No quiero ni decir el nombre de Felipe Calderón de tanto que me duele
Una panista en el plantón
Si don Manuel Gómez Morín viera lo que es ahora el PAN, se sentaría a llorar
María de la Luz Mendoza de Chapela tiene 87 años, 11 hijos y 25 nietos que le parecen pocos porque si cada uno de sus hijos tuviera 3 serían 33, el número ideal. ("Son mi tesoro. Claro que me sé el nombre de los 25 nietos si cada uno es cada uno, ¿cómo no los voy a reconocer si son muy diferentes").
Vive en el campamento de Querétaro en el Zócalo desde el 30 de julio. "Tengo aquí lo mismo que tiene Andrés Manuel porque cuando él preguntó: ¿Nos quedamos?, yo respondí: 'Pues me quedo'. Es la ventaja de ser viejo, ya todos mis hijos se casaron y puedo disponer de mi tiempo. Cuando tengo que ir a mi casa, tomo el Metro, es muy cómodo".
Con su pelo blanco, su bastón y su dinamismo, todos en el campamento quieren a Luchita como llaman a María de la Luz. Le va bien llamarse Luz porque es luminosa y alegre. Su sonrisa es muy bella, dan ganas de comérsela. "Yo a usted me la como, doña Luchita, me la como" y ella se ríe con una risa muy joven, tan joven como su voz. Va de un lado a otro sin quejarse jamás y sin pedir que le den atención especial. Al contrario, cuando le dije que no se mojara, me respondió que ella florecía con el agua como las plantas, porque tiene un pedacito de tierra (media hectárea) cerca de Querétaro, en el pueblo de Guadalupe, y decidió que esa tierra iba a producir para los más pobres. Siembra maíz y frutales y procura que el pueblo los siembre también. "Ese pedazo de tierra es para los queretanos. Por eso estoy en el campamento de Querétaro".
Gonzalo Chapela, el inventor del himno de Acción Nacional
--Mi marido era Gonzalo Chapela, por eso es que aquí me dicen Chapela, porque antes la mujer llevaba con mucho gusto el nombre de su esposo. Mi esposo fue fundador del PAN y compuso el himno nacional del PAN y yo no quiero que lo canten porque siento que lo ensucian. Estoy aquí con AMLO porque el PAN se murió hace mucho. Yo pertenecí al PAN de Gómez Morín, al de González Luna; a Gómez Morín lo conocí cuando era novia de Gonzalo y lo veíamos con frecuencia. El fue padrino de uno de mis hijos. Gonzalo Chapela era de Michoacán como yo y Luis Calderón Vega, el padre de Felipe Calderón: era muy amigo de mi marido. Pertenecía al grupo de muchachos que se juntaban en su casa en Morelia a hablar de política. No quiero ni decir el nombre de Felipe Calderón de tanto que me duele. En esas reuniones pretendíamos rescatar al país. Nos venimos a México y nos reuníamos en un edificio cercano al despacho de don Manuel Gómez Morín porque el nos citaba y queríamos escucharlo. Gómez Morín empezó Acción Nacional que en aquel tiempo fue un partido limpio, con ideales, sin deseos de beneficio personal. ¡Y vamos viendo lo que es ahora! Don Manuel se sentaría a llorar. Por eso digo que Acción Nacional no existe.
"Conocí a Andrés Manuel López Obrador cuando hizo su campaña para jefe de gobierno del Distrito Federal. Yo vivo en Chimalcoyoc en la carretera a Cuernavaca y allá fue él y como es un pueblo chico nos reunimos pocos y lo vi muy de cerca, tan cerca como estamos ahorita aquí usted y yo. Me pareció un hombre auténtico, sin deseos de medrar o de que las cosas sirvan para él. Por eso estoy aquí en el plantón."
Luchita guisa, barre, pone en orden el campamento.
"Ahorita vengo, voy a recoger". Lee y platica con los visitantes. Escucha a Andrés Manuel a las siete y asiste todas las noches a las reuniones en las que explican qué es una convención y como va a funcionar. "Ya fuimos a la carpa de Zacatecas, anoche fue en la de Puebla, hoy creo que es en Michoacán. Quiero ser un elemento realmente útil para la convención nacional democrática".
Luchita es madre de un investigador excepcional que denunció que en México estaba sembrándose maíz transgénico, José Ignacio Chapela, graduado de la Universidad de Berkeley, California, que le dio todo su apoyo.
"Hoy es el primer día en que empezamos a rescatar a nuestra patria de esas manos sucias que la tienen hecha un jirón. Ya no hay casi nada mexicano, aquí vivimos como si fuéramos Estados Unidos, hasta las palabras que decimos son gringas: tan bonito que es nuestro idioma y no sólo el idioma, todo lo que somos los mexicanos. Nuestra patria es nuestra madre y yo estoy protegiendo a mi madre. Aquí en el plantón quisiera ver a más jóvenes, los de la Universidad Nacional, los del Poli y los de las prepas. Los muchachos, cuando se entusiasman, pesan mucho y siento que ha faltado su presencia. Espero que de aquí en adelante lleguen. Yo he visto que la dirigencia del movimiento es una dirigencia muy capaz, muy inteligente y muy mesurada. Andrés Manuel es un ser privilegiado. Yo lo quiero con toda mi alma, pero eso no quita que yo vea sus defectos porque es natural, es humano, ¿no?"
Llevé a Luchita a ver a Andrés Manuel detrás del templete. Empezó a llover y ella me dijo: "Mejor otro día. No, lo que sea que suene". Cuando Andrés Manuel salió de su tienda de campaña para subir al templete lo llamé. "Mira, tiene 87 años y 40 días de plantón". A pesar de que tenía prisa Andrés Manuel besó a Luchita en la cara y luego tomó sus dos manos y las besó.
La llevé de regreso a la carpa de Querétaro. "Ya ni la lluvia siento" -me dijo ella con su irresistible sonrisa.