cercenaron presencia televisiva en Sky, aunque continúa por la mañana en el noticiario de radio de la W) y Rubén Luengas, de Canal 52 de Telemundo (a quienes conductor y empresa les han pretendido cobrar cara la osadía de informar con honestidad al público hispano de Estados Unidos sobre lo que sucede en la política mexicana).
Desde luego, no son esos los únicos casos en los que se pretende abatir a un medio informativo incómodo al poder. La revista Proceso tiene una larga historia al respecto, que ha sido actualizada en el tramo final del gobierno de la pareja conyugal, cuya parte dominante, la señora de las Faldas Ejecutivas, mantiene un litigio abierto con la publicación fundada por Julio Scherer. La Jornada, por su parte, también ha conocido en estos años recientes las maniobras que con la publicidad oficial como instrumento de premio o castigo han realizado los esposos gobernantes y sabe con claridad que en la mira de las "nuevas" políticas de asignación publicitaria está el único diario que ha informado con amplitud y equilibrio de todo lo que sucede en el país. El autor de estas líneas tiene a su vez la experiencia de otro gobierno panista represor, el de Marcelo de los Santos, en San Luis Potosí, quien decretó desde un año y medio atrás un boicot informativo y publicitario contra La Jornada San Luis por no ceder a las pretensiones expresas de ese mandatario local de que la línea informativa y los principales titulares fueran objeto de compraventa.
Por cierto, y hablando de cercos informativos, la Otratele recibió un premio del Club de Periodistas, que preside Mario Méndez y cuya alma es la secretaria general, Celeste Sáenz de Miera. El reconocimiento tiene un sentido especial para quienes hacen la Otratele porque este 15 vencerá el plazo de prueba de tres meses que se convino (convino, no "combino", como en redacción relacionada con otro asunto escribió ayer el atolondrado tecleador vitivinícola) con La Jornada para explorar las posibilidades de la televisión por Internet. En este trimestre aún no cumplido se han tenido casi un millón de reproducciones cifras oficiales de Google Videos y de Youtube de los más de 300 trabajos realizados. Gracias al Club de Periodistas, a Mario y a Celeste, y al jurado calificador, no sólo por el premio a una criatura tan pequeña, sino por haber reunido ayer a miembros de un gremio preocupados por lo que está sucediendo pero, además o sobre todo, dispuestos a seguir luchando por ejercer un periodismo crítico e independiente del poder.
Astillas
Más mezcla, maistros: Lipe y Zefe compartieron ayer cuchara en uno de los municipios más pobres del país (que suelen fascinar a los políticos de cualquier signo partidista para echar rollos presuntamente muy importantes). Lipe se aventó un rollo inescrutable sobre la necesidad de que las diferencias políticas, siendo naturales, explicables y bien chidas, deben "contraponerse para construir". Chin, este escribidor media cuchara nomás no entendió: ¿más mezcla, maistro?... ¡Hasta mañana!
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