Andrei Kozlov retiró licencias de operación a más de 70 instituciones bancarias
Dos sicarios de la mafia rusa asesinan en Moscú al vicegobernador del Banco Central
Moscú, 14 de septiembre. Apenas unos días después de proponer que se prohíba de por vida ejercer la profesión de banquero a ejecutivos del sector que participen en el lavado de dinero y cometan otros ilícitos financieros, un mercado sumergido que mueve al año decenas de miles de millones de dólares, Andrei Kozlov, vicegobernador del Banco Central de Rusia, fue asesinado por dos sicarios.
Por esa razón o por haber retirados en el último año y medio la licencia de operación a 77 instituciones bancaria, o por tener en la mira a otros bancos al servicio de la mafia y la corrupción, Kozlov recibió anoche tres balazos en el pecho y la cabeza y falleció en el quirófano la madrugada de este jueves.
La víspera, como todos los miércoles, el funcionario acudió al club de futbol Spartak, donde empleados del Banco Central de Rusia y ejecutivos de la banca privada se dan cita para jugar una cascarita.
Al concluir el encuentro corporativo, Kozlov fue tiroteado por un par de asesinos a sueldo en el estacionamiento, junto con su chofer y guardaespaldas, Aleksandr Semionov, de 54 años de edad, quien nada pudo hacer y murió pocos minutos más tarde.
Estupor causó en medios políticos de esta capital la muerte de Kozlov, un funcionario público con rango de ministro en la jerarquía del Estado ruso y comprometido con sanear el sistema bancario local.
Este crimen, de alguna manera, hizo recordar a muchos la etapa del capitalismo salvaje de los años 90, uno de cuyos rasgos consustanciales era eliminar físicamente a los contrincantes en la lucha por el reparto de las riquezas que quedaron sin dueño tras la desintegración de la Unión Soviética.
Además, la optimista lectura de que carecen de sentido los asesinatos por encargo porque ya no queda nada por repartir en Rusia, empezó a perder adeptos en el momento en que el presidente Vladimir Putin hizo pública su intención de privatizar algunas de las joyas de la petrolizada y gasificada economía rusa.
Sin ir muy lejos, hace unos días el titular del Kremlin reveló a un grupo de politólogos extranjeros que la petrolera Rosneft, reforzada con los activos de Yukos confiscados al magnate caído en desgracia Mijail Jodorkovsky, "estará 100 por ciento en manos de particulares en un máximo de dos a tres años".
Las balas que segaron la vida de Kozlov, de 41 años de edad que deja esposa y tres hijos menores, también asestaron un duro golpe a la economía rusa al poner en entredicho que una parte de su sector empresarial acepta las nuevas reglas del juego que, se supone, deberían excluir los sanguinarios métodos del pasado reciente.
De abierto desafío al gobierno de Rusia, que tiene que dar una "respuesta inmediata, contundente e implacable", calificó el asesinato de Kozlov el presidente del consorcio RAO ESS, el monopolio estatal de la energía eléctrica, Anatoli Chubais, quien tuvo la suerte de salir ileso de un atentado en su contra el año pasado.
Los asesinatos por encargo de rivales por el control de empresas o áreas enteras de la economía -a partir de mediados de los años 90, por poner un ejemplo, 25 dueños o presidentes de bancos sufrieron atentados- son una constante de la Rusia posterior a la Unión Soviética, si bien en años recientes disminuyó sensiblemente el número de este tipo de crímenes.
Desde octubre de 2002, con el asesinato en Moscú del gobernador de la región de Magadán, Valentín Tsvetkov, implicado en una trama de corrupción en la asignación de cuotas de pesca en el extremo oriente ruso, no se había cometido atentado alguno por disputas económicas contra una figura política del nivel de Kozlov.