Usted está aquí: viernes 27 de octubre de 2006 Cultura Villa permanece en el imaginario de la gente porque lo veían como a un igual

Presenta Miguel Angel Berumen el libro Pancho Villa, la construcción del mito

Villa permanece en el imaginario de la gente porque lo veían como a un igual

El historiador analiza la leyenda que se creó en torno al Centauro del Norte

FERNANDO CAMACHO SERVIN

Ampliar la imagen Pensativo, lejana la sonrisa Foto: Tomada del libro

Ampliar la imagen Francisco Villa, visto sin el resplandor del mito. Desde niño, Villa estuvo en contacto con las cámaras fotográficas y después sabría sacarles provecho Foto: Tomadas del libro

Ampliar la imagen Francisco Villa, visto sin el resplandor del mito. Desde niño, Villa estuvo en contacto con las cámaras fotográficas y después sabría sacarles provecho Foto: Tomadas del libro

La figura de Pancho Villa, como pocas en la historia del siglo XX, permanece viva en el imaginario social mexicano. Desenfadado, sonriente, es fácil visualizarlo charlando con sus soldados, posando con alguna de sus esposas, frenando el galope de un brioso caballo negro.

Junto al personaje histórico real, nació una figura mítica que pronto recorrió su propio camino. Para indagar en la formación de esa leyenda, el historiador chihuahuense Miguel Angel Berumen (Ciudad Juárez, 1962) escribió Pancho Villa. La construcción del mito (Editorial Océano), libro que se presentó el pasado miércoles en el Instituto Mora.

En medio de un creciente interés editorial por la figura del Centauro del Norte, este es el primer libro sobre Villa "que entra en la categoría de artes visuales", donde el poder referencial de las imágenes ocupa un lugar preponderante, amén del recuento histórico de una parte de la vida del caudillo, en la que se constituye con más fuerza su mito, ubicada a finales de 1913 e inicios de 1914, afirmó el autor en entrevista.

El volumen de gran formato reúne 136 fotografías, muchas de ellas inéditas en México, y está dividido en dos partes. La primera incluye un análisis de la foto más famosa de Villa, captada supuestamente durante la toma de Ojinaga, en 1914, y sobre los factores histórico-sociales que hicieron posible la formación de su leyenda.

En la segunda parte aparecen imágenes que ilustran no sólo los momentos más conocidos de su gesta revolucionaria, sino también aspectos cotidianos de su vida, la de sus hombres de confianza y el pueblo que lo apoyaba, acompañadas de frases de periodistas, escritores y allegados, con un diseño atractivo que ayuda a contar la historia desde diversos ángulos y puntos de vista.

Si bien este es un libro histórico, el autor busca seguirle el rastro al mito, y no tanto al hombre de carne y hueso que le dio lugar. "El mito, para serlo, debe ser aceptado por grandes sectores sociales, sin necesidad de que la creencia sea verificada objetivamente. Siempre tiene parte de verdad y de mentira", explicó Berumen.

Los factores que propiciaron el surgimiento de Villa como un símbolo, incluso místico, tienen que ver tanto con su presencia en los medios de comunicación de aquel entonces como con la tradición oral que ha ido creciendo y haciéndose más rica de boca en boca hasta estos días.

Hubo al menos tres acontecimientos que consolidaron la condición de "estrella" del personaje: la toma de Ciudad Juárez, en 1911, la frontera más importante del país; la batalla de Tierra Blanca, en la que destrozó a los restos del ejército federal, y la toma de Ojinaga, en la que terminó de ocupar Chihuahua por completo, enumeró el historiador.

A partir de ese momento, la fama de Pancho Villa se dispara y es motivo de reportajes y debates en periódicos de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, Berumen no comparte la tesis de que el mito del caudillo fue construido por los medios.

"Lo que hacen los diarios es seguir los pasos de un guerrero victorioso. Antes de aparecer masivamente, él ya era gobernador provisional de Chihuahua, había tomado Ciudad Juárez y movilizado a miles de hombres", sostuvo.

Más allá de los estereotipos positivos y negativos que impiden la comprensión real de la historia, un acercamiento cuidadoso a la figura de Villa deja ver que éste era más que un buen estratega militar.

Francisco Villa supo entenderse con las cámaras y los reflectores, tenía conciencia de su liderazgo y lo explotó con habilidad, pero lo que ha permitido su permanencia como mito es su identificación con el pueblo.

La gente veía en él a su igual: "un hombre analfabeto y sencillo, que al mismo tiempo tenía cualidades excepcionales. Por eso se le considera el salvador de los desposeídos de la región, vengando las afrentas que habían sufrido durante años".

 
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