TUMBANDO CAÑA
Samuel Ballesteros: ¡que nunca muera el son!
LOS SONEROS VERACRUZANOS están de luto por el deceso de don Samuel Ballesteros Espinosa, el popular Torombol, quien falleció el 26 de julio pasado a consecuencia de un padecimiento renal. La noticia que se divulgó en la tradicional radio Bemba no logró trascender a los medios informativos locales y mucho menos nacionales, pese a tratarse de uno de los personajes relevantes en el desarrollo del género bailable afrocubano en nuestro país.
SU HIJA LAURA Olivia, con quien conversamos días antes del deceso del músico, se ha mostrado sorprendida por el desinterés de los medios de comunicación, aunque no así por las muestras de pesar de la gente, "su gente", que le brindó cariño y amistad hasta en los últimos momentos de su vida.
"MI PADRE FUE un hombre jovial, de carácter asequible, que contó con buenos amigos -reseña. Era un tipo muy popular, todo un personaje en el ambiente musical veracruzano, entregado a lo que hacía (...) Creo que ha dejado huella profunda en el canto sonero.
"FUE UN HOMBRE luchón que siempre defendió su quehacer, su música, su son; hasta en los momentos más difíciles, cuando por factores comerciales el género tuvo su declive. Su lema y grito de batalla era ¡Que no muera el son!"
Y ASI LO expresa en el tema Cuando muere un sonero, que popularizó allá por los años 80 con los Pregoneros del Recuerdo.
ETERNO ENAMORADO DE su "cuatro veces heroico" puerto de Veracruz ("el único manicomio con vista al mar", como le gustaba identificarlo), Torombol nació en el barrio de La Huaca, cuna de grandes soneros. Debido a la precariedad económica familiar desempeñó desde temprana edad los oficios más variados: lazarillo, vendedor ambulante, payaso, beisbolista, carnicero, boxeador, réferi, maestro de ceremonias... hasta que se inmiscuyó en los rumbones del barrio, donde descubrió cualidades que ni sospechaba poseer: oído musical, voz colorista y sentido del tempo.
EN LA HUACA coincidió con aquellos soneros de la mata, con quienes empezó a descargar y hacerse de los recursos interpretativos de la vieja trova veracruzana, el son cubano y el bolero puertorriqueño. Para más adelante cantar en tríos y cuartetos serenateros hasta llegar a ser la voz distintiva de agrupaciones sólidas, como los veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo, Danzonera La Playa, Conjunto de Hugo Ceballos y Son de la Loma, por mencionar las más importantes, con quienes dejó testimonio discográfico.
Malosidad rumbera
TOROMBOL SE HIZO en la calle. Se graduó en la universidad de la vida, doctorándose con todo los honores en el rascabucheo, la jiribilla y la malosidad rumbera, acuñando cuanto dicharacho callejero se encontró a su paso para patentarlo y regresarlo como propio mediante sus canciones.
QUIEN NO LO recuerda en Villa del Mar, La Sirena, El Carioca u otros comederos y bebederos porteños, saludando a la gente gozona con su clásico ¡vaya! (ese saludo/alerta muy común entre los soneros), y entre tema y tema armar jocosos esketches a partir de canciones conocidas, como el dramático bolero Naila, de Chuy Rasgado, o poemas de la altura de Por qué me retiré del vicio.
TENIA GRACIA NATURAL para decir las cosas. Con desparpajo involucraba a personas en situaciones reales o inventadas ejerciendo de delator cómico o corrosivo cronista de sociales. Pícaro, con ese humor muy jarocho, pregonaba el menú que podía degustar todo aquel que visitara el puerto: "caldo de guayaba", "arroz a la prao-prao", "frijoles rellenos de jaiba", "ancas de mosquito al mojo de ajo", "cucarachas empanizadas". Y de postre: "pezones de tamarindo" o "plátanos rebanados".
SE LE RECUERDA por su carácter alegre, pero más por sus dones de sonero. Arturo Pitalúa, director de los Pregoneros del Recuerdo, señala que poseía un timbre muy característico que se podía identificar entre miles de tonos". Arturo Villegas, de Son de La Loma, dice que el mejor tributo que se le puede hacer es "seguir con la música ¡que no muera el son!"
Cumplió un sueño anhelado
ANTES DE PARTIR Torombol cumplió un sueño anhelado: "bailar en la casa del trompo", cantar en Cuba. Lo logró al integrarse a la delegación que encabezaban los Pregoneros del Recuerdo en el Festival Benny Moré 2001. En Lajas, tierra natal del Bárbaro del ritmo, el sonero jarocho tomó por sorpresa a los presentes y agradó por su voz y carisma. Más tarde repetió la hazaña en el Carlos Marx, alternado con el grupo femenil Anacaona, y posteriormente defender su querido son en el Palacio de la Salsa, ante Paulito FG y La Charanga Habanera.
SAMUEL BALLESTEROS FIGURA entre los grandes artistas del género popular bailable, aunque no se le valore como merece. Al parecer ése es el destino del sonero.