Usted está aquí: jueves 21 de septiembre de 2006 Opinión Vigencia del no alineamiento

Angel Guerra Cabrera

Vigencia del no alineamiento

La XIV cumbre del Movimiento de Países No Alineados (Noal) en La Habana ha sido una rotunda victoria del tercer mundo ante el orden mundial más injusto a que hayan sido sometidos los pueblos de la Tierra. Este resultado se explica por la nueva coyuntura internacional marcada por el creciente aislamiento de Washington, el alza de las luchas populares contra el neoliberalismo en América Latina, el avance del multilateralismo, la histórica victoria de Hezbollah contra la agresión a Líbano y una ascendente toma de conciencia universal sobre el carácter insostenible de la globalización imperialista. Contrariamente al sonsonete de los grandes medios de (des)información, la cumbre demostró que ni el Noal es una "reliquia" de la guerra fría ni la reunión fue una conspiración "antiamericana" fraguada por un grupo de líderes enemigos de Washington. La declaración final es paradójicamente una ferviente reivindicación de los valores democráticos, de la tolerancia y la diversidad cultural que Occidente afirma defender y pisotea cotidianamente. Basta con leerla, así como los demás documentos, para percatarse de la ardua y creativa labor diplomática desplegado por Cuba y demás países miembros para conseguir pronunciamientos emanados del consenso, equilibrados y representativos de las disímiles posturas ideológicas albergadas por el movimiento.

Las características distintivas del Noal son su integración por países víctimas ayer del colonialismo y hoy del neocolonialismo y la diversidad de los gobiernos que lo componen, que va desde los que mantienen posiciones abiertamente antimperialistas hasta los que se colocan a la derecha del espectro político o incluso son aliados de Estados Unidos. Pero un elemento común los une por encima de estas diferencias y es que todos están sujetos a las inequitativas imposiciones sin precedentes del caos neoliberal, que han ahondado hasta extremos inauditos las lacras del subdesarrollo y colocado a todos bajo los efectos de la intervención militar -como en Palestina, Afganistán, Irak, Líbano- o de la amenaza de su ejercicio por la guerra "preventiva" de George W. Bush y sus socios sionistas, de la que son cómplices la Unión Europea y Japón. Tal vez la mejor definición sobre la extraordinaria vigencia y la necesidad del Noal en el mundo actual la haya dado Keith Anthony, primer ministro de la pequeña isla caribeña de Santa Lucía: "El mundo puede no estar dividido ya entre este y oeste pero está más agudamente dividido entre ricos y pobres, entre los que tienen y los que no tienen". Aludía al problema principal de la humanidad desde el surgimiento del imperialismo y el sistema colonial y neocolonial modernos. Hoy agravado por la intensificación ilimitada del saqueo del tercer mundo, la degradación ecológica y el brutal y descarado quebrantamiento por Estados Unidos de la Carta de la ONU y el derecho internacional, codificados en gran parte como consecuencia de la lucha de los pueblos por su liberación nacional y contra la barbarie de las dos guerras mundiales del siglo XX. La firme toma de posesión al lado de aquellos instrumentos legales por parte de 118 países que constituyen las dos terceras partes de los miembros de la ONU, su pormenorizado análisis sobre la permanente violación de los principios y normas del organismo por la dictadura del Consejo de Seguridad así como la exigencia de su democratización, restituyendo a la Asamblea General el papel de control sobre aquel que le otorga la Carta de la ONU, constituyen un paso muy importante en el reforzamiento del multilateralismo frente al unilateralismo bushiano y en la defensa de la igualdad jurídica de los estados. Especial importancia reviste el respeto proclamado hacia todas las creencias religiosas y el rechazo a vincular alguna de ellas con el terrorismo así como la clara diferenciación señalada entre éste y el inalienable derecho a la lucha contra la ocupación extranjera. La enérgica solidaridad expresada hacia Palestina, Líbano y Siria frente a la agresión israelí, como hacia Venezuela, Cuba y Bolivia, por los intentos desestabilizadores de Estados Unidos u otras fuerzas y el respaldo a Irán y a todos los países que deseen instrumentar programas nucleares con fines pacíficos comportan un compromiso explícito del Noal con la defensa de la autodeterminación y la soberanía nacional, de la paz y del derecho de los pueblos al desarrollo y al usufructo de sus recursos naturales.

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