Usted está aquí: lunes 7 de agosto de 2006 Opinión Naufraga proyecto de paz de la ONU

Editorial

Naufraga proyecto de paz de la ONU

Tres semanas después del comienzo de la invasión de Israel en el sur de Líbano ­con casi un millar de civiles muertos en el país árabe por los bombardeos aéreos del ejército israelí, gran parte de la infraestructura de carreteras destruida en las inmediaciones de Beirut y en el sur del país, así como decenas de civiles y soldados muertos del lado israelí, víctimas de los misiles de la guerrilla chiíta Hezbollah­, las representaciones de Francia y Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordaron el fin de semana pasado un proyecto de resolución con el cual intentan que se establezca un "cese completo de las hostilidades". El documento ordena a la milicia islámica que "ponga fin de inmediato a los ataques", mientras a Israel le pide que "ponga fin a todas las operaciones militares ofensivas", lo cual le dejaría abierta la posibilidad de continuar con las operaciones "defensivas" para responder ataques de Hezbollah. El texto evita mencionar la palabra "invasión" y mucho menos llama a Tel Aviv a retirar sus tropas del sur de Líbano. En cambio reconoce como condición para un cese al fuego permanente la "eliminación de fuerzas extranjeras presentes en Líbano sin el consentimiento de su gobierno", es decir, un eufemismo para referirse a las fuerzas invasoras. Como era de esperarse ante una resolución en términos de evidente parcialidad a favor de Israel, el gobierno de Beirut rechazó ese proyecto y exigió que se incluya un llamado al repliegue inmediato de las tropas israelíes en el sur del país. El documento será sometido a votación en los próximos días, pero se anticipa que naufragará sin el apoyo de las naciones árabes.

En el fondo, el fracaso de este primer esfuerzo del Consejo de Seguridad de la ONU por frenar las hostilidades radica en que el gobierno de Estados Unidos ­que encabeza las negociaciones en la persona de la secretaria de Estado Condoleezza Rice­ es un innegable aliado de Tel Aviv y no está dispuesto a que la comunidad internacional imponga a ese Estado los límites que no le ha marcado a Washington con respecto a su prolongada invasión a Irak. ¿Cómo exigirle que deje de arrasar poblaciones con bombardeos indiscriminados con el pretexto de que persigue terroristas camuflados entre civiles? ¿Cómo cuestionar la ofensiva militar de los halcones comandados por Amir Peretz si está justificada en la doctrina de la "guerra contra el terrorismo" invocada por el presidente George W. Bush para emprender la destrucción de Bagdad y el resto del territorio iraquí? Israel sigue el ejemplo de Estados Unidos en la cacería de terroristas en aquel país para llevar a cabo su propia campaña en territorio libanés, con la misma desproporción y desmesura en el uso de la fuerza.

Los esfuerzos de las potencias mundiales por encontrar caminos que lleven a poner fin a la crisis actual en Medio Oriente comienzan tarde y entorpecidos por la mezquindad de líderes que demuestran no estar comprometidos con una paz estable y duradera en la región, sino con sus intereses geopolíticos de dominación. Esto beneficia claramente a Israel, cuyo ministro de Turismo Issac Hertzog, en previsión de que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU tardará varios días en aprobarse, declaró que "aún tenemos los próximos días para realizar muchas misiones militares".

Hasta ahora Washington ha evitado incluir al gobierno de Siria en las mesas de negociación; sin embargo, todo parece indicar que no podrá seguir ignorando por mucho tiempo la influencia de Damasco en Medio Oriente, particularmente en este conflicto, no sólo por su extensa frontera con Líbano, sino porque constituye un importante apoyo para la guerrilla integrista Hezbollah y sería el interlocutor necesario con esa milicia que exige el fin de la invasión israelí, así como de la ocupación de las granjas de Shebaa, en el sur de Líbano. Por su parte, Tel Aviv sabe que Siria tiene reclamos históricos que hacerle, por lo que preferiría que se mantuviese al margen. Sin embargo, los bombardeos cada vez más intensos en la frontera entre Líbano y Siria y los reclamos de éste último podrían precipitar su inclusión en la negociación.

Así, aún habrá que eliminar muchos obstáculos del camino hacia la paz en la más reciente crisis en Medio Oriente. Las potencias militares y políticas que tienen en sus manos la posibilidad de lograr un cese del fuego debieran actuar con sensibilidad ante el clamor de buena parte de la población mundial para que esto ocurra lo más pronto posible.

 
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