Usted está aquí: martes 7 de noviembre de 2006 Opinión Con la nación en vilo

Magdalena Gómez

Con la nación en vilo

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) ha puesto al descubierto los saldos del federalismo realmente existente. Se han mostrado con crudeza los saldos del priísmo más atrabiliario mezclados con extrema pobreza, cacicazgo y escaso respeto a los derechos humanos en general y a los de los pueblos indígenas en particular.

Gracias a la combativa resistencia de la APPO hoy ésta figura en la agenda nacional, ha traspasado nuestras fronteras y concita los apoyos de diversas fuerzas como de organizaciones sociales, la otra campaña y del propio Andrés Manuel López Obrador. No sabemos si se concretará el retiro de Ulises Ruiz una vez que el PRI haga sus cálculos costo-beneficio, pero lo que sí vemos con certeza es que en esa entidad el impulso democrático que atraviesa todas sus regiones no se detendrá ni aceptará componendas de ocasión. Por ello la ocupación de las fuerzas policiacas federales "para restablecer el orden" es una medida que se puede revertir al gobierno federal en sus postreros días, si su retiro no se acompaña de una negociación política y pacífica sobre las causas que dieron origen al conflicto, que hoy por hoy han alcanzado una dimensión más profunda que la demanda gremial magisterial. Por cierto, Gobernación se dio un tiro en el pie, pues al apoyar la entrada de la policía frustró la decisión de reabrir las escuelas públicas.

Para muchos la salida del gobernador Ruiz parece una demanda máxima y no se han dado cuenta de que se ha convertido en un medio para desatar el proceso democrático en la entidad.

No escapa al análisis que dentro de la propia APPO se produce un intenso debate y que lo que parece estarse colocando con fuerza es la definición de la vía pacífica como método y sólo en casos defensivos, como la reciente amenaza a la autonomía universitaria por la Policía Federal Preventiva (PFP), se impuso la defensa con todos los medios a su alcance. En esas horas de batalla campal fue evidente, sin embargo, que no se utilizaron armas de fuego. Esa gesta les dejó un saldo de orgullo y dignidad, pues además se vieron respaldados por la población.

Por otra parte habría que reconocer que, aun cuando tardíos y titubeantes, la Secretaría de Gobernación está desplegando esfuerzos y ya entendió que se tiene que colocar en el terreno mismo y actuar como un medio de presión para lograr la salida de Ruiz, quien por cierto, más allá de los fracasados intentos de la desaparición de poderes, tiene responsabilidades penales cuya averiguación es urgente para desentrañar quién manda a los pistoleros paramilitares de raíces priístas a provocar muertes y sembrar el miedo. Hay casos concretos de personas asesinadas, desaparecidas, presas, todas del lado de la APPO o del lado civil. Actualmente, con todo y la presencia de la PFP, el riesgo mayor está en esas fuerzas oscuras a las que no parece ajeno el gobernador Ulises Ruiz.

En un escenario tan complejo, los esfuerzos por tejer caminos para la paz son encomiables; de nueva cuenta se están generando espacios de diálogo. Urge la salida de la PFP, que debe irse con Ulises Ruiz por delante.

Por cierto, dan pena ajena e indignación los inocuos exhortos de senadores y diputados para que el "señor gobernador" reflexione y se retire, pues los primeros tuvieron en sus manos un mecanismo efectivo como la desaparición de poderes que descartaron, por lo que son responsables indirectos de los saldos sangrientos que deje la prolongación del conflicto.

Por su parte, "el señor gobernador" no quiere se molestado ni con el pétalo de un exhorto; promovió sus fallidas controversias constitucionales y pretendió reducir el conflicto a "una calle bloqueada" sin darse cuenta de que el ruido ensordecedor que traen las aguas de la APPO nos hablan de un río profundo que amenaza con salir de cauce.

El aliento democrático ya se desató y esa ciudadanía no regresará a sus casas si no es con una victoria sobre el autoritarismo, la violencia y el cacicazgo que por tantos años los ha oprimido, con el PRI a la cabeza.

La megamarcha de la APPO del pasado domingo en la capital oaxaqueña fue un ejemplo de civilidad y amplia participación y, aun cuando no faltaron intentos de provocación, lograron evitarlos. Sin embargo, no podemos decir que el peligro de la violencia y cerrazón esté descartado, pues los mensajes contradictorios del gobierno federal y la propia perversidad de Ruiz lo llevaron a suponer que la PFP llegó a la entidad para defenderlo.

Hoy Oaxaca tiene a la nación en vilo y qué bien, pues pertenece a una región que ha sido históricamente marginada. Es desde ahí que llega el grito fuerte para que no se pregone una democracia de papel. El federalismo hoy debe concretarse en una perfecta ecuación donde la democracia y los derechos humanos sean la brújula del interés nacional: hoy por hoy todo Oaxaca es México.

 
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