Usted está aquí: sábado 26 de agosto de 2006 Cultura Escribir es una actitud moral que se opone a la corrupción del exterior

Enrique Vila-Matas se describe como justiciero de la literatura, pero que está cansado

Escribir es una actitud moral que se opone a la corrupción del exterior

MONICA MATEOS-VEGA ENVIADA

Ampliar la imagen Enrique Vila-Matas durante su encuentro con la prensa Foto: Yazmín Ortega Cortés

Jalapa, Ver., 25 de agosto. El oficio de escritor es un trabajo moral. Escribir bien es una manera de ser moral con uno mismo, tratar de escribir una frase que nadie ha escrito antes, tratar de ir más allá. Es una actitud moral porque puede estar en oposición con la corrupción reinante en el exterior.

Habla el escritor catalán Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), uno de los grandes amigos de Sergio Pitol, presente ayer en el emotivo homenaje que las autoridades culturales de Veracruz organizaron para celebrar el Premio Cervantes 2005 que le fue otorgado al autor de El mago de Viena.

Convaleciente de una operación quirúrgica, empezando una nueva etapa física, emocional, "y quizá literaria", Vila-Matas accede a charlar con los medios de comunicación que lo han acosado desde su arribo a esta capital veracruzana.

En 1968 el narrador se fue a vivir a París, autoexiliado del gobierno de Franco, en busca de mayor libertad creativa. Su estancia en la capital francesa se convirtió en leyenda, pues el apartamento donde se instaló se lo alquiló la escritora Marguerite Duras. Durante estos años subsistió realizando pequeños trabajos como periodista para la revista Fotogramas, e incluso colaboró en una película de James Bond. Publicó su primer libro en 1977, titulado La asesina ilustrada.

Inicia la plática describiendo los lazos que lo unen con Sergio Pitol: "la nuestra es la historia de una amistad a través del tiempo. Hay dos tipos de amistades: la que uno establece con personas que viven en la misma ciudad, que se ven con mucha constancia y a veces acaban peleándose por fatiga mutua; y otra, que se va desarrollando con el tiempo de forma más inteligente, cuando dos personas viven en ciudades diferentes y la amistad se mantiene magnífica a través del tiempo, debido en parte a que se dan encuentros muy felices y fértiles.

"Cuando conocí a Sergio, en Varsovia, yo tenía sólo 25 años. Ningún escritor de su categoría me dedicaba tiempo, no para mí, sino para darme su literatura, porque le preguntaba qué opinaba de los autores, qué había leído.

"Entonces yo tenía que inventar lo que quería ser, porque no me había decidido. Sergio me comunicó una pasión por la cultura, la cual me ha perseguido toda la vida, a tal punto que después me enteré que la cultura no necesariamente creaba ángeles y personas maravillosas, sino también monstruos, la prueba está en el nazismo.

"En los campos de concentración había personas que escuchaban la música de Mozart. Por tanto, la cultura no nos salva de nada, pero yo nací en la España franquista, donde reinaba la incultura.

"Sergio me inyectó su pasión por la lectura, por la escritura. Aprendí a valorar más la música. Fue fundamental, me guió sin que me diera cuenta."

Enrique Vila-Matas confiesa que ha tenido muchos enemigos que él mismo se ha creado: "escritores que no me interesaban y a quienes se los he dicho abiertamente. Me he convertido en una especie de justiciero de la literatura, repartiendo aprobados y suspendidos. Pero ya me cansé, ahora me son indiferentes. A los escritores que me gustan, los leo, y a los demás, que hagan lo que quieran, no estoy interesado en las grandes peleas".

Lejos de los políticos

El autor de El mal de Montano (2002) procura mantenerse alejado de los políticos: "no me atrae estar al lado de los mandatarios ni del poder. Con el humanismo a la baja, actualmente la literatura no puede estar comprometida de una manera política porque no se le escucha, pues no estamos en la época, por ejemplo, de los intelectuales franceses, cuando sus opiniones contaban en el mundo. El intelectual ahora ya no cuenta para casi nada, pero se ha de seguir con la actitud vigilante, por mucho que no sea el trabajo propiamente de la literatura".

Vila-Matas se encuentra escribiendo el libro Exploradores del vacío, sobre el cual señala: "me resisto a pensar que vamos hacia el vacío, los personajes de mi libro buscan si existe lo que no sabemos, están perdidos o avanzando en ese abismo en el que nos hemos movido siempre. Nunca sabemos quiénes somos ni lo que estamos haciendo.

"Con el anterior libro que escribí, tanto quienes lo han aplaudido como quienes lo han criticado, coinciden en que he llegado a un callejón sin salida. Pensé que tenía que buscar una salida a ese vacío. Entonces continúo en la búsqueda de aquello que he perseguido en los años recientes, pero ahora será de manera más amable, en forma de relatos, que es lo que hacía hace unos 10 años y que dejé para adentrarme en lo que mi editor, Jorge Herralde, de Anagrama, llama la enfermedad metaliteraria.

"Escribo para divertirme, no para sufrir. Trato de pasarlo bien, que me interese lo que hago, y que le interese a la gente, aunque tengo claro que hago literatura minoritaria. Sé que hay muchos lectores jóvenes que siguen lo que hago, y eso es muy interesante para un escritor de mi edad, porque significa que no vivo de las rentas del pasado. Pero no pretendo alcanzar la mayoría de edad como escritor, porque no me interesa participar de la banalidad reinante.

"En la literatura hay una gran tendencia a lo convencional, a la escritura burocrática. Hay escritores horribles: los epígonos del boom latinoamericano o los imitadores de Juan Carlos Onetti y compañía.

"Claro, hacer algo nuevo en literatura es algo muy difícil. En el siglo XX los únicos que lo hicieron realmente fueron Franz Kafka y Jorge Luis Borges, y no se vio inmediatamente, nos hemos dado cuenta con el tiempo.

"Si no hay riesgo en lo que se escribe carece de sentido ponerse a escribir. Hacer algo que ya han hecho otros no me parece divertido, prefiero arriesgar, que todo sea incompleto. No pretendo el libro perfecto y que guste mucho, se trata de exponerse ante el toro, ante el peligro de fracasar.

"El tipo de escritura de mi nuevo libro quizá buscará el efecto directo o la genialidad absurda, pues las obsesiones permanecen aunque haya cambios en uno. Pero buscaré humanizar lo que escribo.

"Esta etapa está iniciando en México, porque no había tenido tiempo hasta ahora de hablar en público, desde que pasó mi colapso físico, que duró cuatro meses."

 
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