Daniel Sada habla de su reciente novela, La duración de los empeños simples
''El mundo está supeditado a una cadena perpetua de renuncias''
El narrador recupera el individualismo que cada vez marca más la modernidad
Con su obra traducida a ocho idiomas, dice que no puede sacrificar su espíritu en aras del mercado
Ampliar la imagen Ahora busco un procedimiento escritural basado en las cadencias, no el ritmo tan exacto, tan marcado, expresa el escritor Daniel Sada a La Jornada Foto: Arturo Campos Cedillo
Guadalajara, Jal., 4 de noviembre. De los octosílabos propios de los romances españoles y los corridos mexicanos, la literatura de Daniel Sada (Mexicali, 1953), una especie de híbrido entre Luis de Góngora y El Piporro -clasificación que de él hizo Carlos Fuentes hace años-, aterriza en una nueva etapa en la que recupera como tema el individualismo que cada vez marca más la modernidad, la paradoja de la globalización que motiva a las personas al aislamiento como trinchera de su propia humanidad atacada por los embates de la masa, de los medios, del avance tecnológico, y crea cofradías basadas en empirismos escatológicos como la urinoterapia, recreados hasta el paroxismo en su más reciente novela La duración de los empeños simples, en la cual Sada pasa de los ritmos marcados característicos en él a una prosa cadenciosa.
''Ese era un procedimiento de escritura pero ya me aparté mucho de eso, y ahora busco las cadencias, no el ritmo tan exacto, tan marcado. Lo que pasa es que yo tengo formación clásica, comencé a escribir poesía, quería que mis poemas no fueran abstractos, sino que tuvieran historias con personajes y que tuvieran muchas cosas, como la literatura antigua, como el poema del Mío Cid, pero me dijeron que eso ya no se usaba.
''Viví mucho tiempo en un pueblo y no tenía referencia de la literatura moderna, entonces para mí los corridos, los octosílabos, las canciones rancheras y romances españoles están marcados por la frase corta, y quise buscar un sistema de escritura en el que se corta y se crea un ritmo", explica.
''Uno siempre quiere tener más lectores, no se puede prever hasta dónde llegarán los libros que uno escribe. Yo estoy traducido a varias lenguas, ocho hasta ahora, no sé si vendan o no, tampoco cómo se traducen, pero yo no puedo sacrificar mi espíritu en aras del mercado, me es muy difícil", subraya.
La fantasía, desprendimiento de la realidad
-¿Cómo ha sido la evolución de la novela como género literario?
-La novela es el género más moderno de todos; se escribían novelas en distintos países, pero de una manera muy aislada y eran como imitaciones de las crónicas de viaje o históricas. En lugar de contar hechos reales, cuentan hechos inventados nacidos de su imaginación.
''Es muy difícil para un novelista apartarse de la realidad. Inclusive el más fantástico tiene que partir de la realidad, porque la fantasía es un desprendimiento de la realidad, por sí misma, sin la referencia de la realidad, no puede existir.
''Digamos que las primeras novelas son de aventura, los personajes salen de su entorno y van a ganar el mundo y regresan, son hazañosos, tienen que venir con victorias, es la idea heroica de la novela.
''Todo lo que se trate en una novela tienen que ser ejemplos de vida. Entonces no van a narrar historias deplorables, de gente amargada.''
-Eso fue más o menos hasta El Quijote pero, ¿a partir de cuándo la novela evolucionó en esos temas?
-La novela ya como la conocemos actualmente surge en el siglo XIX, que fue la centuria de la novela, a partir del nacimiento de la prensa y la crítica, que son las dos aportaciones más importantes de la Revolución Francesa.
''Destacaría La cartuja de Parma y en general la literatura de Stendhal, Balzac, en Francia, Charles Dickens en Inglaterra. Hay una constante y es que las novelas deben tocar todos los estratos sociales. Una novela que nada más toque la clase poderosa o la clase media o el clero, es como una excentricidad, es una visión demasiado parcial de la realidad. Uno de los cometidos de la novela del siglo XIX es tocar todos los estratos sociales.
-¿Hoy la novela ha perdido ese sentido de totalidad que se quería abarcar en las obras del siglo XIX?
-En el siglo XX la sociedad se complica mucho, es difícil reflejarla toda, por eso los escritores en sus novelas tienen visiones parciales de la sociedad y la concepción del tiempo se reduce.
Caudal de arrepentimientos
-¿Existen temas que puedan identificar, marcar la novela que se produce de los siglos XX al XXI?
-Las personas buscan patetismos, no sé por qué, personajes que se complican la vida de una forma y enfrentan los problemas. Hay un común denominador social en el cual no enfrentan los problemas, los rehúyen, entonces cuando leen o ven tramas donde los personajes enfrentan y tratan de resolverlos, les apasiona.
''Digamos que las historias más apasionantes actualmente son aquellas llenas de obstáculos y trabas donde los personajes hacen cosas y después renuncian. En cambio, si se escribiera sobre personajes heroicos actualmente serían un fracaso, porque ese tipo de personaje hay que ligarlo con la tragedia, y un personaje es heroico en tanto cumpla su destino y lleve hasta las últimas consecuencias el viaje, no renuncie a él.
''Ahora el mundo está supeditado a una cadena perpetua de renuncias, todo el mundo arremete sobre ciertas cosas y después no les satisfacen y huyen. Hay una especie de ir sobre las cosas ideales, pero al mismo tiempo hay un caudal de arrepentimientos constantes. Hay una insatisfacción social permanente; la gente casi no está a gusto ni con lo que es ni con lo que quiere ni con lo que tiene. Entonces las historias alimentan todo eso, gente que enfrenta los problemas, no rehúye, ataca los conflictos y esto es lo que más apasiona. Pero también tiene que haber mucha acción y dinámica en la narrativa.''