Mediante la improvisación de un performance denuncian el fraude electoral
Aparece La democracia ultrajada en el megaplantón de Reforma
Música de tango y flamenco, dos pedazos de satín y dos valientes dieron vida a la obra
Ampliar la imagen Lizbeth Franco y Felipe Fulop desafiaron las bajas temperaturas para dar vida a un performance en pleno Reforma Foto: Francisco Olvera
Justo al final, o al principio, según se vea, del plantón ciudadano por la limpieza electoral, instalado del Zócalo al Periférico, la noche del jueves se improvisó en el campamento de la delegación Azcapotzalco el performance La democracia ultrajada.
Sustituto de un espectáculo de body painting (pintura en el cuerpo), malogrado por la informalidad del pintor, la modelo Lizbeth Franco asumió el reto del performancero Felipe Fulop para representar el reciente ultraje a la democracia en México.
Música de tango y flamenco, una cuerda, dos pedazos de satín blanco y el atrevimiento de desnudarse en la calle (no por pudor sino por el frío de la noche lluviosa), bastaron para esa representación sobre Reforma, a unos metros del Periférico y ante el asombro de muchos de los miles de transeúntes que, a intervalos y por grupos, pasaban por ahí hacia las estaciones del Metro Auditorio o Chapultepec.
Luego del performance en el que la Democracia (Lizbeth) y el Ultrajador (Felipe) es perseguida y atada, agredida con las telas blancas y luego liberada, Fulop comenta que se trató de una improvización en la que "el pueblo se encuentra triste y luego se alegra cuando la democracia resurge tras la herida recibida".
Franco dijo que ella se concentró en la idea de que "la democracia no debe ser oprimida" y, por el contrario, "tiene que crecer aún más".
Cuando la informalidad del pintor inquietaba aún más a los organizadores, entre ellos Alejandra Avila, y los conductores de Radio Hormiga ("Voz en resistencia de Azcapotzalco") no acertaban a ocupar el tiempo vacío más que con música y anuncios, por suerte apareció un Tigre Famélico armado con un libro de José Gorostiza.
Se trataba del poeta y promotor cultural Roberto Ramos, quien, para "invocar" a la modelo que más tarde llegaría, leyó un fragmento de Muerte sin fin, que comenzó así:
"Lleno de mí, sitiado en mi epidermis/ por un dios inasible/ que me ahoga,/ mentido acaso/ por su radiante atmósfera de luces/ que oculta mi conciencia derramada,/ mis alas rotas en esquirlas de aire,/ mi torpe andar a tientas por el lodo (...)"