Editorial
Entre canallas
La conversación telefónica divulgada ayer entre el presunto pederasta Kamel Nacif y Emilio Gamboa Patrón, coordinador de la bancada priísta en la Cámara de Diputados, es una expresión contundente de la putrefacción a la que ha llegado el grupo en el poder del que Gamboa forma parte, por supuesto, así como de la posición subordinada y servil de buena parte de senadores y diputados de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional (PAN) ante intereses económicos dudosos e inconfesables.
La opinión pública tiene ante sí una prueba de que Gamboa ejemplo de sobrevivencia política oportunista desde tiempos de Miguel de la Madrid, y mencionado, junto con Nacif, como participante en la red de pederastas que administraba Jean Succar Kuri no responde, en su condición de legislador, a los intereses de aquellos a quienes supuestamente representa, sino a los de un empresario de antecedentes turbios. Ello obliga a preguntarse por los grados de abyección a los que llegaron recientemente los senadores panistas y priístas ante el poder económico de Televisa y de Tv Azteca, mucho más vasto y determinante que el de Nacif, cuando aprobaron una ley de telecomunicaciones hecha a la medida de la ambición del duopolio televisivo, que regala el espectro radioeléctrico de la nación a intereses privados, y conforma, de esa manera, un saqueo impune y legalizado de bienes nacionales.
El botón de muestra de la cariñosa petición de instrucciones legislativas de Gamboa al "papito" Nacif, "gran amigo y protector" del actual gobernador veracruzano Fidel Herrera, deja entrever, en efecto, el proceso regular de toma de decisiones por parte de los altos mandos de los poderes de la Unión, explica la dirección tan característicamente inmoral, antinacional y antisocial de los asuntos públicos en sexenios recientes, incluido el actual. Por otra parte, no puede omitirse el dato de que el priísta yucateco es, hoy, un interlocutor para decirlo en términos institucionales o colaborador si ha de reflejarse el sentir popular de primera importancia de Felipe Calderón Hinojosa, así como una pieza clave en los esfuerzos del michoacano por tomar posesión como presidente de la República. En días recientes Calderón se ha reunido con Gamboa y se ha dejado fotografiar con el góber precioso Mario Marín.
Sometido a fuego amigo por el presidente de su propio partido, Manuel Espino, y protagonista de un encontronazo cada vez más inocultable con el todavía presidente Vicente Fox, el ex candidato presidencial panista no parece haber tenido mejor idea que dejarse consentir por lo más corrupto, jurásico y antidemocrático del viejo régimen: el sindicalismo charro (Víctor Flores, Elba Esther Gordillo) y el círculo de Succar Kuri (Gamboa Patrón, el gobernador poblano).
Sin duda, la filtración a los medios de las conversaciones referidas ocurre en el contexto de un ajuste de cuentas interno en el grupo en el poder. Gamboa acusó al gobierno federal de estar detrás de la revelación, y ha de concederse que su hipótesis embona con los estilos de hacer política característicos del foxismo.
Por lo demás, el político yucateco calificó la revelación de "una canallada". Sin duda, el registro subrepticio de conversaciones privadas es un delito, y divulgarlas para golpear políticamente constituye una inmoralidad de uso frecuente por los gobernantes actuales y de sus poderosos aliados; recuérdese la trama de los videos de Carlos Ahumada y la participación en ella de Santiago Creel, Diego Fernández de Cevallos, el ex procurador Rafael Macedo de la Concha y Carlos Salinas. Pero también es canallesco y repudiable que los legisladores orienten su trabajo en función de instrucciones de "papitos" y "protectores" de la calaña de Kamel Nacif, como hizo, o hace está la prueba Emilio Gamboa Patrón, actual coordinador de la bancada priísta en la Cámara de Diputados e interlocutor privilegiado de Felipe Calderón, quien, por lo demás, no esconde sus afinidades. ¿Es por esa coalición mafiosa que votaron quienes dieron su sufragio al candidato presidencial del PAN?