Sin presupuesto y con mobiliario inservible, sobreviven con el apoyo de padres de familia
La administración foxista abandonó a su suerte al sistema de telesecundarias
Ampliar la imagen En la telesecundaria 09 Benito Juárez, en Naucalpan, entre el mobiliario inservible se encuentra lo principal, los televisores Foto: Francisco Olvera
Dicen que el gobierno la tuvo como a un hijo no deseado y por eso la abandonó, aunque hoy el foxismo está a punto de dejarla extinguir por inanición. Es la telesecundaria mexicana, la que tiene televisores en donde en lugar de lecciones aparece una raya, igualita a la que sale en los monitores cuando el enfermo acaba de morir; es la que tiene laboratorios "equipados" con microscopios de juguete y químicos que de tan viejos ya ni producen reacción; es la que siempre pide y si le llega algo, tiene tanto retraso en el tiempo que ni corresponde a la época, como el mimeógrafo que un día llegó en lugar de un fax.
Por ello, los profesores de la telesecundaria comentan que ir hacia la entraña de este sistema es como "bajar al infierno". Con un presupuesto que desciende a "cero", pero eso sí, múltiples gastos que sólo salen del raquítico bolsillo de los profesores y de los padres de los alumnos -que son los más pobres de todas las secundarias-, los maestros señalan el constante agravio y la impunidad con que el gobierno ha actuado, pese a que su responsabilidad constitucional es apoyar a la escuela pública.
La telesecundaria atiende a más de un millón 200 mil jóvenes, que representan la quinta parte del alumnado en este nivel de estudios y, no obstante, la inversión que hizo el gobierno por alumno en 2002 -según los últimas cifras disponibles- apenas fue de 6 mil 811 pesos, 50 por ciento menos al costo de un estudiante de secundaria general o técnica.
De acuerdo con los datos del estudio La telesecundaria mexicana. Desarrollo y problemática actual, elaborado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), 60.6 por ciento de las secundarias públicas en el país son telesecundarias, y 38 por ciento no tiene biblioteca, 10.3 por ciento no cuenta con luz; no hay disponibilidad del receptor de televisión en 5 mil 180 casos ni de videocasetera en 4 mil 588 casos, y entre 20 y 26 por ciento, según los grados, no tiene libros o materiales impresos.
Vivir del recuerdo
Muy cerca de unas vías del tren, por donde están unos locales de lavado de ropa, y composturas de toda clase de fierros, está la telesecundaria 190, cuyas instalaciones parecen estar a punto de salirse de la calle y tomar la gran Avenida Central, en el norte de Nezahualcóyotl.
Atrás de una fachada descarapelada, en la que todavía quedan las huellas del pato de la Pascual Boing -cooperativa mexicana que por mucho tiempo pintó estas escuelas y hoy enfrenta el embate de las refresqueras trasnacionales- hay tres galerones que sirven de aulas. Adentro, los docentes sólo hablan en tiempo pasado.
"Estos eran equipos para las prácticas de física, eran poleas, eran perillas, eran mangueras...", dice el profesor Jesús Iglesias, cuando saca estos despojos de una gaveta de su laboratorio.
El maestro cuenta que la autoridad educativa donó dicho material con el censo de 1992, pero "el equipo era de los años ochenta". De manera que en este "laboratorio" -un cuarto con mesas- lo que en realidad se "practica es la teoría", y, cuando se puede, hacen experimentos "muy sencillos".
En un rincón todavía están guardados unos frasquitos con algunas sustancias, pero el profesor dice "que como ya tienen 20 años su eficiencia es mínima, ya ni reaccionan. Sólo son para que los alumnos sepan que algún día los van a encontrar en otro lado".
En el salón de primer grado, en donde da clase el profesor José González Figueroa, Justin Adrián, Joselín Saray, Brisa Liliana y todos sus alumnos de entre 12 y 13 años ya no se sorprenden de la famosa "raya" que sin falta, de lunes a viernes, sale en su Tv Broksonic, cuando el aparato se calienta. Esta es de las que enciende, pero no se ve, y en otros grupos tienen las "teles fantasmas", porque se "encienden y apagan solas". Los televisores -eje fundamental del sistema- son inservibles y los maestros de la 190 han llegado al extremo de querer convertirlos en grabadoras, para que por lo menos se escuchen.
Con un documento en mano, el director Germán Martínez asegura que el presupuesto de las telesecundarias es "cero". Su única alternativa posible es la de los ingresos propios que obtienen de la cooperativa, de la que salen al año entre 3 mil 500 y 7 mil pesos. "Con eso, hacemos los gastos fuertes de la escuela y aún así los Servicios Educativos Integrales del Estado de México (SEIEM) pasan diario para llevarse 80 pesos" de la tiendita, que a veces ni los juntan porque los estudiantes no tienen dinero. Si a veces no van porque no tienen para el pasaje, mucho menos para comprar un dulce.
