Hacia las fuerzas armadas sudamericanas
El viraje se profundiza. El sólido triunfo de Rafael Correa en Ecuador es apenas una muestra del clima que vive la región. Pero no se trata sólo, ni principalmente, de elecciones. El viraje se instala cada vez con más fuerza en el terreno militar. El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva acaba de dar luz verde a un proyecto para crear una fuerza militar sudamericana, similar a la OTAN, en la que se integrarán todas las fuerzas armadas del continente.
La iniciativa fue divulgada a mediados de noviembre por el coronel de artillería Oswaldo Oliva Neto, en un seminario conjunto entre Brasil y la Unión Europea. Aunque el presidente Hugo Chávez ya había formulado una propuesta similar durante la cumbre del Mercosur en julio, en Córdoba (Argentina), el que sea la principal potencia regional la que tome ahora la iniciativa reviste la mayor importancia. El proyecto será sometido el próximo año a los demás gobiernos de la región, aunque se estima que el gobierno brasileño ya ha pactado su aceptación por todos los países. De prosperar, Sudamérica contará con un organismo de unidad política (la Confederación Sudamericana de Naciones, que realizará su segunda cumbre en Cochabamba, el 8 de diciembre) y unas fuerzas armadas que la dotarán de autonomía militar.
Oliva Neto dirige el Núcleo de Asuntos Estratégicos (NAE) de la Presidencia, que está diseñando un proyecto denominado Brasil en Tres Tiempos, con el objetivo de convertir a la nación en un "país desarrollado" para 2022, cuando se conmemorarán los 200 años de la Independencia. El proyecto, que incluye 50 áreas que van desde la cultura hasta la teconología, contempla una primera etapa en la que se anunciarán las metas (2007), una segunda que tiene referencia con los Objetivos del Milenio diseñados por el PNUD (2015) y una tercera que culminará dentro de 16 años.
Oliva Neto es hermano del senador del PT Aloísio Mercadante, uno de los principales cuadros de la izquierda y amigo personal de Lula. El coronel reveló que la cooperación militar sudamericana forma parte de uno de los proyectos del NAE, el Sistema de Defensa Nacional. El objetivo de esta fuerza internacional será "impedir una aventura militar o la presión de algún país sobre la región o sobre una nación sudamericana". Según Oliva Neto, el continente cuenta con "un nivel respetable de petróleo, la mayor reserva de agua del planeta y una rica biodiversidad", lo que hace necesario poner en primer plano la defensa de las riquezas naturales del continente, ya que "existe una tendencia a mediano plazo de riesgo de presión internacional sobre América del Sur, por medio del área militar". Argumentó que cuando se agudice la falta de energía, agua y materias primas, y "fuera de América del Sur comiencen a generar estrés internacional, otros países podrían voltear los ojos hacia nuestra región". Brasil siempre ha temido una posible "internacionalización" de la Amazonia, con el argumento de que no es capaz de defenderla.
Se considera que la misión militar de la ONU en Haití, comandada por Brasil e integrada con tropas de Argentina, Chile y Uruguay, puede ser un anticipo de lo que será la fuerza militar sudamericana. América del Sur tiene el gasto de defensa más bajo del mundo, ya que asciende a sólo 2.3 por ciento del gasto militar mundial, y tiene también el menor gasto militar del mundo en relación con su producto interno bruto. Pero esta situación puede cambiar por el creciente poder de algunas economías emergentes, como Brasil, y por el elevado precio de las materias primas, del que se benefician sobre todo Venezuela y Chile. La siderúrgica brasileña CSN lanzó una oferta para adquirir la anglo-holandesa Corus. El grupo brasileño, que anunció en octubre su fusión con la estadunidense Wheeling, se colocó entre las primeras cinco siderúrgicas mundiales. Semanas atrás, la minera brasileña Vale do Rio Doce compró la canadiense Inco, colocándose en el segundo lugar en el mundo luego de la británica BHP Billiton.
La potencia de la industria brasileña le permite contar con una de las cuatro principales aeronáuticas del mundo (Embraer), que fabrica modernas aeronaves de combate. El país de Lula es capaz, desde hace décadas, de fabricar desde aviones y municiones hasta misiles y submarinos, lo que lo convierte en uno de los escasos países del sur con fuentes propias de abastecimiento bélico. En este momento Brasil es uno de los principales proveedores de armas en Sudamérica: está ofreciendo cohetes aire-tierra, aviones y helicópteros a Ecuador y Venezuela, armas automáticas a Uruguay, y municiones a Colombia, Chile, Perú y Bolivia. En los años 80, la industria bélica brasileña llegó a ser la octava exportadora del mundo, lugar que aspira a volver a ocupar. Para las fuerzas armadas del continente llegó un tiempo de inversiones masivas, ante la obsolescencia de buena parte del material bélico. Gracias a los buenos precios del cobre y del petróleo, Chile y Venezuela llevan la delantera en la modernización de sus equipos, y la industria militar brasileña está aprovechando la oportunidad.
Ciertamente, los planes de crear una fuerza militar regional no son nuevos. En 2003 el gobierno de Lula avanzó una iniciativa similar, y en marzo de este año el oficialista Partido Socialista de Chile propuso una fuerza militar sudamericana para "evitar la lógica intervencionista de Estados Unidos". Recientemente, el gobierno de George W. Bush revocó una resolución que impedía dar adiestramiento militar a países que no aprobaran la inmunidad de sus tropas. La medida intenta reposicionar a la superpotencia en una región en la que está siendo desplazada. Finalmente, es muy probable que el retroceso estadunindense sea suplantado por una nueva alianza de elites regionales, en perjuicio de los pueblos. Sin embargo, es bueno no olvidar que el mutilateralismo de hecho instalado en la región ha sido, en gran medida, hechura de esos mismos pueblos que seguirán modelando la relación de fuerzas en el continente.