Usted está aquí: jueves 9 de noviembre de 2006 Mundo Ganan demócratas el Senado; "nos dieron una paliza", admite Bush

Acepta el presidente la renuncia de Rumsfeld pero aclara que eso no cambia la guerra en Irak

Ganan demócratas el Senado; "nos dieron una paliza", admite Bush

Dice el jefe de la Casa Blanca que trabajará de manera conjunta con congresistas de oposición

Robert Gates, jefe de la CIA en el gobierno de Bush padre, nuevo secretario de Defensa

DAVID BROOKS

Ampliar la imagen George W. Bush luego de una rueda de prensa en la Casa Blanca en la cual asumió parte de la responsabilidad en la derrota de los republicanos en las elecciones legislativas del pasado martes Foto: Reuters

Ampliar la imagen Donald Rumsfeld habla con la prensa, ayer en la Oficina Oval de la Casa Blanca. El presidente Bush observa la escena Foto: Reuters

Washington, 8 de noviembre. Washington amaneció transformada de una capital de partido único a una donde los demócratas aparentemente conquistaron el control de ambas cámaras del Congreso en lo que el presidente George W. Bush consideró "una paliza".

El día comenzó con el suspenso sobre el resultado de una sola elección senatorial para definir el balance de poder en la cámara alta, continuó con la dramática renuncia de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, y acabó con proyecciones de una derrota total de los republicanos en ambas cámaras, en lo que fue un golpe tal vez mortal al mesianismo neoconservador sin límites que ha imperado aquí durante los últimos seis años.

Aunque todo cambió, tal vez nada cambiará. Nadie tiene una solución a la guerra de Irak y el caos que ha provocado la política bélica estadunidense en Medio Oriente, y nadie ha demostrado voluntad política para promover una verdadera reforma de combate a la corrupción del sistema político estadunidense, ni de su muy deteriorado sistema electoral. Pocos esperan grandes cambios en la política económica, ambiental o de seguridad nacional en el corto plazo, entre otros temas urgentes, y la mejor esperanza por ahora es que no empeorarán las cosas.

Los líderes del triunfante Partido Demócrata y el de los derrotados republicanos (el presidente) iniciaron el día hablando de conciliación, cooperación y "terreno común", y aconsejaron dejar atrás todas las acusaciones, condenas, mentadas de madre y más que se habían proferido durante las campañas. Así, después de advertir que una victoria electoral de los demócratas implicaría un triunfo para los "terroristas", el presidente Bush estará comiendo este jueves con los líderes legislativos de los demócratas Nancy Pelosi (la próxima presidenta de la Cámara de Representantes) y el senador Harry Reid; algo impensable hace sólo 48 horas.

La renuncia del Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue un sacrificio político obligado ante los resultados, ya que el mensaje principal de los electores fue su reprobación a la guerra en Irak. También fue un intento para desviar la atención sobre el comandante en jefe como responsable de la política bélica. Un veterano observador de Washington indicó a La Jornada que la maniobra también tiene el efecto de hacer de Rumsfeld el tema del día, y no la derrota política de la Casa Blanca.

Pero al renunciarlo, el presidente Bush aclaró que eso no implicaba ningún cambio en su compromiso para lograr la "victoria" en Irak. Reconoció que el voto fue, en parte, en contra de la guerra y que "la gente está frustrada" con la falta de progreso, pero que "es una lucha dura" que "sólo perderemos si nos vamos antes de completar la tarea". En comentarios en la Casa Blanca el presidente aseguró que podrá trabajar con los demócratas para "ganar este aspecto de la guerra contra el terror". No sólo eso, sino que buscará "institucionalizar hasta donde se pueda los pasos necesarios para asegurar que futuros presidente puedan llevar a cabo esta guerra, ya que Irak es sólo una parte de la lucha antiterrorista", insistiendo así en que esta es una guerra de largo plazo.

Pero si Bush cambia a algunos miembros de la tripulación, insistió en que él sigue como capitán del barco y el rumbo se mantiene igual. Señaló que está dispuesto a cambiar tácticas y hasta estrategias en Irak, pero no objetivos y el compromiso de llevarla hasta un fin exitoso.

Sin embargo, el sacrificio de Rumsfeld es real y representa el daño que la elección ya ha cobrado para la Casa Blanca. Bob Woodward, el famoso periodista del Washington Post, dijo en una entrevista reciente con CBS News que Rumsfeld era el predilecto de Bush, y que "Cheney había comentado a uno de sus asesores que si Rumsfeld saliera, lo próximo sería que estarían buscando la salida de Cheney". Hoy en la conferencia de prensa se le preguntó a Bush al respecto, y respondió que su vicepresidente estará con él hasta el fin de su presidencia (lo mismo que dijo sobre Rumsfeld hace una semana).

