Usted está aquí: domingo 27 de agosto de 2006 Opinión Los encantos de Iztapalapa

Angeles González Gamio

Los encantos de Iztapalapa

Esta ciudad de ciudades alberga encantos que la mayoría de los habitantes desconocemos, por eso son tan importantes publicaciones como la Guía turística de Iztapalapa y su patrimonio, que acaba de editar la delegación política que preside Ricardo Evia Ramírez, que nos descubre múltiples atractivos, la mayoría de los cuáles ni nos imaginábamos. Entre otros, las 30 fiestas patronales, cada una con su mayordomía; el carnaval, en el que participan los diversos barrios y pueblos; su famosa representación de la Pasión de Cristo, que aquí nos enteramos que también se lleva a cabo en otros pueblos y en unidades habitacionales.

Resulta igualmente interesante conocer la cantidad de monumentos históricos que resguarda, de manera relevante, el antiguo convento de Culhuacán, joya arquitectónica que actualmente es un museo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que tendrá su crónica especial.

Iztapalapa conserva 10 templos y capillas, cada uno con su gracia; sobresale el santuario del Señor de la Cuevita, rodeado de jardines, que se dice eran parte de los de Cuitláhuac que deslumbraron a los españoles, según la crónica minuciosa de Bernal Díaz del Castillo. También hay casonas, cascos de viejas haciendas y los restos de un molino de papel del siglo XVI.

Fundada en el siglo VII de nuestra era con el nombre de Culhuacán, conserva importantes vestigios arqueológicos; entre otros, en el Cerro de la Estrella, la pirámide donde se celebraba la ceremonia del Fuego Nuevo, acto trascendente en la vida de los pueblos de la cuenca de México, que se llevaba a cabo cada 52 años. Su conocimiento de los astros, les permitía a los sacerdotes conocer en qué momento un grupo de estrellas llamado pléyades, pasaría por el cenit, lo que indicaba el fin de un ciclo, por lo que tenían que celebrar una ceremonia para pedir a los dioses un periodo más de vida. Se rompían todos los utensilios de uso cotidiano y se apagaba el fuego de los templos y de las casas hasta que concluía la ceremonia, y los sacerdotes prendían en el pecho de un sacrificado el Fuego Nuevo, que era llevado a los pueblos para que de él prendieran todos la nueva luz; en 1507 se celebró por última vez.

La útil guía nos habla del pasado y del presente con cifras y datos impresionantes. De haber sido una plácida zona rural, entre cuyas actividades principales se encontraba la de abastecer de vegetales frescos a la ciudad de México, que cultivaban en sus productivas chinampas, se fue transformando hasta ser en la actualidad la concentración urbana más grande del Distrito Federal, con cerca de dos millones de residentes, de los cuales 25 por ciento vive en alguna de las 570 unidades habitacionales. Tiene más de 58 mil empresas, 80 por ciento de las cuales son consideradas micro o pequeñas.

Alberga lo que podríamos considerar una pequeña ciudad: la Central de Abasto, construida en 1981 por el destacado arquitecto Abraham Zabludovsky sobre lo que habían sido chinampas; ocupa una superficie de 304 hectáreas, siendo más grande que las de París, Pekín o Madrid. Es el mercado mayorista más grande de América Latina y uno de los más importantes del mundo.

Para dar una idea de los volúmenes que maneja, baste decir que distribuye 35 por ciento de la producción nacional de frutas y hortalizas, además de otros productos, como flores, lácteos, abarrotes, granos, semillas y carnes. Diariamente comercializa alrededor de 30 toneladas de alimentos y productos básicos, lo que representa 80 por ciento de los alimentos que consumen los habitantes de la ciudad de México y buena parte de los estados circunvecinos.

Este intenso movimiento requiere de dos mil bodegas, mil 500 locales comerciales, estacionamientos, bancos, frigoríficos, restaurantes, hoteles, refaccionarias, medios de comunicación internos, servicios médicos y gasolinerías; hay 70 mil trabajadores directos y acuden 300 mil visitantes diarios. ¿Verdad que no exageré al llamarla pequeña ciudad?

Como ven, nos esperan muchas visitas a Iztapalapa para conocer in situ todos estos sitios, en los que hay que incluir un paseo a la nueva Viga, el gran mercado de pescados y mariscos, que se construyó en 1993, en la parte suroeste de la Central de Abasto, y sin llegar a las cifras de su hermana mayor, "no canta mal las rancheras" en lo que se refiere a los volúmenes de mercancía que maneja, más que la mayoría de los puertos del país; les menciono sólo una cifra: comercializa 65 por ciento de la producción nacional de escama y un importante volumen de moluscos y crustáceos. Desde luego, tiene muchos restaurantes donde puede uno saborear estos productos, como ustedes se imaginarán ¡fresquísimos!

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