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La expulsión de mano de obra, logro del gobierno de Fox
Cada minuto del sexenio, un mexicano emigró hacia Estados Unidos
Ampliar la imagen Los presidentes de Chile y Argentina, Michelle Bachelet y Néstor Kirchner, respectivamente, dieron el banderazo de salida al proyecto que volverá a unir a ambos países por ferrocarril, en un acto que intentó reconciliar a los gobiernos, luego de tres meses de tironeos por conflictos energéticos. El ferrocarril atravesará la Cordillera de los Andes Foto: Reuters
Uno de los logros reales del gobierno foxista -ese sí con cifras históricas, socialmente vergonzosas para el "cambio"- ha sido la creciente expulsión de mano de obra -calificada y no- a lo largo del sexenio, durante el cual alrededor de 8 por ciento de la población económicamente activa (PEA) del país habrá cruzado la frontera -la norteña, fundamentalmente- para buscar la vida fuera de su lugar de origen.
Cada minuto de los 3 millones 153 mil 600 que dan cuerpo, en tiempo, al sexenio del "cambio", un mexicano (1.03 para la estadística) habrá emigrado -principalmente a Estados Unidos- en busca de empleo y mejores condiciones de vida, hasta sumar 3 millones 253 mil 663 personas, cerca de 8 por ciento de la PEA.
Cuando el "cambio" se sentó en Los Pinos y "olvidó" los compromisos de campaña, la estadística registraba alrededor de 400 mil mexicanos expulsados; en 2006 se estima que sumarán 600 mil, un vergonzoso aumento de 50 por ciento entre una fecha y otra.
Recientemente La Jornada publicó que "durante el sexenio del presidente Vicente Fox emigraron cada año, en promedio, más de 500 mil mexicanos. Tan sólo en 2005 abandonaron el territorio nacional 582 mil 613. El saldo neto en este sexenio es de 3 millones 253 mil 663 personas. Un comparativo de censos entre los estudios del Consejo Nacional de Población (Conapo) y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) -concluido el mes pasado- revela que hay un aumento significativo en la cifra que hasta el momento se ha utilizado para los análisis oficiales y académicos en esta materia, en torno a los emigrantes que anualmente dejan el país en pos de un empleo mejor remunerado" (Fabiola Martínez y Alma Muñoz).
Resulta escalofriante el dato, pero el micrófono oficial ni de lejos lo menciona. Sólo presume la creciente cuan voluminosa inyección de divisas que significan las remesas puntualmente enviadas por los mismos que la vigorosa cuan envidiable (Fox dixit) economía nacional ha expulsado a lo largo de los años. Incluso, asegura, sin sonrojarse, que ese río de dólares "muestra la confianza que tienen en su gobierno".
A lo largo del "cambio", la economía mexicana se habrá beneficiado por la inyección de 95 mil millones de dólares, aproximadamente, por concepto de remesas, la segunda fuente de divisas sólo superada por la exportación petrolera, un monto equivalente a 1.25 veces el saldo de la deuda pública externa al inicio del actual gobierno.
En el sexenio foxista dicha inyección se ha multiplicado por cuatro, al pasar de 6 mil 280 millones de dólares, al cierre de 2000, a cerca de 25 mil millones a finales de 2005, de acuerdo con las proyecciones oficiales. En el primer año del "cambio", el monto de remesas creció 40 por ciento con respecto al periodo previo; en 2002 el aumento fue de 10 por ciento; en 2003, de 36 por ciento; en 2004, de 24 por ciento; en 2005, de 20 por ciento, y en 2006, de 25 por ciento, de acuerdo con las proyecciones oficiales.
La creciente expulsión de mano de obra se puede medir con las siguientes cifras: en el sexenio salinista la paisanada inyectó alrededor de 16 mil millones de dólares. En el de Ernesto Zedillo, casi 30 mil millones, y en el de Vicente Fox 95 mil millones. Si se compara con el primero, el crecimiento es cercano a seis veces, mientras que con el segundo el incremento ha sido superior a tres tantos.
Lo anterior no sorprende, aunque sí indigna, al saber que para el grueso de la población la economía mexicana se mueve con desesperante paso de tortuga, algo inversamente proporcional para aquellos que son dueños de este maravilloso país "donde florecen las inversiones" (Fox dixit), un paraíso en el que la fortuna de una sola persona equivale al ingreso mensual de 22 millones de mexicanos.
Nada envidiable es la situación para aquellos que permanecen en territorio nacional. Por mucho que el micrófono foxista asegure que "se alcanzan cifras históricas" en el renglón laboral, lo cierto es que en el maravilloso sexenio del "cambio" la tasa oficial de desempleo abierto se ha duplicado, 28 por ciento de la población económicamente se "ocupa" en el sector informal de la economía y el sector formal sólo ha generado 14 plazas por cada cien requeridas, la mayoría de ellas eventuales, con salarios de hambre y prestaciones mínimas, en el mejor de los casos.
Desde un inicio , el presidente Fox habló de su "compromiso" y "pasión" por hacer del suyo el "sexenio del empleo". El mini presidente electo ha dicho lo mismo y, antes de iniciar, reclama para sí esa medalla. Lo cierto es que el primer "apasionado" resultó un fiasco y el segundo basa su dicho en el mismo esquema seguido por el actual inquilino de Los Pinos, esto es, el que resultó ser un rotundo fracaso.
Las rebanadas del pastel:
El mercado bursátil se negaba a darle su "voto de confianza" al Felipillo. Sin embargo, más tardaron en reunirse Calderón y Guillermo Prieto, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, para que la comunidad bursátil "reaccionara" con un repunte de 2.38 por ciento. ¿De a cómo el punto, señor licenciado?