Murió el flautista Richard Egües
La Habana, 3 de septiembre. El músico cubano Richard Egües murió el pasado primero de septiembre, a los 82 años de edad, al cabo de una carrera en la que brilló como compositor y arreglista, pero sobre todo como virtuoso enamorado de la flauta, instrumento al que se aferró en su vida para convertirlo, según sus palabras, en "la prima donna de la orquesta".
Egües queda en la memoria de la música como paradigma del ejecutante riguroso y al mismo tiempo sensible a los reclamos populares. Su flauta relumbra en danzones como La reina Isabel y Un real de hielo, entre otros números de la Orquesta Aragón, donde este artista dejó sus mejores enseñanzas.
Una mañana de octubre del año pasado, ya herido por una dolencia renal, conversó con La Jornada en su departamento del barrio de Santos Suárez. Ahí contó la historia de El bodeguero, el chachachá que escribió medio siglo antes y que ha sacudido a generaciones de bailadores.
Originario de Cruces
Egües nació el 26 de octubre de 1923 en el poblado de Cruces, actual provincia de Cienfuegos, en la costa surcentral de Cuba. Hijo de músico, aprendió varios instrumentos, tocó en orquestas pueblerinas y llegó a la capital para animar las noches de cabaret, ya con el piano, ya con el sax. De todos los instrumentos que conocía se quedó con la flauta.
En 1954 se unió a la Aragón y ahí se volvió leyenda. Hizo de su flauta una pieza clave en el ritmo y en la melodía, la solista en la dotación de vientos, un paso obligado a la hora de las improvisaciones y el sello de marca de la banda, del chachachá y de sí mismo, su ejecutante estrella.
"La flauta tenía un papel importante, pero limitado en el danzón", dijo Richard en la entrevista con este diario. "Fue la improvisación la que llevó a la flauta a su papel de protagonista."
Gerardo Arreola/ Corresponsal