Desde el otro lado
De energéticos y otros brebajes
La semana pasada apareció esta noticia en el diario Houston Chronicle: "La compañía Brown Forman de Kentucky adquirió la empresa mexicana que produce el Tequila Herradura por 879 millones de dólares".
Mala nueva en el marco del mes patrio. Una de las casas emblemáticas de la bebida nacional por excelencia pasó a manos del capital extranjero. Más allá del significado que ello pudiera tener, hay un problema más serio que no se puede dejar de advertir: el preludio de la enajenación paulatina de industrias consideradas estratégicas para nuestro desarrollo.
Sobra decir que el tequila no es estratégico para algunos, pero su venta a una compañía foránea es sintomática de una perniciosa tendencia. No es secreto que uno de los grupos de interés que más pugna por una reforma energética en México está integrado por las compañías petroleras extranjeras y la industria accesoria a ellas.
La diferencia derivada de la explotación de un recurso como el petróleo cuando lo realiza una empresa del Estado y su explotación por el sector privado es lo que ha sucedido en el estado de Louisiana. De sus costas se extrae 25 por ciento del petróleo que produce ese país. Esto debería garantizar una bonanza económica y de bienestar para los habitantes de ese estado. Pero una de las consecuencias del paso del huracán Katrina es que nos enteremos de que Luisiana es uno de los más pobres de Estados Unidos.
Recientemente se estrenó el extraordinario documental dirigido por Spike Lee sobre la tragedia que sufrió hace un año la ciudad de Nuevo Orleáns como consecuencia del huracán.
En el documental se puede apreciar, además del gran sufrimiento de quienes viven ahí, la increíble pobreza de la mayoría de sus habitantes. ¿Cómo se puede explicar que un estado con tal riqueza padezca una pobreza tan extrema? No es muy difícil.
Cuatro o cinco grandes compañías son dueñas de la riqueza petrolera de ese estado y sus multimillonarias ganancias se distribuyen entre un reducido número de socios y administradores de esas compañías. (Tan sólo el año pasado la Compañía Exxon-Mobil obtuvo ingresos por 36 mil millones de dólares, de los que 64 por ciento se distribuyeron entre reducido grupo.)
Ese es el precio que ha tenido que pagar un pueblo por "disfrutar" de los beneficios de la libre empresa y el derecho del sector privado a usufructuar la riqueza que debería pertenecer y ser distribuida entre todo ese pueblo.
¿Alguien se puede imaginar cómo sería México si Lázaro Cárdenas no hubiera expropiado la industria petrolera? El estado de Luisiana puede ser ejemplo de ello.
Ya se enajenó el tequila, uno de nuestro energéticos por excelencia; esperemos que el ejemplo no cunda con energéticos de mayor trascendencia, aunque menos estimulantes.