El compositor ruso cumpliría hoy cien años; fue víctima del odio de Stalin
El mundo celebra a Shostakovich, quien pintó con música una era convulsa
México se une a las celebraciones con la interpretación de sus obras todo el año
Ampliar la imagen Dmitri Shostakovich escribe música. Su hijo Maxim está afuera, trepado en el árbol que da a la ventana. Con una resortera defiende a su padre de quienes acuden a lanzar piedras contra su ventana siguiendo la campaña de odio sembrada por Stalin, quien engañó a su pueblo diciendo que Shostakovich era un peligro para Rusia Foto: Archivo
Este día el mundo celebra el centenario de Dmitri Shostakovich, un compositor que descifró la naturaleza humana y retrató con sonidos y silencios la convulsión de una era.
Nació el 25 de septiembre de 1906 en San Petersburgo y murió el 9 de agosto de 1975 en Moscú, pero su obra apenas empieza a difundirse como merece, luego de pertenecer solamente a las elites de conocedores y coleccionistas de discos.
Todo este año en México se despliega buena parte de su producción, en especial la de sus sinfonías, la totalidad de las cuales, 15, son interpretadas en orden cronológico por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, mientras la Filarmónica de la UNAM presenta las mejores de ellas.
El hijo del compositor, el también compositor, pianista y director de orquesta Maxim Shostakovich, es el principal difusor e intérprete de la obra de su padre. Por desgracia sufrió un infarto en días recientes y tuvo que cancelar una nueva visita a México, donde dirigiría a la Filarmónica de la UNAM con obras de su padre, en la celebración central en México del centenario de uno de los grandes hombres de la historia.
El concierto de la OFUNAM, empero, no se cancela. Se realizará en breve con las mismas partituras y con Avi Ostrovsky en la batuta, en seguimiento del homenaje que se realiza en México durante todo el año.
En la sección Disquero, La Jornada ha documentado las novedades discográficas y las colecciones más importantes de la totalidad de su obra, incluyendo un documental reciente difundido en formato dvd: Shostakovich against Stalin. The War Symphonies, dirigido por Larry Weinstein con testimonios de los supervivientes del círculo cercano al compositor, que por tal causa, su cercanía, fueron también perseguidos por Stalin.
En ese filme, el director ruso Valery Gergiev presenta fragmentos de las sinfonías donde Shostakovich retrata esos años convulsos, mientras los testigos narran las vicisitudes del artista.
Además del cúmulo de grabaciones reseñadas en el Disquero, continúan apareciendo grabaciones sin cesar, así como se reditan documentos de particular valía, como los discos que contienen los 15 cuartetos de cuerdas y rarezas tales como un disco doble del sello ECM donde el excelso pianista Keith Jarrett interpreta los 24 preludios y fugas de Shosta.
El demonio de la envidia
Estamos hablando de un compositor devenido celebridad merced a la difusión comercial de su obra y a la oportunidad que ve la derecha internacional de manipular, como siempre, la historia, en tratándose de un autor perseguido por el comunismo, cuando en realidad fue acosado, vilipendiado, hecho añicos pero nunca vencido por el demonio de la envidia que encarnó en la locura de José Stalin, quien encabezó el linchamiento de Shostakovich ("es un peligro para Rusia") de manera personal, a partir de una crítica que escribió en el periódico oficial, Pravda, al término del estreno de una de las óperas más conmovedoras, impactantes, brutalmente hermosas que se hayan escrito nunca: Lady Macbeth de Mtsensk, que compuso Shostakovich a los 26 años de edad y cambió la historia.
Basada en un relato de Nikolai Leiskov (1831-1895), quien a su vez tomó un caso que sucedió en la vida real, retrata la vida de Katerina Ismailova, personaje trágico comparable a Madame Bovary, que pasó a la historia como un emblema de la lucha por los derechos de las mujeres.
Shostakovich toma esa defensa de lo femenino y a su vez las hondas connotaciones de resistencia civil de la obra de Leiskov. Esta "sátira desenmascaradora", como la definió Shostakovich, transcurre en esta ópera, asequible en una grabación histórica dirigida por Mstislav Rostropovich con un elenco encabezado por su esposa, la soprano Galina Vishnevskaya, bajo el sello EMI, con toda su fuerza dramatúrgica, profundidad filosófica y crítica social, incluyendo la descripción sonora, explícita como nunca en la historia del arte, de un coito.
