El coreógrafo Ushio Amagatsu y su compañía se presentarán en el festival Cervantino
La excelsitud de la danza butoh vuelve a México
Ampliar la imagen Bailarines de la compañía japonesa de danza butoh Sanjai Juku, que presentará la obra Kagemi: más allá de la metáfora de los espejos, en el contexto de la versión 34 del Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato; la agrupación, fundada por Ushio Amagatsu, actuará antes en Chihuahua Foto: Cortesía FIC
Ampliar la imagen Bailarines de la compañía japonesa de danza butoh Sanjai Juku, que presentará la obra Kagemi: más allá de la metáfora de los espejos, en el contexto de la versión 34 del Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato; la agrupación, fundada por Ushio Amagatsu, actuará antes en Chihuahua Foto: Cortesía FIC
Sanjai Juku, una de las compañías de danza butoh con más renombre en el mundo, regresa a México para presentarse en el Festival Internacional Cervantino (FIC), con su obra Kagemi: más allá de la metáfora de los espejos.
Se trata -dice Ushio Amagatsu, director, coreógrafo y fundador de la agrupación- de una indagación en el interior del ser, ''de lo que veo e imagino en mi mundo virtual". En el fondo prevalece una pregunta incontestable, pero inevitable y recurrente: ''¿Qué es el ser humano?"
Amagatsu habla en conferencia de prensa vía telefónica. Una intérprete traslada sus palabras -sus ideas, su emoción- del japonés al español.
Un subtema importante dentro de la obra, realizada en el año 2000, es ''el agua como origen del espejo; un espejo frágil porque con el soplo del viento se deforma la imagen. El lago es un espejo horizontal, el espejo es un lago vertical".
Ushio Amagatsu (Japón, 1949) fundó Sanjai Juku en 1975. Pertenece a las segunda generación de bailarines dedicados a la danza butoh, cuyo origen tiene como inspiración las imágenes de los sobrevivientes -quemados, deformados- del bombardeo nuclear contra Hiroshima y Nagasaki en 1945.
En 1959 se representó Kinjiki, de Tatsumi Hijikata, primera obra de un género que modificó el gusto y sacudió las conciencias de todo el mundo.
En 1980 Amagatsu presentó la compañía en Francia, donde radica desde 1982. La influencia de un contexto social y estético diferente tuvo como consecuencia una renovación de la danza butoh.
Gran parte del quehacer artístico del coreógrafo está relacionado con ese país europeo; de hecho 10 de sus producciones las ha hecho por encargo del Théatre de la Ville de París: Jamon Sho (1982), Netsu No Karachi (1984), Unetsu (1986), Shijima (1988); Omote (1991); Yuragi (1993), Hiyomeki (1995), Hibiki (1998), Utsuri (2003) y la mencionada Kagemi: más allá de la metáfora de los espejos.
Diálogo con la gravedad
Ushio Amagatsu define a la danza butoh como un diálogo con la gravedad, cuya técnica se resume en dos ideas antagónicas: tensión y relajamiento del cuerpo.
¿Cómo se explica la pervivencia y trascendencia de un arte escénico lento y sereno en un mundo sumergido en el vértigo y frenesí que impone la vida contemporánea y sus adelantos tecnológicos? La respuesta de Amagatsu es simple e irrefutable en la voz de la intérprete: más allá del lenguaje estético y de la raíz cultural que le da origen, contiene un elemento común, universal: las emociones, los sentimientos: la tristeza, la alegría, la rabia, la desesperación.
A sus 57 años, el bailarín sigue interpretando sus propias obras: ''Conforme las creo, las bailo; conforme pasa el tiempo y percibo cambios en mi capacidad física, me adapto".
Sobre las razones que le llevaron a renovar el lenguaje de la danza butoh, inclusive a contracorriente de los fundadores, sostiene: ''Cada quien dialoga con su contexto histórico y consigo mismo. Cuando me fui a vivir a Francia fue un punto de cambio, pero se mantiene lo esencial, lo universal".
La compañía Sankai Juku se presentará los días 5, 6 y 7 de octubre en la ciudad de Guanajuato, en el contexto del 34 Festival Internacional Cervantino. Días antes lo hará en el teatro de los Héroes de la ciudad de Chihuahua.