Para remplazar a Rumsfeld, el presidente nombró a Robert Gates, director de la CIA durante la presidencia de Bush padre. Una vez más, en una crisis, Bush recurre al veterano equipo de su padre y con ello sustituye a una figura clave de los neoconservadores con la vieja guardia "realpolitik" de su partido.

Bush destacó el papel de Gates en la guerra clandestina estadunidense para derrocar al gobierno pro soviético de Afganistán.

A la vez, Gates fue involucrado en las relaciones con Irak e Irán en la década dse los años 80 durante el escándalo conocido como Irán-contra, asunto por el cual fue investigado por un posible delito.

Irónicamente, los "guerrilleros" fundamentalistas islámicos que Washington apoyaba en esos tiempos son los mismos que ahora son considerados amenazas mortales para este país.

Decepción en la Casa Blanca

"Nos dieron una paliza", admitió el presidente. "Obviamente estoy decepcionado con el resultado de la elección, y como jefe del Partido Republicano comparto gran parte de la responsabilidad", declaró Bush en sus primeros comentarios realizados hoy en la Casa Blanca.

"Les dije a los líderes de mi partido que ahora es nuestro deber dejar atrás las elecciones y trabajar conjuntamente con los demócratas y los independientes en los grandes temas que enfrenta este país", agregó el mandatario republicano.

Dijo que habló por teléfono esta mañana con los líderes demócratas para felicitarlos e invitarlos a trabajar juntos durante los próximos dos años. Ese mensaje lo repitió una y otra vez, e insistió en que se necesita encontrar "terreno común".

Bush agregó que "el mensaje de ayer (martes) fue claro: el pueblo estadunidense quiere que sus líderes pongan de lado sus diferencias partidistas, nos comportemos de manera ética y trabajemos juntos para abordar los desafíos que enfrenta nuestra nación".

Por su lado, Nancy Pelosi, quien será la próxima presidenta de la Cámara ­y con ello se convertirá no sólo en la primera mujer en el puesto, sino la más poderosa de la historia del país (tercera en la línea de sucesión)­, habló en los mismos términos de cooperación y bipartidismo.

Aunque subrayó que el mensaje electoral fue "por un cambio" y en particular "un cambio de dirección en Irak", no ofreció propuestas de qué implicaría eso.

Con tanto bipartidismo y cooperación, parece que el mensaje de cambio enviado por los votantes se está traduciendo en más de lo mismo, con algunos cambios de personal y tal vez de retórica. Sin embargo, el drama aún no concluye y la derrota republicana podría ser todavía más seria.

Fracaso en la Cámara alta

Aunque durante semanas antes de las elecciones había claros indicios de que los demócratas podrían recuperar la mayoría ­y por tanto el control­ de la Cámara de Representantes, pocos pronosticaban lo mismo para el Senado.

La noche del martes anterior, tres escaños estaban por decidirse para determinar si los republicanos mantenían su mayoría o si los demócratas recuperaban el poder. Este miércoles, todo giraba en torno a uno solo: el estado de Virginia.

Esta noche, varios de los principales medios de comunicación proyectaron el triunfo del demócrata James Webb en Virginia, y con ello la derrota de la mayoría republicana, aunque el resultado aún no ha sido confirmado oficialmente ni aceptado por el supuesto perdedor.

Si como todos pronostican este resultado es el final, el margen entre los dos partidos en la Cámara alta ahora es de 49 republicanos y 51 demócratas (número que incluye a dos independientes), comparado con 55 republicanos y 45 demócratas antes de la elección.

La competencia electoral en Virginia por el Senado culminó con una diferencia de menos de 0.5 por ciento (con el candidato demócrata gozando de una ventaja de poco más de 7 mil votos).

Un recuento inicial en las casillas electorales comenzó a partir de esta mañana y, a menos de que uno de los dos decida conceder su derrota, el proceso podría seguir durante por lo menos dos semanas y hasta más de un mes.

Sin embargo, NBC News, CBS News y la agencia Ap ya proclamaron el triunfo del demócrata, y todo indica que no habrá un cambio en el resultado aun si es sujeto a un recuento total.

Con el casi seguro triunfo de los demócratas en ambas cámaras del Congreso, la agenda legislativa del republicano Bush durante sus últimos dos años como presidente quedará casi anulada.

Con su nuevo Poder Legislativo, los demócratas también podrían empezar a imponer límites a la expansión del poder presidencial logrado durante los últimos seis años, y ampliarán sus oportunidades políticas con miras a las elecciones presidenciales de 2008.

Los votantes expresaron su repudio a las políticas bélicas y el rumbo del país, pero aún no tienen asegurado que esa expresión se traduzca en hechos por una cúpula política que parece estar más interesada en cooperar entre sí que en implementar un cambio real en la política interna y exterior de Estados Unidos.

Por ahora, los demócratas celebran su incremento de por lo menos 28 escaños en la Cámara de Representantes (el margen ahora es de 230 contra 196) para tomar el control de esa dependencia del Congreso, y las botellas de champaña están por ser descorchadas en el Senado.

 
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