Agua en libros
Hace medio siglo , cuando comenzó a funcionar el distrito de riego de Hermosillo, uno de los más importantes del país, varias investigaciones señalaron los problemas que traería la extracción desmedida de agua y la salinización causada por el agua de mar, pues el distrito se encuentra cerca del litoral. Trabajos posteriores demostraron que lo dicho en ese entonces se convertía en un problema mucho más grave, que pudo evitarse.
El maestro José Luis Moreno Vázquez, de El Colegio de Sonora, lleva tres lustros analizando lo que sucede en tan importante área de riego, hoy en crisis. Su experiencia y la recapitulación que hace del uso del agua en Hermosillo, donde la agricultura ha sido pilar del crecimiento económico de Sonora, así como la actividad que demanda más agua, la cual se extrae del subsuelo, hacen de Por abajo del agua un libro de gran actualidad e importancia, dado que en dicha entidad se fraguó la Revolución Verde, la que acabaría con el hambre en el planeta. Para que esa revolución tuviera éxito necesitaba agua, semillas mejoradas, tecnología moderna y crédito, entre otros insumos. Pero el hambre y la desigualdad rural continúan y lo que narra Moreno en su libro es la mejor muestra de cómo un recurso natural de la nación terminó en manos de varias poderosas familias.
La apropiación de un bien público se une a su utilización irracional, al grado de que hoy el manto de extracción se encuentra a más de 100 metros bajo el nivel del mar y sufre una invasión de agua salina en varios kilómetros de franja costera. Así, lo que prometía ser una salida exitosa para la producción comercial, en beneficio de ejidatarios y propietarios privados, terminó marginando a los primeros, en menos área sembrada y en una crisis de la agricultura y el agua. El gobierno del cambio conoció a tiempo lo que pasaba en Sonora, pero nada hizo, aunque lo prometió, por cambiar el modelo de apropiación y mal uso del recurso hídrico.
Pero si en el agro rico el signo es el deterioro, en las ciudades las cosas son igualmente inquietantes. Así lo demuestran diversos estudiosos que integran La gestión del agua en México, obra que acaba de editar el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, coordinado por David Barkin, quien lleva décadas investigando lo que sucede en el sector agrario.
Barkin logró que varios especialistas mostraran lo que sucede en la zona metropolitana de Monterrey, Guadalajara y México, en los estados de Michoacán y Tabasco, así como en las ciudades de Saltillo, Hermosillo, San Luis Potosí, Aguascalientes y Tijuana. La lectura de los 16 trabajos incluidos en el texto permite comprender el porqué de la crisis generalizada de los sistemas de abastecimiento hidráulico en el país. Aunque el gobierno presume de que el agua potable llega a casi 90 por ciento de la población, con frecuencia se trata de un líquido de mala calidad, que afecta la salud de la gente más pobre, la cual se ve obligada a gastar en agua embotellada. De ahí se explica que la actividad que más dinamismo muestra en el país -que es a su vez la mejor expresión de cómo con el apoyo del gobierno un bien natural termina en manos de la iniciativa privada, trasnacional y local- sea el embotellamiento de agua.
Hace dos meses, los comuneros de San Felipe del Agua, Oaxaca, dijeron que dosificarían el volumen de agua que proporcionan a esa ciudad y que proviene del río ubicado en dicha comunidad. Sostienen que la dependencia encargada de administrar el líquido favorece a la zona residencial y a los hoteles, mientras castiga a los comuneros: a los pobres. Sobre éste y otros problemas, don Silvano Juan Pérez lleva más de 20 años entregando propuestas de solución a las instancias oficiales, cuya respuesta ha sido el silencio, a la que don Silvano responde con un libro de reciente publicación: Solución al problema del agua en la ciudad de Oaxaca y Valles Centrales, en el cual ofrece un panorama, nada alentador, de la crisis hídrica en esa parte de México.
De la lectura de estas tres obras se concluye que el problema del agua comienza en las instancias oficiales, pero también radica en la desidia de la población, que no exige el fin del modelo privatizador vigente que promete continuar Felipe Calderón.