Toda la escuela está llena de heridas que no hay con qué cicatricen. Aberturas en el techo, en el piso, en las paredes; no hay hueco por donde algo no se desmorone. En el contenido del papel que guarda el profesor Germán puede leerse: "el edificio C formado por tres aulas, un módulo de servicios sanitarios, deberá sustituirse ya que presenta fallas severas; estos espacios serán incluidos en la propuesta del programa de obras 2006; sin embargo, la autorización definitiva dependerá de la asignación presupuestal a este organismo...Atentamente, arq. Juan Luis Rubio Hernández, jefe del departamento de espacios escolares" del gobierno del estado de México.
En el otro extremo del valle de México, en la calle Francisco I Madero, número 20, en San Francisco Cuatlalpan, se ubica la telesecundaria Manuel Bernal Mejía. De golpe, pareciera que ahí las cosas no están tan mal, pero como dicen los profesores, sólo basta con meterse un poquito. En lo alto se observa una antena parabólica, en cuyo centro le sale un chipote color anaranjado, que ya de cerca se puede observar que es una cubeta. Este fue el remedio que los técnicos de la autoridad educativa dieron a la escuela para que haya una "mejor recepción".
Lo cierto es que con todo y cubeta, el plato blanco no tiene señal desde hace seis años. La directora María Eugenia Garibo hace memoria de las solicitudes realizadas a lo largo del tiempo y que todavía están en espera de alguna respuesta: "llevo seis años solicitando una antena parabólica y 20 años pidiendo las mesas de laboratorio; una vez hasta le mandé un oficio a Reyes Tamez, al presidente Vicente Fox y a Marta Sahagún, porque tenemos 16 años con la misma computadora, pero nadie me hizo caso".
Lo peor fue cuando pidió una fotocopiadora, pizarrones y fax, pero en su lugar llegó un mimeógrafo. Pero esa no ha sido la burla más grave: en una ocasión, la autoridad envió un paquete de material de laboratorio, con el que todo el personal estaba feliz al pensar que por fin tendrían cajas de petri, probetas o microscopios, pero cuando abrieron la caja se encontraron con que "sólo venía una cuchara de café y una liga".
Carencias que calan hondo
Las carencias de la escuela han calado tan hondo en los alumnos y en los padres que uno de los estudiantes donó su microscopio de juguete para que los estudiantes conocieran cómo es, y otros adolescentes se dieron a la tarea de armar su propio microscopio con tubos de cartón para papel de baño, una botellita de plástico y retazos de madera para hacer la base.
En el rumbo de El Molinito, sitio lleno de loncherías, cantinas, y pequeños restaurantes que por el día trabajan "normal" y por la noche muchos de los locales se transforman en tugurios, trabaja desde hace más tres décadas la telesecundaria 09 Benito Juárez. Es una tripa construida por cachos, adonde asisten 350 estudiantes, que si salieran al patio al mismo tiempo no les quedaría más que permanecer parados.
En las repisas o mesas de las aulas hay una constante: filas de Pinol para hacer limpieza y rollos de papel de baño. Este "material" es parte de la lista de útiles de los estudiantes, ya que de lo contrario no tendrían ni con qué ir a los sanitarios ni con qué limpiar su escuela. De hecho, ellos participan junto con sus maestros en la realización del aseo, ante la ausencia de un trabajador que efectúe esas tareas, comenta el director José Villagrán Callejas.
El profesor Carlos Velásquez señala que el responsable de espacios escolares en Toluca le comentó en una ocasión que el "modelo de telesecundarias no contempla escobas, cubetas, trapeador, trapos, etcétera". "Entonces, ¿no se barren?", le preguntó.
Por ello, con dolor, el maestro Pedro Ramírez Vázquez dice que las telesecundarias se "mantienen a pesar de la autoridad, a quien no le interesa la educación". Sin embargo, añade, los que vienen aquí son los adolescentes de más bajos recursos, hijos de obreros, de comerciantes, de amas de casa, la mayoría de ellos de "familias rotas".
En la telesecundaria 54 Quetzalcóatl, en la avenida San Francisco, número 16, en Naucalpan, el director Efrén Camacho explica por qué son los alumnos que deberían contar con el mayor de los apoyos: "en el grupo de primero hay 21 estudiantes, de ellos hay seis con capacidades diferentes, tres con déficit de atención, uno con rasgos de autismo, uno con discapacidad intelectual, dos con problemas de epilepsia y ocho recursan el año".
En el aula de estos adolescentes -que para su infortunio es la peor de los tres salones que componen toda la escuela, porque a las 12 del día se convierte en un "infierno" por el calor-, los alumnos dicen que les gustaría que las sillas no temblaran, que hubiera piso, que tuvieran biblioteca, que aunque sea hubiera una computadora, un ventilador, un diccionario y muchos libros.
La palabra "nada" en las telesecundarias -en el sentido de ausencia, de vacío- es experiencia cotidiana. Y son pocas las esperanzas que quedan, como cuando llegan los tiempos de las campañas de los políticos, única vía para que a estos planteles les llegue algún donativo. Así pasa en todas, y en la 190, una vez hasta construyeron un edificio de dos plantas, con sala de cómputo, biblioteca, aula para los profesores, auditorio y sanitarios. Pero esta edificación sólo se quedó en la imaginación de los maestros, porque la palabra del candidato que les prometió arena, grava y varilla nunca se cumplió.