Se pretende dejar de lado a la autoridad para normar contenidos, dice titular del Conar
Empresas, publicistas y medios buscan evitar regulación de anuncios
Esto sólo se da en sociedades maduras que conocen sus derechos, advierte investigadora de la UNAM
Empresas del sector privado, agencias de publicidad y medios de comunicación buscan ampliar los mecanismos de autorregulación en materia de anuncios dirigidos a sus consumidores. Por medio del Consejo Nacional de Autorregulación Publicitaria (Conar), la cadena de inversión de este sector pretende dejar de lado a la autoridad en el momento de normar los contenidos de los mensajes que utilizan para dar a conocer los beneficios de sus productos.
Raúl Rodríguez Márquez, presidente del organismo autorregulador formado por empresas como Grupo Modelo, Genoma Lab, Televisa y Televisión Azteca, dijo en entrevista que la industria encargada de fabricar y difundir publicidad "es responsable y se encuentra completamente capacitada para autonormarse'', aunque reconoció que en ese aspecto "no hemos avanzado como quisiéramos y como la sociedad mexicana lo requiere".
Por su parte, en conversación con este diario, la investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Carola García, aseguró que este tipo de organizaciones persiguen "fines cupulares muy propios del sector empresarial", además de que el país "no tiene una cultura del consumo", y los ciudadanos desconocen sus derechos, y "sin una acción social que haga contrapeso en este tipo de asuntos difícilmente se podrá tener la capacidad de autorregulación".
De acuerdo con información del Conar -que en sus ya casi 10 años de existencia ha resuelto 188 casos-, 85 por ciento de la publicidad que provoca algún desacuerdo del consumidor es transmitida por televisión, seguida por la que se publica en la prensa escrita y la que se exhibe en espectaculares. Entre los productos que más se promueven con mensajes "erróneos" o que disgustan a los televidentes se encuentran: ropa, las denominadas hot lines, artículos de belleza, medicamentos, alimentos y bebidas.
La especialista en temas de publicidad y autora del libro El poder de la publicidad en México explicó que aunque la autorregulación es una tendencia mundial, en lo que se refiere a contenidos, ésta se da en "sociedades maduras, en donde los publicistas son honestos y tienen el conocimiento ético para dirigirse a las audiencias".
Aún cuando en México la legislación al respecto ha sido limitada, detalló la experta de la UNAM, existe, y está conformada por la Ley Federal del Consumidor, la Ley Federal de Radio y Televisión y el Reglamento de Publicidad en Materia de Salud, el cual "es el más completo, pero tiene que ver sólo con cuestiones propias de este ramo y no se aplica a todos los demás productos".
Recordó que fue durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari cuando el ahora llamado Consejo Nacional de la Comunicación gestionó los puntos que le permitirían a los anunciantes y a los medios de comunicación regular los contenidos de sus mensajes, en donde lo único que queda sujeto a supervisión de la autoridad son los productos que impliquen un riesgo para la salud. "La idea es que el Estado no tenga nada que ver, las normas se retiraron sin tomar en cuenta al consumidor, el cual es un receptor poco informado", apuntó la entrevistada.
García agregó que órganos como el Conar hasta la fecha sólo han servido para hacer las veces de árbitro en conflictos de publicidad comparativa entre dos grandes empresas que venden lo mismo.
El poder de los anunciantes
Mientras que, por un lado, el Conar promueve la autorregulación, por el otro busca tener ingerencia en los asuntos de defensa del consumidor, convirtiéndose en un tercer participante, cuando de resolver una diferencia se trata. Con la firma de un convenio con la Procuraduría Federal del Consumidor, esta organización podrá emitir opiniones no vinculantes sobre las quejas de publicidad "engañosa, abusiva, relativa a bienes, productos o servicios que se difundan por cualquier medio o forma", particularmente todo lo que tiene que ver con los afiliados a la organización.
Rodríguez Márquez reconoce el poder de los anunciantes, pues son ellos quienes al final sostienen los espacios televisivos, de radiodifusión y de prensa, por lo que la opinión que puedan tener debe ser escuchada.
Esta situación, refiere Carola García, se debe a que en México no existen asociaciones de consumidores fuertes y es por eso que "en la mayoría de las ocasiones es mucho mayor el peso económico y político de las empresas", a las cuales no les "interesa que se conozca que existen instancias ante las cuales pueden presentar una queja y exigir el respeto a sus derechos. A veces, les conviene por conservar una imagen, pero eso no quiere decir que realmente estén interesados en promover una mejor cultura de contenidos en los medios de comunicación".