Guarderías IMSS: ¿"crecer" sin calidad?
En octubre, Fernando Flores, director (casi decorativo) del IMSS, estampó el funesto saldo de la "gestión" foxista: "La realidad nos agravia. Unidades con equipo inservible, plantillas incompletas, sobrecargas de trabajo, entre otras muchas cosas que hay que resolver. Esa es nuestra realidad y es lo que tenemos que enfrentar". Pero no sólo en estas condiciones atribuibles a Santiago Levy laboran los médicos, enfermeras y profesiones afines: también "agravia" la situación de las guarderías.
Aunque la tasa de participación económica femenina creció de 31.5 a 39.5 por ciento entre 1991 y 2005 debido al aumento en la escolaridad y disminución de las tasas de fecundidad la proporción de mujeres en el total de asegurados permanece estancada. En el periodo 2000-2005 pasó de 33.4 a 33.6 por ciento. Ese crecimiento obligará a que el instituto atienda ahora más pensiones por vejez y no sólo de viudez, además del incremento sostenido en la demanda de guarderías. Basta considerar que las parejas DINK (double income, no kids doble ingreso, sin niños) apenas pintan en el paisaje nacional.
Pero para más de 4 millones de mujeres aseguradas y los padres viudos o divorciados, en 2005 el sistema de guarderías IMSS "beneficiaba" a 174 mil madres y 190 mil infantes, en mil 514 unidades. Durante el foxismo se expandieron las modalidades de prestación "indirecta" (subrogadas) frente a las de prestación "directa": las primeras pasaron de 757 a mil 374, las segundas son las mismas 142 que ya existían en 2000. Ello ha permitido que las autoridades presuman que el número de unidades se ha incrementado en ¡68 por ciento! Y ¿cómo lo lograron? Sencillo: acanallando la calidad del servicio. ¡Otro "exitazo" de Levy y Flores!
Las quejas por la calidad en las guarderías subrogadas son ya imparables: sospechas de maltrato infantil (Guardería Miguelito, U-0592 en Vallejo); desigual calificación y frecuente rotación del personal (enfermeras, maestras), ausencia de médicos, mala alimentación y difusa responsabilidad de los titulares de las guarderías o sus representantes, entre otras.
Como advirtiera la Asociación Nacional de Guarderías, después de que el IMSS modificó unilateralmente (2003) el contrato que regula la operación de las subrogadas (disminuyendo la cuota que pagaba por niño, lo que impactó sobre la reducción de trabajadores, tipo de alimentación y horario de servicio), se puso al descubierto el fondo del problema, mismo que robusteció la "nueva normatividad" que (en 2005) el instituto remitió a los prestadores. A partir de ese momento se les impusieron más cargas administrativas, elaboración del historial médico, realización del examen óptico, así como la adquisición de equipo de cómputo para que el IMSS lleve el control electrónico de las asistencias junto con la incorporación de tareas emergentes que facilitan al instituto cumplir con los requisitos que establece la SEP para la educación prescolar. Entonces, las subrogadas entraron de lleno en la ruta de la changarrización: mientras el costo por niño en el esquema "directo" alcanza 4 mil pesos promedio, en el subrogado desciende hasta 2 mil 458 pesos. Con ellos se deben cubrir todos los costos: nómina y prestaciones sociales, impuestos, cuotas obrero-patronales, insumos de alimentos, material didáctico, juguetes, renta, teléfono, luz, agua, gas, artículos de limpieza, gastos de oficina y capacitación. Bajo estas condiciones y para no quebrar (412 ya están en riesgo de desaparecer), la calidad que pueden ofrecer los concesionarios resulta una auténtica quimera.
El desajuste financiero de los prestadores se agudiza, también, porque el pago de la cuota por niño se realiza vía un anticipo de garantía de 65 por ciento, es decir, sólo mil 656 pesos: el restante 35 por ciento "depende" de que cada niño asista todos los días hábiles del mes, lo cual casi no ocurre. Además, al "flexibilizar" las especificaciones de los requisitos para prestar el servicio se creó un ambiente propicio a las irregularidades y hasta fraudes, como el que recién denunciaron 80 trabajadoras de las guarderías participativas Casita de Sorpresas y Casita Encantada, en Apizaco, Tlaxcala, que obligó a que el propio jefe de prestaciones económicas y sociales local, Gustavo Vergara, aclarara que el IMSS "no tiene nada que ver" con el asunto. Aunque a escala nacional, algunos "emprendedores" aprovechan esa misma "flexibilidad" para hacer negocios rápidos con las guarderías.
Sólo faltaba que Javier Moreno Padilla, presidente de la Comisión de Seguridad Social de la Coparmex, viniera a "precisar" que las "restricciones en el costo niño-servicios se dan por los problemas financieros que enfrenta el IMSS".
¿Responsables? En primer término, por la "innovadora" regulación que poco se ajusta al artículo 81, fracciones I y IV, del reglamento interior del IMSS (Diario Oficial de la Federación, 18/09), Jesús Ignacio Navarro, director de Prestaciones Económicas y Sociales, seguido de la coordinadora de guarderías, Dora García Kobeh, por el replanteamiento de la supervisión y control institucional (artículo 81, fracciones VI y X del mismo reglamento).
Aunque, sin duda, los responsables últimos son Santiago Levy, (Antonio Scheleske, Evelyn Rodríguez, sus respectivos directores de Prestaciones Económicas) y Fernando Flores, autores del "nuevo" enfoque financiero que tiene al IMSS en su situación actual.
¿Qué hará el próximo director general? ¿Seguirá presumiendo, como sus penosos antecesores, la escabrosa mentira de que el IMSS "duplica el servicio de guarderías con calidad"? ¿Así de "innovadora" será, también, la contratación complementaria de servicios médicos privados que ya propone "explorar" el (casi decorativo) director saliente, Fernando Flores?