Bajo la Lupa
Otoño turbulento: recesión global en el radar
El concepto "economía de guerra" no es muy apreciado por los economistas lo cual no significa que no exista-, pero sí cuenta con la entusiasta aprobación de los historiadores de conflictos bélicos
Ampliar la imagen La Reserva Federal no puede disminuir las tasas de interés y la teocracia bushiana tampoco puede abatir los impuestos a las clases pudientes en detrimento de los desposeídos Foto: Reuters
Ampliar la imagen El segundo escenario de "recesión benigna", que parece gozar de mayor número de adeptos, considera que se asemejará a la de 2001, año en que ocurrieron los atentados del 11/9 cuando Estados Unidos se transformó en una teocracia bélica unilateral y cuya "economía de guerra" posterior consiguió sacar al régimen bushiano de su letargo Foto: Ap
Durante una conferencia magistral ante el solvente Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México acabamos de exponer los cuatro escenarios de la recesión global en ciernes.
Primer escenario: frente al estallido de la burbuja de los bienes raíces y el declive de los precios de las materias primas, Stephen Roach, economista en jefe de la banca de inversiones Morgan Stanley, dejó atrás su previo pesimismo para tornarse optimista a carta cabal, para vaticinar que, inclusive, podría dejar de escenificarse la tan temida estagnaflación (28.8.06) que auguran los otros tres escenarios que varían en profundidad y duración.
El segundo escenario, de "recesión benigna", que parece gozar de mayor número de adeptos, considera que se asemejará a la de 2001, año en que ocurrieron los atentados del 11/9 cuando Estados Unidos se transformó en una teocracia bélica unilateral y cuya "economía de guerra" posterior consiguió sacar al régimen bushiano de su letargo. El concepto "economía de guerra" no es muy apreciado por los economistas -lo cual no significa que no exista-, pero sí cuenta con la entusiasta aprobación de los historiadores de conflictos bélicos.
Una recesión benigna representaría una magnífica noticia para el mundo, ya que la economía de Estados Unidos es el principal sostén de la economía global del lado de la demanda cuando China se sitúa como el superlativo motor del lado de la oferta. El defecto del escenario benigno es que tiene en su contra tres factores: la Reserva Federal no puede disminuir las tasas de interés y la teocracia bushiana tampoco puede abatir los impuestos a las clases pudientes en detrimento de los desposeídos, mientras queda la duda si optará por la "economía de guerra" contra Irán, que en estos momentos ha amainado con la visita del ex presidente Jatami a Estados Unidos.
Cabe recordar que la "nueva economía" de Alan Greenspan -que ni fue nueva ni fue economía, sino una vulgar "burbuja.com" que luego se permutó en otra burbuja de los bienes raíces- aseguraba el fin de la inflación y el desempleo, en similitud con el vicepresidente Richard Bruce Dick Cheney, quien había afirmado en forma insensata el "fin de los déficit". Por cierto, Cheney, anterior director de la putrefacta petrolera texana Halliburton, cesó de creer en el dólar y prefiere tener sus inversiones en instrumentos sólidos fuera de la órbita del país que gobierna.
El tercer escenario , quizá el más probable, si es que no se le escapan las variables a la Reserva Federal en la etapa compleja de Ben Shalom Bernanke (alias Helicóptero, porque pretende lanzar desde los cielos toda la masa monetaria posible para impedir una depresión), sería la repetición de la estagnaflación, una mezcla de estancamiento con inflación de la década de los 70. Su defecto es que no contempla la medición de la masa monetaria conocida como M3 que cesó de ser publicada esta primavera, ni la realidad contable, totalmente opaca, de los ominosos "hedge funds" ("fondos de cobertura riesgo"), que pueden arrastrar al planeta a un Armagedón financiero que correspondería al tercer escenario, similar o peor a la depresión de la década de los 30, cuya visión es apadrinada por un minúsculo número de analistas, lo cual no significa que sea improbable.
