Reconocen 62 años dedicados a la música mexicana
Rubén Fuentes ovacionado en homenaje en Bellas Artes
Rubén Fuentes recibió del gobierno de Jalisco, su estado natal, un homenaje de dimensión nacional en el Palacio de Bellas Artes, la noche del pasado lunes, por sus 62 años dedicados a enaltecer la música mexicana, a la que ha llevado a niveles "filarmónicos", sobre todo con su estilo denominado mariachi sinfónico.
El máximo recinto cultural del país lució lleno de personalidades de la política y del medio empresarial, sobre todo jalisciences, muchos familiares y amigos, quienes varias veces, de pie, tributaron al compositor, arreglista y productor, aplausos.
El momento más emotivo fue cuando el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, le entregó un reconocimiento, una placa, y, breve, sin poder contener el llanto, expresó: "No puedo decir nada ante esta muestra de cariño". Sostuvo con su mano derecha sus lentes oscuros.
El público se puso de pie y le rindió una ovación. Rubén Fuentes inclinó su cabeza, humilde ante su propia grandeza.
El programa consistió en una gala musical, que comenzó a las ocho de la noche. Fuentes ocupó con su familia el palco 17. Una luz lo ubicó y recibió el primer aplauso. La Orquesta Filarmónica del Estado de Jalisco, bajo la dirección de Héctor Guzmán, tocó una obertura: La verdolaga, clásica y fácilmente identificable.
Luego, la orquesta y el Mariachi Vargas de Tecalitlán interpretaron una serie que hizo a algunas personas del público lanzar a los cuatro vientos gritos muy mexicanos. Entre otras, Rebozo blanco.
La bikina, para muchos la máxima obra del compositor
El tenor Alfredo Portilla cantó La bikina, para muchos la máxima obra de Fuentes. La bikina no es una mujer. Un amigo, Juan García Esquivel, le pidió a Fuentes una obertura. Con ella se hizo una melodía a la que el público pidió letra. El tema se llamó originalmente The Begining. La deformación de la palabra decantó en bikina.
Vino luego una serie de huapangos del homenajeado. El recuerdo de la vida rural, campirana, remitió a un México que aún existe. Falsetes y bravío. Frases que han pasado a la memoria colectiva y que son verdades: "El amor del hombre pobre es como el gallo enano: nomás en puro brincar se la pasa todo el año". Una idea creció conforme avanzó la gala: soy mexicano y esta es la música que me tocó. "¡Qué bonito es lo bonito!"
La mujer es respetada y se le busca, inclusive, en los sueños: "Anoche soñé contigo, soñé y soñaba, que te tenía aquí en mi lecho, que me encontraba en tu pecho y que tu boca me besaba..."
Otras frases: "Mi sangre ha sabido de guerras y amores".
Un momento cimero: los mariachis Vargas de Tecalitlán, Los Camperos de Nati Cano ("el mejor de Estados Unidos") y América de Jesús Rodríguez de Híjar interpretaron ese cuasi himno de mexicanidad: El son de la negra. ¡Qué orgullo! ¡Qué emoción compartida!
Un mariachi más: el Nuevo Tecalitlán, cuyos músicos, sin ser filarmónicos, tienen estudios y son virtuosos a fuerza de empeño. El mariachi de hoy puede llegar a extremos ilimitados; lo popular, a niveles clásicos, este lunes, en el Palacio de Bellas Artes. No sólo qué bonito es lo bonito, sino qué bueno es lo bonito. Doble.
El Mariachi América tocó Mi ciudad, de Guadalupe Trigo. Cuando cantaron "es un son" levantaron el sombrero. Esa caravana de respeto se llevó aplausos. Siguieron con una pieza que hizo famosa Emmanuel, de la autoría de Manuel Alejandro: Este terco corazón.
Los Camperos interpretan Los camperos, que hizo famosa el Charro Avitia. Después Las ciudades, reflexión de un charro sobre las fronteras entre países. Nati Cano, el director de este conjunto, lleva 45 años difundiendo la música mexicana en Estados Unidos. Tocaron México lindo y querido.
Todos los mariachis interpretaron de nuevo El son de la negra, para acompañar a la Compañía Nacional de Danza Folclórica, dirigida por la maestra Nieves Paniagua. El cuadro fue memorable.
¡Ay, Jalisco, no te rajes!, a la que siguió con todos los grupos El huapango, de Moncayo. Ya casi para cerrar: Violín huapango.
El son de la negra cerró el festejo
En el escenario se juntaron unos 50 músicos y cerraron con El son de la negra, tradicional (tocada por tercera vez en la noche) y a la que Rubén Fuentes le hizo el arreglo. Ahí mostraron su talento con cinco harpas, cuatro guitarrones, ocho trompetas, cuatro guitarras. Fue una bandota para rendir homenaje a Fuentes Gassón, quien ha destacado también como compositor en el bolero.
A él se debe la internacionalización de la música mexicana. Halló una esencia, una identidad. Nació el 15 de febrero de 1926, en Zapotlán El Grande, Jalisco.
Reacio a los homenajes y a hablar en público, los organizadores, entre ellos Andrés Villalobos, titular de la Cámara de Comercio de Guadalajara, tardaron ocho años en convencer a Rubén Fuentes para que aceptara este tributo.