Piden monitorear en cada milpa variedades de maíz
Cuestiona Greenpeace alcance de contaminación transgénica
Ampliar la imagen Circlemakers, grupo de diseñadores profesionales del Reino Unido, dibujó un signo de interrogación gigante sobre un cultivo de maíz, en Oaxaca Foto: Reuters
La organización ecologista internacional Greenpeace demanda al gobierno federal monitorear "estado por estado y milpa por milpa" las variedades de maíz criollo para comprobar si están contaminadas con maíz transgénico.
Greenpeace y Circlemakers, grupo de diseñadores profesionales de figuras del Reino Unido, dibujaron un signo de interrogación gigante sobre un cultivo de maíz en Oaxaca, estado en el que hace cinco años se detectó la contaminación de maíz nativo por variedades transgénicas procedentes de Estados Unidos.
Este signo de interrogación busca sembrar la duda sobre el alcance de la contaminación genética del maíz en México, ya que, hasta el momento, no se cuenta con un diagnóstico nacional de este tipo de contaminación.
Con este diseño, que mide más de 4 mil metros cuadrados, la organización ecologista Greenpeace llamó la atención de las autoridades mexicanas para que realicen un monitoreo exhaustivo y así establezcan el grado de contaminación genética que existe en el país para tomar las medidas pertinentes que acaben con este problema.
Según el grupo ambientalista, las empresas trasnacionales ejercen una fuerte presión sobre el gobierno federal para que se permita la siembra de maíz transgénico en México, por tal motivo, Greenpeace envió desde Oaxaca un mensaje demandando que se realicen estos monitoreos, instrumento fundamental del régimen especial de protección de maíz que establece la Ley de Bioseguridad, y que hasta la fecha no ha sido desarrollado.
Asimismo, advirtió que las siembras experimentales que las industrias buscan realizar en México son el primer paso para que las corporaciones trasnacionales comercialicen y siembren sus semillas patentadas en nuestro país.
Por otro lado, señala que mediante una constante presión pública de parte de unos cuantos productores de maíz del norte del país y de funcionarios de los gobiernos locales, empresas como Monsanto, Pioneer o Dow Agrosciences buscan convencer a las autoridades federales de que sus productos son la solución a los problemas del campo mexicano. Sin embargo, evitan mencionar que detrás de las semillas transgénicas están los contratos de uso de propiedad intelectual, la mayor aplicación de pesticidas y los impactos al ambiente.