El banco británico HSBC acaba de alertar sobre el riesgo de una "plena" (sic) recesión debido a la crisis de la oferta inmobiliaria (Reuters, 8.9.06): "Mientras los ingresos de las trasnacionales han permanecido en la estratosfera, los ingresos de la mayoría de estadunidenses ha declinado en los pasados 18 meses", lo que puede significar, según los economistas Stephen King y Ian Morris, una "receta para duros tiempos en una economía que depende de los consumidores en tres cuartas partes de su fuerza", lo cual podría llevar a una recesión "más prolongada" cuando el gobierno ha perdido su margen de maniobra debido a sus déficit monumentales.
Gordon Brown, encargado de las finanzas británicas, publicó una declaración en la que advertía los "riesgos que enfrenta la economía global" cuando planea un "otoño incierto" (The Financial Times, 26.8.06), postura que refleja las inquietudes de Ben Shalom Bernanke (alias Helicóptero) un día antes en Jackson Hole, donde alertó sobre la "búsqueda de mayor proteccionismo en el mundo", mientras "se expande el antiamericanismo, la antiglobalización y el aislacionismo".
Es curioso que lo que en economía corresponde a los ciclos del binomio auge/recesión, en política se traduzca en el binomio expansionismo/aislacionismo que ha marcado nítidamente la conducta del imperio estadunidense desde el siglo 19, sobre todo desde 1898. En las ciencias sociales nadie ha podido superar la teoría de los ciclos recurrentes ("ricorso") de Giambattista Vico, insigne historiador napolitano humanista del siglo 17.
Nouriel Roubini, profesor de economía en la Escuela Stern de Negocios de la Universidad de Nueva York, además de jefe de Roubini Global Economics, advierte que "el mundo se debe preparar para la recesión de Estados Unidos", en una colaboración para The Financial Times (9.8.06): "La Reserva Federal esperaba un aterrizaje suave, pero enfrenta una recesión" cuyas "implicaciones serán globales". Aduce que las "tres fuerzas imparables" que la desencadenarán son "la desaceleración inmobiliaria, los altos precios del petróleo y mayores tasas de interés" que golpearán al "consumidor estadunidense, de por sí endeudado y con salarios reales a la baja". A su juicio, el estallido de la burbuja de los bienes raíces será peor que la implosión de la burbuja de las telecomunicaciones de 2001 y vaticina que las "implicaciones para la economía global serán muy serias: caída del dólar en medio de la desaceleración de Estados Unidos que desembocará en fuerzas deflacionarias en Europa y Asia, donde no existe mayor margen de maniobra para la facilitación monetaria y/o fiscal". Cuando la recesión asiente sus reales "los mercados de valores globales se desplomarán con las divisas y los bonos de los mercados emergentes", y concluye que "el dólar corre el riesgo de una caída desordenada conforme el déficit de cuenta corriente se torne insostenible con la consecuencia del éxodo de inversiones extranjeras de Estados Unidos en medio de mayores presiones comerciales proteccionistas". El "escenario Roubini" se encontraría a medio camino entre el tercero y el cuarto enunciados, con mayor proclividad a este último.
Hasta el displicente cuan agónico Fondo Monetario Internacional, en su reporte de Estabilidad (sic) Financiera Global, admite que "el mayor riesgo en los mercados financieros globales" lo constituye "un desplome desordenado del dólar, por lo que conminó a los hacedores de las políticas financieras a prepararse y a actuar rápidamente (sic) cuando caigan los precios de las acciones" (Bloomberg, 12.9.06).
¿Se prepara el G-7 para el "efecto Islandia" (ver Bajo la Lupa 29.3.06 y 5.4.06) a escala global, lo cual se asemejaría más al cuarto escenario maligno? En este sentido se sitúa Mike Whitney (El día de la verdad de la pulverización de la economía de Estados Unidos"; ICH, 9.9.06) que merece un análisis especial.