La obra musical, basada en el texto de Juan Rulfo, se estrenará el 8 de septiembre
Estrada busca recuperar la emoción en la ópera con Murmullos del páramo
Las piezas del siglo XX han sido más una expresión racional y de experimentación, dice el compositor
Presentarla en México es un encuentro con mis propios orígenes, añade
Catorce años destinó Julio Estrada a escribir la que considera la obra más importante de su catálogo, Murmullos del páramo, con la que ha propuesto plantear "un nuevo modelo de ópera".
Basada en el libro Pedro Páramo, de Juan Rulfo, será estrenada en México el viernes 8 de septiembre, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, y será "el platillo fuerte" del octavo Festival de Música y Escena, cuyas actividades tendrán lugar del 25 de agosto al 10 de septiembre.
Su premier mundial ocurrió el año pasado en Alemania, donde impresionó favorablemente a público y crítica especializada, reacción similar a la que logró en España, apenas en julio pasado. Su destino siguiente, después de México, será la Bienal de Venecia, en octubre.
De acuerdo con el compositor mexicano, este es ante todo un trabajo con el que busca "recuperar la emoción en la ópera", aspecto, a su parecer, olvidado por gran parte de los compositores del siglo XX.
En Murmullos del páramo, Estrada recurre al empleo de "tecnología muy avanzada", desarrollada por él en un estudio en Alemania, con el fin de construir dos escenas paralelas, según explica:
Una visual, apoyada en pantallas que resultan invisibles para el público; y la otra auditiva, que tiene como eje una especie de bóveda con 12 bocinas situada encima de la concurrencia, con el objetivo de espacializar el sonido y crear diferentes atmósferas.
Otro aspecto a destacar es la inclusión de "un instrumentista creativo", aquél que se encarga de hacer los efectos sonoros en radio y cine. El propósito fue "generar un vínculo" entre la ópera y las plataformas radiofónica y cinematográfica.
''No creo en un lenguaje musical''
La propuesta del creador en cuanto al manejo de actores y cantantes es de poco movimiento, situación que compensa con la inclusión de danza butoh, interpretada por el reconocido artista japones KoMurobushi.
De igual manera sobresale el hecho de que los instrumentos se convierten en personajes. Así, por ejemplo, el contrabajo es Juan Preciado; la guitarra, Susana San Juan, y el órgano representa la Iglesia.
"Se trata de una ópera abismal, porque a diferencia de la convencional, en la que están en la búsqueda de una síntesis como objetivo de la unión entre la música, el texto y la escena, lo que me parece mucho más importante para el caso de una obra inspirada en Pedro Páramo es crear una situación de ruptura" entre esos tres elementos, explica.
"Si enfatizo sobre todo aspectos del sonido y del ritmo es porque no creo en un lenguaje musical. Me he opuesto a correr por la misma vereda de quienes afirman que el lenguaje musical va a resolverles el problema. Al contrario, he hecho una tabla rasa, he roto con mi memoria, he roto con todo aquello que no sea el producto de las soluciones que busco y debo encontrar."
-¿Romper con el modelo tradicional de la ópera responde a que lo considera ya rebasado, anacrónico?
-No conozco una ópera del siglo XX que no se ajuste a los cánones que rigieron ese género durante el siglo XIX. Además, pocas óperas en el siglo XX, Woyzec si acaso, están vinculadas a la emoción; pero muchas otras a lo largo del siglo pasado han sido una expresión más racional, más de búsqueda, más de experimentación.
"Lo que me interesa con mi ópera es recuperar la emoción. No hay en ella experimentación; es la búsqueda de una música propia, así sea ésta devastadora, desoladora; así sea la necesidad de romper con el pasado.
''Pienso que en esta multiplicidad de planos, de niveles, de visiones, de estímulos a la percepción, se deja al espectador en una condición nueva, y me parece que ese es uno de los grandes recursos que puede tener la ópera en el futuro".
-¿Tiene para usted alguna particularidad la representación de esta obra en México?
-Me parece que es el momento más importante de mi vida, más al hacerlo en mi universidad. Mi música no se toca por lo general en el país y sobre todo en recintos oficiales del Estado, porque yo mismo lo he evitado. Pienso que mi lugar es el espacio universitario; he vivido siempre en él.
"El hecho de presentarla en México es un encuentro con mis propios orígenes. Es aquí donde la ópera pasará sus pruebas. Quizá en España, Alemania o en Venecia -donde se presentará en octubre próximo, como parte de la Bienal- sea vista desde un perspectiva más distante, porque no toca tanto esa vena propia que tiene Pedro Páramo en la sociedad mexicana.''
-¿Su nuevo modelo de ópera requiere de un nuevo modelo de público?
-Mi objetivo es colocar al público en una condición solitaria para que cree por su cuenta una propia síntesis. Evidentemente hay riesgo, y sin duda prefiero mantenerme en esa proximidad del abismo, que ha sido esencial en toda mi obra, que encontrarme en un terreno quieto, en el que todo es seguro".