Anuncia el perredista que visitará los más de 2 mil 500 municipios del país
Presenta López Obrador su gabinete
Son 6 hombres y 6 mujeres con experiencia en la administración pública y la academia
Ampliar la imagen En el Teatro de la Ciudad se llevó a cabo la presentación del equipo de gobierno Foto: Micphotopress/Miguel Castillo
Con un lenguaje aún más combativo que el que usaba durante el plantón del Zócalo -tachando de "neofascista" a la clase dominante, arremetiendo contra "el periodismo de la peor calaña" y, en obvia alusión a Cuauhtémoc Cárdenas, contra los "dirigentes políticos que en otros tiempos defendieron causas populares pero ya se cansaron de pensar y de ser como eran"-, Andrés Manuel López Obrador presenta a su gabinete de gobierno, que no será "de sombra", sino de "plena luz".
Se trata de un equipo de seis hombres y seis mujeres con experiencia en la administración pública y la academia, que estará al frente de 12 dependencias cuyas funciones corresponden a las secretarías de Estado del gobierno federal pero ostentan nombres distintos: en vez de Gobernación, Relaciones Políticas; en vez de Relaciones Exteriores, Relaciones Internacionales; en vez de Hacienda y Crédito Público, Hacienda Pública, y en vez de PGR, Justicia y Seguridad.
Hay también innovaciones conceptuales, como en el título de la oficina que encabezará Luis Linares Zapata: Desarrollo Económico y Ecología, "para establecer equilibrios entre una cosa y otra", o en la que tendrá a su cargo Octavio Romero Oropeza: Honestidad y Austeridad Republicana, que no será contraloría del pejegobierno, sino del que intentará presidir Calderón, o en las que llevarán Raquel Sosa, "Educación, Ciencia y Cultura", y Marta Elvia Pérez Bejarano, "para el Estado de Bienestar".
Otros nombres no cambian, como los de las secretarías de Trabajo y de Salud, que dirigirán, respectivamente, Berta Luján Uranga y Asa Cristina Laurel, mientras a Laura Itzel Castillo (Asentamientos Humanos y Vivienda) y a Claudia Sheimbaun (Patrimonio Nacional) el presidente legítimo les encomendó carteras que estarán en el ojo del huracán, ya se verá por qué.
El acto es de modestia extrema, juarista, que contrasta con la belleza porfiriana del Teatro de la Ciudad, antes Virginia Fábregas, restaurado durante el sexenio que agoniza por la administración de López Obrador. Poco después de las cinco de la tarde la escritora Laura Esquivel, ataviada con ropas tradicionales de los Altos de Chiapas, lee un breve y hermoso discurso.
Lo que intenta, y consigue en pocas líneas, es marcar la diferencia entre dos palabras: legítimo y espurio; la primera, explica, se refiere a lo genuino, lícito, verdadero, cierto; la segunda, todo lo contrario: lo falso, lo incierto, lo ilícito, idea de la que se sirve para afirmar que el "llamado presidente legal asumirá un gobierno que es fruto de un contubernio entre los inciertos, los ilícitos", párrafo que provoca la primera ovación de entusiasmo.
La novelista presenta a César Yáñez, quien será el director de Comunicación Social del pejegobierno y a quien toca develar lo que para la mayoría del público asistente es un misterio: la lista de los miembros femeninos y masculinos del gabinete, así como, acto seguido, convocar al escenario a López Obrador. Este viste de gris, con el listón tricolor en la solapa, y luce más repuesto y cargado de energía que el pasado martes en el Hemiciclo a Juárez, adonde volverá el martes próximo.
Empieza a leer un discurso fluido y preciso, desgranando adjetivos fuertes que nadie aplaude pero tampoco rechaza: es la primera vez en esta lucha que se refiere al "periodismo de la peor calaña" y a los escritores e intelectuales "envilecidos" por el poder. No está diciendo nada nuevo, pero lo nuevo es que nunca lo había dicho.
A cambio del radicalismo verbal anuncia algo que no parece entusiasmar a los dirigentes de su partido: que visitará todos y cada uno de los más de 2 mil 500 municipios del país, para construir "una nueva organización política" que dará sentido a su gobierno itinerante, tendrá "pregoneros de la democracia" en cada pueblo y llamará a la movilización cuando el presidente espurio intente consumar retrocesos en la vida pública y en las conquistas derivadas de la revolución de 1910.
Pero nada, ni media palabra acerca de si impedirá o no la toma de posesión del primero de diciembre. Antes, durante y después del acto, que termina poco después de las seis, unas 5 mil personas permanecen afuera del teatro, coreando sin descanso: "¡Es un honor estar con Obrador!" Y lloran y gritan y se arremolinan para reiterárselo cuando sale del edificio y trata de meterse en un coche.