Usted está aquí: lunes 7 de agosto de 2006 Opinión La ruta de la confrontación

Javier Oliva Posada

La ruta de la confrontación

A partir de la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es un hecho que las tensiones, lejos de disminuir, aumentarán. Y no por sumarme al bando de los pesimistas o catastrofistas, sino porque hasta el momento y sin contar con pruebas en sentido contrario, los contendientes no han evidenciado disposición para el entendimiento. Corresponde, como en cualquier competencia, que el aparente triunfador adopte una postura que reconozca la calidad de su o sus adversarios y sepa y demuestre que el triunfo es tan efímero y circunstancial como la derrota. Incluso, en una actitud así, reconoce que el derrotado pudo ser él mismo.

La cifra de 9.07 por ciento de las casillas es una evidencia muy importante de que hay irregularidades en el proceso de escrutinio y administración de los paquetes electorales. Esta decisión no anula la posibilidad de que el mismo tribunal decida declarar la invalidez de la elección presidencial y con eso obligar a la repetición de la misma. Así es que nos encontramos como sociedad en un doble terreno para la observación y la acción: el que compete a la capacidad, pericia y habilidad de los políticos y sus equipos. Y el que se refiere a la sociedad y sus diversas expresiones de organización desde las marchas y plantones hasta las empresas de medios de comunicación. Ambos espacios, observación y acción, se complementan (o disocian en el peor de los casos).

¿Qué podemos esperar de Felipe Calderón y de Andrés Manuel? De acuerdo con las tendencias y conductas mostradas, una sensible escalada en sus estrategias de enfrentamiento. Sin embargo, en el caso del candidato panista es de donde debiera percibirse una postura de mayor contenido y mesura. Por su parte, el aspirante del PRD, de forma consecuente, deberá persistir en agotar las instancias legales sin incurrir en medidas más severas para influir en el ánimo de la autoridad y la sociedad. No obstante, no abrigamos expectativas de que algo así vaya a suceder. Incluso el presidente Vicente Fox, sin venir a qué ni por qué, participó en una ceremonia militar, el abanderamiento de la sexta brigada de infantería ligera el pasado martes, para recordar lo que todos los mexicanos sabemos respecto de la institucionalidad de las fuerzas armadas. ¿No se les ocurre a los consejeros del presidente otra cosa que el recurso del miedo?

Hace unas semanas, en este mismo espacio, hice algunas reflexiones respecto de la legalidad y la legitimidad del proceso electoral (recibiendo, por cierto, un nutrido número de correos electrónicos criticando la distinción). Nuevamente, la determinación judicial no necesariamente implica el aval de la sociedad, pero, sobre todo, de niveles más que aceptables de credibilidad. La certeza en el acto de la autoridad, la confianza en el trabajo de las instituciones, son aspectos que no se exigen ni se pueden imponer, se observan y perciben por la sociedad en su conjunto. Sin certeza ni confianza en un nuevo gobierno difícilmente se alcanzarán ya no digamos acuerdos, sino simples contactos para intercambiar puntos de vista respecto de la relevancia y oportunidad de los temas de la agenda nacional.

Entramos al último tramo del proceso electoral: la declaración de validez y la expedición de la constancia de mayoría que determina al presidente electo para el periodo 2006-2012. Los partidos políticos tendrán la oportunidad, de acuerdo con sus coordinadores parlamentarios, de iniciar, así sea de manera informal, los contactos para avanzar en el diseño de las prioridades en el primer periodo ordinario de sesiones de la 60 Legislatura. De lo contrario, si enmudecen y paralizan sus acciones y contactos, el tiempo para afrontar el arranque de la siguiente administración será proporcional a la decepción que genere una jornada electoral marcada por la duda en sus resultados.

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