Es el complejo astronómico más poderoso y avanzado del planeta
Cerro Paranal, la ambición por descubrir el origen del universo
Ante la gran demanda, la administración sólo aprueba uno de cada cinco proyectos
Construido en territorio chileno es operado por el Observatorio Europeo Austral
Cerro Paranal, Chile, 1º de septiembre. Exactamente 20 minutos después de la puesta de sol y en la más absoluta penumbra, se inicia el incesante trabajo en el Observatorio de Cerro Paranal, el complejo astronómico más poderoso y avanzado del planeta instalado en la zona montañosa del desierto de Atacama, en el norte de Chile.
A esa hora, por lo menos 350 noches al año, los cuatro telescopios que conforman el potente Very Large Telescope (VLT) dirigen sus miradas hacia el universo, para buscar respuestas a las dudas que acompañan desde siempre a la humanidad: cuándo y cómo se formó el Universo, o si existe vida extraterrestre.
La noche de la visita de la AFP el astrónomo francés Christophe Dumas observaba un pequeño satélite alrededor del planeta Neptuno para saber de qué está hecho.
Neptuno es uno de los planetas más alejados del sistema solar y la mayoría de los objetos que lo orbitan están cubiertos de hielo a diferencia del que observaba Dumas esa noche, un fenómeno aún sin explicación pero que serviría para ahondar la comprensión del sistema solar.
"Comprender cómo se forman otros sistemas sirve para entender cómo se formó nuestro sistema", resume Dumas.
A 2 mil 635 metros de altura sobre el nivel del mar, el gran telescopio de Paranal es operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), creado en 1962 y que conforman 11 países: Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Portugal, Suecia y Suiza. España espera ratificar pronto su incorporación.
Cada uno de los cuatro grandes telescopios que forman el VLI cuenta con un espejo principal de 8.2 metros de diámetro. El observatorio posee además tres telescopios móviles auxiliares, con espejos principales de 1.8 metros de diámetro.
La luz combinada proveniente de estos siete instrumentos ópticos forma el llamado VLT Interferómetro, que permite alcanzar imágenes con una nitidez impresionante, equivalente a poder observar a un hombre sobre la superficie de la Luna.
La noche termina, pero el trabajo en Paranal no se detiene. Con la luz del sol los técnicos se dedican al mantenimiento de los sofisticados equipos y los astrónomos a interpretar las observaciones de la jornada anterior y prepararse para la que sigue.
Los pedidos para utilizar los telescopios son tan abundantes que no se puede perder ningún minuto de observación nocturna, explica el relacionista público de ESO, William Garnier.
En promedio, el Observatorio de Cerro Paranal (a través de una comisión) aprueba sólo uno de cada cinco proyectos que se presentan. "Para el resto, lamentablemente no queda tiempo", dice Garnier. Por esa razón la noche en Paranal es utilizada al máximo y se termina justo cuando reaparece el sol en la madrugada.
Unos 30 minutos antes de la puesta del sol, los telescopios comienzan a ser climatizados para que al momento de su apertura no existan diferencia con la atmósfera, que los dañe o perturbe su rango de visión.
"Es un proceso lento en el que no puede haber ningún error", señala el ingeniero Juan Osorio, a cargo de la operación.
Y para evitar que la contaminación lumínica afecte las observaciones astronómicas, las medidas son draconianas: De noche los vehículos que circulan por el observatorio deben hacerlo sólo con las luces de estacionamiento y las personas con pequeñas linternas apuntadas siempre hacia el suelo.
La residencia en la que habitan los astrónomos y el personal que trabaja en Paranal -unos 130 en total-, cuenta también con todos los resguardos para evitar que cualquier rayo de luz perturbe las observaciones.