Usted está aquí: domingo 17 de septiembre de 2006 Política Espero andanada de "delincuentes", dice López Obrador al aceptar el cargo

"La energía de la resistencia se pondrá en juego el 1º de diciembre contra la usurpación"

Espero andanada de "delincuentes", dice López Obrador al aceptar el cargo

En tarde de decisiones divididas, los convencionistas determinan mantener la oposición

ARTURO CANO

Ampliar la imagen Delegados de Nayarit, sobre Paseo de la Reforma rumbo al Zócalo capitalino para participar en la CND, ayer Foto: María Meléndrez Parada

"Tengan para que aprendan." ¿O para que se entretengan? A saber si aprenderán, pero seguro habrán de entretenerse porque desde esta mañana de domingo comenzarán a llamarle "el autoproclamado presidente de México". Andrés Manuel López Obrador lo sabe: "Voy a ser atacado, pero lo hago...", dice, y lo interrumpen los gritos de la multitud del Zócalo y calles aledañas. "Pero lo hago convencido de que así voy a seguir contribuyendo junto con muchos otros mexicanos a la transformación del país".

Cuando arranque la próxima semana, López Obrador comenzará su recorrido por el país armado de su nuevo cargo, aunque ha de "tomar posesión" cuando se cumpla el aniversario 96 del inicio de la Revolución Mexicana.

Su "gobierno itinerante" iniciará actividades en Tabasco, en una gira de 17 días, uno por cada municipio de la entidad, donde se sumará a la campaña de César Raúl Ojeda, candidato perredista a la gubernatura, quien según las encuestas necesita mucho de la presencia de su paisano.

López Obrador volverá al Zócalo el 20 de noviembre, para rendir protesta como "presidente legítimo de México", tras haber sido electo a mano alzada por los miles de convencionistas.

Algunos, ateridos por el aguacero, se van antes de tiempo. Pero la mayoría se queda y aguanta con atención los discursos de los dirigentes de los partidos, de los relatores de los trabajos de la convención y la votación de los acuerdos.

Como siempre, el momento más esperado es el discurso de López Obrador, quien resume muchas de las ideas que expresó a lo largo del plantón y acepta, en lo culminante de su exposición, el cargo de "presidente de México".

El tabasqueño vuelve a la red de intereses económicos y políticos que se tejieron para evitar su llegada a la Presidencia de la República, "una pandilla de delincuentes de cuello blanco" cuyas acciones, dice, se remontan al salinismo.

No han ganado, machaca, cuando suelta preguntas como esta: "¿Creen acaso que el pelele que impusieron les va a significar normalidad y tranquilidad políticas?"

No será así, afirma, porque la resistencia que encabeza habrá de impedirlo. "No aceptamos el oprobio como destino para nuestro pueblo." Y López Obrador engarza esas dos palabras ("no aceptamos") con el programa de lucha del movimiento convencionista. "No aceptamos" la pobreza, la desigualdad, la corrupción, los capítulos dañinos del TLC, la manipulación de los medios...

La alternativa, sigue el ex candidato presidencial, es la nueva república que la convención nacional democrática (CND) ha decidido impulsar y que está destinada a promover "el bienestar y la felicidad" del pueblo.

Y la herramienta es que López Obrador acepte ser "presidente de México". Incluso algunos de sus cercanos preferían el nombramiento de "coordinador de la resistencia", pero acabaron convencidos de la fórmula con argumentos relativos al peso de lo simbólico en la percepción popular y luego de que les refirieron algunas anécdotas.

Porfirio Muñoz Ledo, por ejemplo, evocó en una reunión la apoteósica recepción a Cuauhtémoc Cárdenas en La Laguna, en 1988. "Cuando volvimos, unos meses después, había muy pocos para recibirnos."

López Obrador sustenta su aceptación en la "certeza" de que ganamos la elección, en el rechazo a "la imposición y la ruptura del orden constitucional" y en la idea de que "reconocer a un gobierno usurpador implicaría posponer indefinidamente el cambio democrático".

Pero en otra parte de su discurso deja ver el peso del argumento de Muñoz Ledo: esta presidencia "simboliza los anhelos del pueblo mexicano".

O, visto de otro modo por el mismo López Obrador, "es un tengan para que aprendan a respetar la voluntad popular".

Los rezongones González

"Algún día se verá con toda claridad que esta trama conspirativa que (los) llevó al poder se reflejó después en las operaciones de control financiero, económico y mediático, con una justicia manipulada, que nos sitúa en el momento más corrompido de la historia del país.

