¿Casa en común o fortalezas asediadas?
Decía hace poco que hay otra forma de enfrentar esta coyuntura de equilibrio catastrófico que no signifique la anulación de ambas coaliciones políticas, la de derecha y la de izquierda. Requiere un enorme esfuerzo de construcción de consensos en la etapa previa a la asunción del nuevo gobierno. Requiere del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) una resolución que convenza a un importante sector de la ciudadanía que los resultados electorales por medio de los cuales se determina a un candidato presidencial como ganador, muestran sustancialmente la voluntad ciudadana expresada el 2 de julio. En cualquiera de las dos hipótesis -sea que se confirme el triunfo de Calderón o se modifique a favor de Andrés Manuel López Obrador- ambos se enfrentan al mismo dilema: resolver las fallas de gobernabilidad a través de un acuerdo oportunista con sectores del PRI o con otros partidos, o avanzar por el sendero de un verdadero pacto histórico que incluya a todos los partidos políticos registrados.
Nada ilustra con mayor plasticidad el dilema anterior que el reciente debate entre los candidatos a gobernador por el estado de Chiapas. Lo reproduzco además como una contribución pedagógica: "Fuiste una imposición, porque el propio gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, me informó que tu eras el elegido", le dice Juan Sabines, candidato del PRD, de Convergencia y del PT, a Alvarez Bodegas, candidato del PRI y del partido verde. Mientras que Alvarez Bodegas le recuerda a Sabines "las cinco veces que me pediste ir a ver a Roberto Madrazo para ver lo de la candidatura". En su turno, Emilio Zebadúa, embebido, acusó a Sabines de ser producto de una imposición del actual gobernador Salazar como candidato del PRD, siendo que 24 horas antes todavía buscaba la candidatura por el PRI. Sabines le espeta: "¿De qué hablas, si abanderabas la candidatura de López Obrador y ahora el presidente de tu partido (el Partido Nueva Alianza) fue el primero que le alzó la mano a Calderón?" No pues sí. Están picudos los candidatos a la gubernatura de Chiapas. Más ahora que renunciaron dos candidatos a favor del candidato del PRI para evitar una "elección de Estado".
Recapitulemos, porque en la algidez y premura del momento se pueden estar olvidando algunos elementos básicos, sobretodo cuando formamos parte de una clase política que parece estar divorciada de lo fáctico. La lista nominal de electores está compuesta, redondeando, por 71 millones de ciudadanos de un total de 103 millones de habitantes en este país. Cerca de 42 millones de ciudadanos votaron el 2 de julio, es decir 59%, con una abstención consecuentemente del 41% de inscritos en el padrón. Aunque son justamente los resultados electorales uno de los elementos centrales del cuestionamiento, tomando como punto de partida el conteo inicial o las encuestas previas al día de las elecciones puede preverse que ningún partido o coalición alcance más de 40% de los votantes, es decir, no más de 24% del patrón y aproximadamente 16% de la población total. Es decir, gobernará auténticamente una minoría, ni siquiera la mayor minoría porque ésta la conforman los abstencionistas.
Para algunos, la lucha de clases la inventó AMLO con su lema ''Por el bien de todos, primero los pobres''. Otros piensan que el verdadero inventor de la lucha de clases fue el presidente Fox con su intento fallido de desafuero. Otros más se aventuran a conjeturar que la lucha de clases se la debemos al creador del spot publicitario ''AMLO, un peligro para México''. Pero no nos olvidemos que el nuestro es uno de los países más desiguales en la región más desigual del mundo. Así es que, independientemente de quién haya inventado la lucha de clases, la desigualdad economica y social es real, no es invento. Un estudio del Banco Mundial concluye que estos altos niveles de desigualdad en el ingreso y el bienestar disminuyen el ritmo de reducción de la pobreza al disminuir el crecimiento y el desarrollo, propiciando un contexto que favorece espirales de violencia y crimen.
¿Qué pretende AMLO con el plantón de Refoma y en general con las tácticas de desobediencia civil? Mantener agrupado al núcleo central de su coalición, bloqueando la posibilidad que algunos de sus aliados o de corrientes dentro del PRD negocíen por su lado con la coalición de derecha. ¿Qué hay de Calderón y su núcleo central con su aparente parálisis frente al activismo del gobierno de Fox a través de la Secretaría de Gobernación, el protagonismo de la profesora Elba Esther Gordillo y la campaña medíática de poderosos grupos económicos? El discurso de "los pacíficos" es una táctica para negociar dentro de la coalición de derecha su propio liderazgo. Son por tanto dos coaliciones confrontadas entre sí, pero con una enorme fragmentación interna. Son coaliciones construídas para ganar unas elecciones, pero con severas restricciones para gobernar.
Se requiere analizar esta coyuntura con otra visión, alejada de crispamiento personalizado y de la sed de venganza. O ambas coaliciones establecen por sí mismas puentes abiertos y transparentes para negociar un pacto histórico que permita gobernar al país por seis años y, al mismo tiempo, otear el futuro mas allá del sexenio, o algunas fracciones de ambas coaliciones van a negociar "en lo oscurito" pactos oportunistas que seguirán desprestigiando a la política y los políticos a los ojos de los ciudadanos. Pero además serán pactos condenados a profundizar la parálisis o de plano llevarnos a la ingobernabilidad. ¿La transición hacia la consolidación democrática o el retroceso a un gobierno de facciones, prisionero de lo peor de las viejas clases políticas y de lo más depredador y cortoplacista de las elites económicas? ¿Casa común o fortalezas asediadas?