Mejor mariscal de todos los tiempos
El Goofy Pérez se despide con marcas y sin lesiones
Ampliar la imagen La comunidad del futbol americano le dijo adiós a Pérez con el segundo premio consecutivo como mejor jugador del año Mario Villamar Foto: Tochito.com
Reconocido por sus logros pese a que no pudo llevarse un título y contento por no haber sufrido ninguna lesión grave durante sus cinco años de elegibilidad en la Liga Mayor, Rodrigo Pérez Ojeda se despidió del futbol americano seguro de que los récords se hacen para romperse.
"El título es algo que si fuera deporte individual lo hubiera obtenido, pero esto es de equipo, de 60 o 65 jugadores, aparte del staff. Pero me voy satisfecho por todo lo que hice y, sobre todo, porque no me pasó nada grave, ninguna lesión importante.
"Me da gusto saber que me voy ileso", expresó el jugador conocido como el Goofy Pérez, en entrevista con La Jornada.
El mariscal de campo dejó las mejores marcas de todos los tiempos para esa posición al cerrar su carrera en la final de la Conferencia de los 12 Grandes, el pasado 18 de noviembre, entre los Aztecas de la Universidad de Las Américas y los multicampeones Borregos del Tec, campus Monterrey, equipo al que nunca pudo derrotar.
"Solamente se me zafó un dedo, pero sin consecuencias, y eso es importante, porque hay muchos compañeros que ya necesitan operación de rodilla o tobillo. Afortunadamente no me pasó nada", dijo.
Rodrigo Pérez fue despedido por la comunidad del futbol americano con el segundo premio consecutivo al mejor jugador del año Mario Villamar, galardón que otorgan los medios de comunicación especializados.
Sobre las marcas que lo colocaron en el sitio de mayor reconocimiento, el quarterback, quien en su último año sumó 195 pases completos en 289 intentos para 2 mil 571 yardas, 28 touchdowns, siete intercepciones y promedió 285.5 yardas por juego, mantuvo la modestia al respecto.
"La verdad nunca pensé hacer todo lo que logré en la Liga Mayor. Jugué por mi equipo, por lo que quería. Deseaba ganar siempre y esas marcas que conseguí fueron gracias a mis compañeros, porque sin la línea ofensiva, sin los receptores, sin los corredores, sin el apoyo de todos no habría obtenido nada en estos cinco años".
Al Goofy, de 25 años, le queda por delante un año de estudios de comunicación en la UDLA, institución que lo "capturó" desde su etapa en la Liga Intermedia, adonde había llegado desde niño con las Aguilitas Blancas y los siguientes equipos del Instituto Politécnico Nacional.
De extracción guinda, Pérez se consolidó con firmeza en los Aztecas, pues aunque se dieron algunos intentos para nuevos traslados, siempre tuvo clara su permanencia con los poblanos. Aunque el equipo estuvo en riesgo de desaparecer, él quería terminar sus estudios.
¿Qué determinó tu desempeño en los emparrillados?
El aspecto mental. Creo que es algo muy importante. Fue lo que me ayudó a crecer, sobre todo como persona y como jugador. Y toda la gente que me rodeó, los coaches, mi familia. Sin el apoyo de ellos no habría podido.
Pérez recuerda con cariño hasta al coach que lo llamó Goofy, a los nueve años, pues aunque el mote nunca fue de su total agrado, terminó por asumirlo y hasta sonríe al recordarlo.
También lo hace cuando tiene que hablar de los pendientes; el título que no se le dio y que "no me quita el sueño".
Asegura que también está consciente de que su talla y peso no es comparable con los que se manejan en el juego profesional, por lo que nunca le dio insomnio haber descartado una posible oportunidad en la NFL Europa, como las que han recibido decenas de mexicanos.
Tras el adiós a los emparrillados colegiales, Pérez luce tranquilo. "Llevo más de 17 años jugando y será difícil, pero hay ciclos y el mío ya terminó.
"El americano me deja muchas cosas: el trabajo en equipo, que es fundamental en el ámbito laboral; disciplina, compromiso y motivación, que es algo que me dejó este bonito deporte, y es con lo que me voy", puntualizó.