"Lo segundo que me preocupa... es la situación de perversa colusión de intereses que estamos viviendo en nuestro país desde hace una década entre batallones mediáticos al servicio de un grupo de poder partidario, ligados a representantes judiciales e intereses económicos. La alianza entre estos responsables de opinión, los reaccionarios en el poder y jueces que se dejan arrastrar, produce una perversión de la democracia y una regresión de las libertades."

No, no es el discurso de López Obrador este 16 de septiembre. Sino la palabra de Felipe González, ex presidente del gobierno español, en conversaciones con Juan Luis Cebrián (Editorial Punto de Lectura, Madrid, 2002).

Curioso. Los críticos de López Obrador siempre le contraponen a personajes como González, para ellos ejemplo de la "izquierda moderna" que el "caudillo populista" no deja nacer en México.

Los fundamentalistas pro institucionales -la fórmula es de Omar Garfias- pretenden ridiculizar a quienes no gustan de aprobar todos los actos de las instituciones (quien no celebra es autoritario, sostienen).

Esta tarde de sábado en el Zócalo hay muchos rezongones y muchos se apellidan González.

La unanimidad ausente

El equipo de sonido no aparece. Poco antes de las 3 de la tarde, alguien avisa que demorarán dos horas más en instalarlo. En la espera, el aguacero.

Llueve y el pueblo -al menos una parte- se mueve para guarecerse. La mayoría permanece para escuchar el arranque a cargo de Elena Poniatowska. Siguen los discursos de los dirigentes de los partidos -a excepción de Dante Delgado, quien hace de maestro de ceremonias- empeñados en destacar la creación del Frente Amplio Progresista. Abajo, los provenientes de la izquierda fruncen las narices: "Así se hacían llamar los priístas que se las daban de buena onda, qué mal nombre".

Pero así queda. López Obrador lo retoma en su turno, al hablar de los tiempos venideros en que se reditará, dice, la batalla de liberales frente a conservadores, esta vez con los nombres de "bloque derechista" y "bloque progresista".

¿Se debe a que la denominación de izquierda no era del gusto de Convergencia? A saber, pero no se trata del único punto donde la unanimidad está ausente.

Ningún brazo se alza cuando Jesusa Rodríguez pide que se manifiesten quienes se opongan a desconocer a Felipe Calderón, acepten la "República simulada", no crean en el triunfo electoral de López Obrador o no lo quieran de "presidente legítimo".

Todos los brazos alzados aprueban también el programa de cinco puntos que va desde la lucha contra la pobreza y la corrupción, a la renovación de fondo de las instituciones.

Todos también aprueban promover un plebiscito para impulsar un constituyente.

Acaso una décima parte de los brazos del Zócalo se alzan porque quieren reconocer a López Obrador también como "coordinador de la resistencia". Un tercio quizá prefiere el 1º de diciembre como fecha de la toma de posesión y lunares dispersos de brazos se oponen a la lista de integrantes de la Comisión Nacional de Resistencia Civil. El voto se acompaña de gritos: "¡(Carlos) Imaz no!", en referencia al ex delegado de Tlalpan involucrado en los videoescándalos.

Nadie va a su casa

Los convencionistas aprovechan para juntarse con sus pares y trazar futuras batallas. Las feministas marchan alrededor del Zócalo al grito de "sin las mujeres no hay convención", los maestros planean un nuevo sindicato, los migrantes intentan una agenda legislativa, los trabajadores de la cultura se plantan frente al Palacio Nacional y gritan con energía propia de un 1º de Mayo: "¡Libro por libro, escuela por escuela, la patria es de todos, le duela a quien le duela!"

Mucha energía que se va ¿a dónde? "No nos vamos a nuestras casas, pero este movimiento tiene visión estratégica y vamos a una nueva etapa", dice Pedro Jiménez, dirigente de Convergencia.

Antes del discurso de López Obrador se da lectura a las siguientes acciones de resistencia y se promete que "todas las energías de la resistencia se pondrán en juego el 1º de diciembre contra la usurpación".

Igual, se anuncia que la próxima cita de la CND será el 21 de marzo de 2007. Habrán pasado dos tomas de posesión y los primeros cien, cruciales, días de un nuevo gobierno. Será otro Zócalo, pero aquí dicen que no se habrán cansado de resistir.

 
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