En una grabación reciente, la violinista Hilary Hahn interpreta uno de los conciertos de Shostakovich y escribe un ensayo en las notas al programa del disco (Sony Classical) donde pone de relieve, con la frescura de sus 26 años de edad, un elemento que pareciera increíble pero que refleja la condición humana en general y en particular las condiciones en que produjo su obra Shostakovich: la envidia de Stalin contra el genio de Shostakovich y cómo el poder en apariencia grandioso del dictador se opacó frente a la luminosidad del talento de Shosta.
Con ocasión del vigésimo aniversario de la muerte de su padre, en 1995, Maxim Shostakovich (Leningrado, 10 de mayo de 1938) visitó México para dirigir a la Filarmónica de la UNAM con partituras de Dmitri Shostakovich. En su camerino de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl concedió una entrevista a La Jornada donde narró, al mismo tiempo que los secretos de la naturaleza de la música de su padre, aquellos avatares.
Con mi resortera lo defendí
"Mis recuerdos más vívidos -narró a este reportero el hijo de Shostakovich- datan de manera especial de 1948, cuando la mayor parte de las partituras de mi padre habían sido prohibidas por Stalin (...) quien le endilgaba a papá frases lapidarias a manera de eslogans: formalista, enemigo del pueblo, etcétera. Y la gente apedreaba nuestra casa, aventaba piedras a través de la ventana que daba al estudio donde mi padre escribía su música en aquella época, y lo hacían porque creían lo que decía Stalin: que papá era la encarnación del mal.
"Eran años muy difíciles. Yo era un niño pequeño. Había un árbol frente a la ventana del estudio de mi padre, y yo me subía a ese árbol para defender, con mi resortera, a mi padre de la gente que iba a aventarle piedras bajo su ventana."
El relato del hijo de Shostakovich: "Platicaba mucho conmigo, y cuando yo le preguntaba y le pedía que me hablara de aquella época solía decirme: perdono a mis enemigos, los perdono. Era una gran persona papá. A partir del momento de su muerte yo siempre he estado convencido de que si no hubiera habido tanta maldad y tanta persecución en su contra, si no hubiera existido tanto sufrimiento en su vida por culpa del sistema estalinista, mi padre hubiera vivido muchos años más y hubiera escrito muchas más partituras, muchas más. Pero el sistema lo mató, el estalinismo mató a mi padre. José Stalin mató a Dmitri Shostakovich".
El periodista Ricardo Garibay viajó a Leningrado en una de esas giras faraónicas de los presidentes de México, que en ese entonces era Luis Echeverría. Eran los últimos días de Shostakovich. Un banquete. El cronista lo describe: "hay un hombre que trata de comer como los demás. Es breve, y tan cargado de hombros que parece jorobado. Viste un traje entre morado y rosa, burdamente nuevo y muy holgado para su talla (...) Fragilidad, eso es (...) Angustia. Es la cara que imagina súbitamente un niño lleno de angustia. Muñeco de boca de navajazo, de cuero pellejero, vastos ojos gachos, acuosos, espantados, lentes de botella, nariz de pico. Y un millón de temblores eléctricos".
El relato del maestro Garibay: "Y trata de comer el hombre. Sus manos son garfios muy blandos, no sostienen la cuchara y clavan el tenedor arriba o abajo de los labios, pues la boca no se abre pareja ni por donde anda el tenedor. Lentos garfios tentaleantes, agonías, tiradero de arroces, de pescado y vino, derrames de dulce y de café (...) Ese, la caricatura está incorporándose, alzando los brazos como para contener un alud. Es un aguacero de rictus, muecas y temblores. Su desfigurado gesto va hacia allá, hacía acá, hacia arriba, hacia abajo; un puro terror. Aspas sus brazos sin rumbo (...) Maestro amadísimo, ¿qué te hizo la vida? ¿qué te hizo tu gente?"
Hoy, lunes 25 de septiembre de 2006, el mundo celebra el centenario de uno de los hombres más grandes en la historia de la humanidad. Un humanista que retrató la condición humana con sonidos y silencios.