Usted está aquí: sábado 25 de noviembre de 2006 Opinión Desfiladero

Desfiladero

Jaime Avilés

Un torturador en Gobernación

Francisco Ramírez Acuña, modelo de mano dura

Su ahijado, Felipe Calderón, le debe (casi) todo

¿Qué se trae la prensa ibérica contra AMLO?

Según fuentes conectadas con el primer círculo de Felipe Calderón, será pasado mañana, lunes, cuando el hipotético sucesor de Vicente Fox empezará a pagar la inmensa deuda que tiene con su padrino, el reconocido torturador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña. Todo apunta a que este sujeto obtendrá el no menos hipotético nombramiento de "jefe" de la política interior del país, lo que sólo puede augurar calamidades a granel.

Para saber quién es el cavernícola Ramírez Acuña, basta recordar lo que sucedió a finales de mayo de 2004 en Guadalajara. Había una cumbre de jefes de Estado de Europa, América Latina y el Caribe. Vicente Fox estaba, para decirlo con un verso de Pablo Neruda, "ebrio de trementina y largos besos" (y mucho Prozac, también) y sólo pensaba en que esa reunión era definitiva para el lanzamiento de Marta Sahagún como precandidata a la Presidencia.

En la Secretaría de Gobernación, Santiago Creel confiaba en que los desatinados planes de su jefe serían bendecidos por el fracaso, con lo que la candidatura presidencial del PAN recaería en sus finas y torpes manos, y en espera de ello trabajaba estrechamente con un oscuro empresario de nombre Diego Hildebrando Zavala, a quien le había entregado el control cibernético del Instituto Federal Electoral (entonces llamado IFE, hoy FELIFE).

Pero algo más inquietaba a Creel. Sabía que Ramírez Acuña, el rústico gobernador de Jalisco, preparaba una jugada sucia al amparo de la cumbre. ¿De qué se trataba? Sus espías eran incapaces de decírselo. Así que de todos modos contratacó. Un día antes del evento aparecieron en Guadalajara, mezclados entre diversos grupos de jóvenes altermundistas, provocadores bien identificados que se ostentaban como miembros de una sociedad de "estudiantes expulsados y asesinados" (sic) de la UNAM.

El viernes 28 de mayo, en punto de las cuatro de la tarde, una marcha de alrededor de 5 mil altermundistas de todos colores, olores y sabores ­al frente de la cual iba (conversando con este reportero) el mismísimo Evo Morales­ partió de la glorieta de la Minerva, en la colonia Vallarta, hacia el centro de la ciudad. Y cuando la cabeza de la columna llegó a la esquina de Juárez y 16 de Septiembre los provocadores suscitaron un formidable enfrentamiento con el cuerpo de granaderos local, a cuyos hombres ­según se jactaría orgullosamente más tarde­ dirigía personalmente por teléfono Ramírez Acuña.

Pasitos tun-tun

Testigos muy cercanos a los uniformados contaron que éstos actuaban sin coordinación. Uno de sus comandantes gritaba: "¡A la carga!", y otro, a la vez, lo contradecía: "¡Repliéguense!" Cuando cerca de las siete de la noche la refriega terminó, Ramírez Acuña giró nuevas instrucciones: "¡Quiero cien detenidos! ¡Ya!" Y, como en la Alemania de Hitler, camionetas de la seguridad pública del estado emprendieron una redada indiscriminada de jóvenes en restaurantes, parques y cafeterías, hasta reunir la cuota exigida por el gobernador.

Los muchachos fueron llevados a los sótanos de la propia dirección de seguridad pública, donde toda la noche sintieron las "manos limpias" de los que hoy se autodenominan "pacíficos". Las mujeres fueron obligadas a desnudarse y hacer sentadillas para que los policías les vieran las entretelas del pubis, y los hombres, acostados en el suelo, eran golpeados con puños, garrotes y botas. Una activista de Monterrey y un estudiante del DF que sangraban de la cabeza fueron sacados de la Cruz Roja antes de ser atendidos, y llevados adonde se encontraban los demás.

A la mañana siguiente, sábado 29, los detenidos eran ya sólo 47, entre hombres, mujeres y niños (tres eran menores de edad), y fueron trasladados a los separos de la procuraduría de Jalisco en la avenida Independencia. Y desde ese momento, hasta el lunes al medio día, siguieron siendo torturados física y sicológicamente "por órdenes del gobernador", quien a la fecha se ufana de ello.

Pero lo más trágico es que, mientras a esos muchachos los golpeaban si se dormían, si pedían agua, si se quejaban de sus dolores o se negaban a firmar confesiones autoinculpatorias ­por las cuales muchas y muchos permanecieron casi un año presos y debieron pagar multas astronómicas­, en un rancho, cerca de Guadalajara, y ante unos 5 mil campesinos acarreados a la usanza del PRI, Ramírez Acuña destapó a Calderón como precandidato del PAN a la Presidencia.

De tal modo, sobre la sangre de los torturados de Jalisco, se puso en marcha el golpe de Estado que la ultraderecha mexicana pretende consumar el próximo viernes con el apoyo de las fuerzas armadas en San Lázaro. Hoy, evidentemente, la historia sería distinta si Ramírez Acuña no se la hubiera jugado, como lo hizo, por Calderón, pero la recompensa que va a recibir por ello, sea cual sea, tendrá sin duda un saldo funesto para México.

Nostalgias de Hernán Cortés

Esta es la última entrega de Desfiladero que se publicará bajo el "gobierno" de Fox, a quien de ahora en adelante sólo acompañará la ignominia. Ante el silencio que la prensa estadunidense guarda frente al nuevo plan de acción política de Andrés Manuel López Obrador, cabe preguntarse a santo de qué algunos periódicos españoles, como La Vanguardia de Barcelona, han emprendido una santa cruzada, componiendo discursos de cantina, al llamar "presidente de pacotilla", por ejemplo, al hombre que en el peor de los casos representa dignamente a la mitad de los electores mexicanos.

Los intereses peninsulares en México abarcan ya sectores de la banca, las telecomunicaciones y la industria editorial, pero sus baterías están enfiladas a los energéticos. El intervencionismo de la página editorial de El País, que semanas atrás alabó la represión de la Policía Federal Preventiva en Oaxaca y ahora acusa a López Obrador de desestabilizar las instituciones (?), evoca las viejas prácticas de los gangsters de Chicago, que vendían protección a cambio de dinero. Hoy parece que los nostálgicos de Hernán Cortés le ofrecen su apoyo, estentóreamente, a Calderón, a cambio de que éste le quite los veneros del diablo a Pemex
y se los escriture a Repsol. La debilidad del presidente "electo"· (sic) así lo insinúa. ¡Qué cinismo, rediez!

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