Hoy será su última presentación en este bar; lo acompañará el grupo Vieja Estación
Carlos Johnson rompió cuerdas con su enérgico blues, en Ruta 61
El lugar se pintó de chilango cuando el músico organizó el palomazo con Alex Lora; Rafa, armonicista de El Tri; Claudia Ostos, y el guitarrista Octavio Soto, El Charro
Ampliar la imagen "¡Sólo en cinco conciertos he roto una cuerda! ¡Estoy sintiendo!", exclamó el músico de Chicago, mientras se preparaba para cantar después del incidente con su instrumento Foto: José Antonio López
El blues potente y urbano de Chicago inundó un rincón de nuestra gran capital: el oasis azul de Ruta 61.
-¿Hay alguien a quien le guste el blues? -exclamó en inglés el guitarrista Carlos Johnson.
-¡Yeah! -contestó un entusiasmado público, en el repleto bar.
-¿Hay alguien a quien le guste el blues? -insistió el músico de Chicago.
-¡Yeah!
Y arrancó Johnson, acompañado de los integrantes de la banda Vieja Estación -Mauro Bonamico (bajo), Ignacio Espósito (batería) y José Luis Sánchez (teclados)-, en una memorable noche azul.
Era tal la energía que, a poco de haber comenzado el concierto, se rompió una cuerda de la guitarra de Johnson. "¡Sólo en cinco conciertos he roto una cuerda! ¡Estoy sintiendo!"
Mientras volvía a cantar, dijo: "Es casi como cuando estás haciendo el amor, sabroso, ¡y suena el teléfono o tocan a la puerta! ¡Oh, no!"
Siguió el lento lamento de The thrill is gone, que se duele de lo perdido...
De fondo, se escuchaban los vasostintinear, el choque de las chelas. Las meseras, presurosas y solícitas, subían y bajaban las escaleras, atendiendo las mesas.
La mano izquierda de Johnson volaba sobre las cuerdas. Todos, absortos, miraban.
La música iba subiendo, hasta que llegó al éxtasis de la libertad, con "I'm free, free, free from your spell!"
Como una de esas visiones, sólo posible en este refugio azul, a los primeros acordes del mítico Hoochie coochie man, se asomaron, detrás de una columna, como invocados por la canción, un ombligo al aire y una cabellera suelta.
Ruta 61 ya lleva camino andado en ofrecer al público mexicano grandes exponentes del blues de Estados Unidos, como la cantante Grana Louise y el guitarrista John Markiss.
A su vez, este espacio ofrece a los músicos un público ávido de escuchar buen blues.
Esta no fue la excepción. Visiblemente conmocionado, Carlos Johnson dijo: "Se me enchina la piel. La música es muy especial. Lo único, lo único, lo único que recorre todo el mundo y hace sentir lo mismo a todos es la música".
Y se lanzó con The healer, sabrosa, funky.
Entre el público, de todo un poco
En el público había tanto asiduos lugareños como personas nuevas por esos lares. Entre ellos, excéntricos personajes como un hombre de cabello largo que, parado, seguía el ritmo toda la noche, balanceándose hacia delante y hacia atrás.
Era un público disímbolo: músicos, funcionarios y hasta algún asambleísta compartían su amor por la música.
Varios miembros de la comunidad blusera mexicana estaban ahí, como Betsy Pecanins, Guillermo Briseño y Alex Lora.
Aquí todo se vale: bailar con el barandal, quedarse con la mirada fija en el escenario, acercarse a brindar con los músicos.
El grupo Vieja Estación hizo un buen acompañamiento (y probablemente estará espectacular esta noche). Ha tocado magníficamente con los grandes que han estado en Ruta 61. Con todos han tenido apenas unas horas para ensayar antes del primer concierto. Esta no fue la excepción. "Es una gran banda", dijo Johnson.
Además de ciertas canciones bluseras clásicas, también tocaron algunas del nuevo disco del guitarrista de Chicago, In and Out. Destacó la impresionante ejecución de Hello there, en la que recorrió el bar, de mesa en mesa.
A lo largo de la noche soltó comentarios sobre política. Se refirió, por ejemplo, a los migrantes mexicanos que trabajan y trabajan, y luego les dicen "que se larguen. Ustedes merecen quedarse donde quieran".
Pero, definitivamente, este arte es lo suyo: "La música es con la única cosa que soy yo. Me desnudo, como ahorita".
Uno de los momentos en que mostró su desnuda belleza fue con unos segundos de acordes de Elea-nor Rigby, tras los cuales miró al público y sonrió complacido.
Avanzada la noche, Johnson invitó a subir al escenario al Missi-ssippi sexaphone, Rafa, armonicista de El Tri; más tarde, al gran guitarrista Octavio Soto, mejor conocido como El Charro; luego a Alejandro Lora y a la cantante Claudia Ostos.
El ambiente se transformó. El bar se pintó de chilango: "¡Vengan las pinches palmas de la raza!", se escuchó el característico grito loresco.
Ya para cuando tocaron Johnny be good, aquello era una franca pachanga desmadrosa.
En fin, esto fue apenas una probadita del blues fuerte, urbano -de ese que retumba en el cuerpo- que esta noche culminará.
Ruta 61, 19 de agosto, a las 21 horas. Abre Vieja Estación. Baja California 281, colonia Hipódromo Condesa. Teléfonos 3096 3021 y 5211 7602. Cover: 250 pesos.