Producida por el alemán Franz Abraham, la protagonizará la mexicana Eugenia Garza
Aída monumental en fuego tendrá su estreno mundial en México
La obra de Verdi, en Monterrey el 21 de septiembre y en el Auditorio Nacional del 26 al 29
Ampliar la imagen En la obra participan alrededor de 300 artistas, entre bailarines, solistas, coro y orquesta
Berlín, 1º de agosto. La inspiración para poner en escena la ópera Aída, de Giuseppe Verdi, le llegó al productor alemán, Franz Abraham, director de Art Concerts, por medio de un telegrama de París que contenía una palabra: fuego. Ese arcaico símbolo de vida y destrucción acompaña, a través de efectos pirotécnicos, la inmortal historia de Aída, una princesa enamorada convertida en esclava, en cuya tragedia están mezclados celos, traición y muerte en medio de una guerra entre dos naciones vecinas.
En las afueras de Munich tuvo lugar el prestreno de la ópera Aída monumental en fuego, ambiciosa producción internacional que tendrá su estreno mundial en la ciudad de Monterrey el próximo 21 de septiembre para después continuar una gira de casi seis meses con 67 estaciones alrededor del globo. Franz Abraham asegura que se trata de la gira operística más ambiciosa de todos los tiempos y espera ingresos por venta de boletos de por lo menos 25 millones de euros durante la primera temporada.
Para lograrlo fueron construidos dos escenarios idénticos con dos repartos completos que pueden alternarse. "Con ello podemos actuar 28 veces en un mes, lo que reduce nuestros costos por ciudad y nos permite actuar en ciudades más pequeñas", dice Abraham en conversación con La Jornada.
Aunque parece una gira forzada, la mejor garantía la ofrece su producción de Carmina Burana, de Karl Orff, que ha alcanzado 150 representaciones y ha sido vista por 800 mil personas desde que fue puesta en escena en 1995. En México se vendieron 45 mil boletos durante las tres presentaciones que hubo en el Auditorio Nacional, lo que motivó ahora a llevar el estreno de Aída.
Ilusión exótica
La dirección escénica estuvo a cargo del músico neoyorquino Joseph Rochlitz, quien se atuvo a las convenciones siguiendo la tradición operística italiana para la puesta en escena. Sin embargo, Rochlitz, que ha trabajado con innovadores cineastas, como Ridley Scott y Jim Jarmush, consideró esencial ensalzar la ilusión exótica, arquetipo de esta obra operística monumental, echando mano de tecnología moderna. Los conocedores del género y el público en general encontrarán un exotismo egipcio flameante exaltado por los efectos pirotécnicos y videoproyecciones gigantes. Además, la coreografía de gran movimiento, embellecida por el llamativo vestuario de solistas, bailarines y miembros del coro, recuerda a veces la dignidad estatuaria de las deidades egipcias, con las brillantes y dramáticas arias propias de Aída. El canto quedó en el centro de la pirotecnia, sobre todo en uno de los pasajes más emblemáticos, Gloria a Egipto, que recibió una larga ovación del conmovido auditorio.
En la obra participan alrededor de 300 artistas, entre ellos bailarines, solistas, coro y oquesta. El papel de Aída será interpretado por la soprano regiomontana Eugenia Garza. Una coincidencia feliz, dice Abraham: "Escuchamos a 70 solistas y a 20 coros y Eugenia nos encantó". En Munich el público ovacionó a la primadonna rusa Ludmila Magomedova en el papel protagonista, igual que al tenor colombiano Ernesto Grisales como el general egipcio Radamés, enamorado de Aída. "La gente no sabe lo difícil que es salir desde el principio a cantarle el celeste a Aída", subrayó Grisales tras la presentación. "Hay que controlar cada frase, cada agudo, cada continuación del recitativo."
Imponente escenografía
La magnífica escenografía fue realizada por el arquitecto italiano Pier' Alli, del Teatro de la Scala de Milán. Al centro construyó una imponente pirámide de 10 metros con una escalinata que alude a las sepulturas egipcias y ofrece gran posibilidad de movimiento a los solistas, bailarines y miembros del coro. En el fondo, una proyección en constante movimiento representa templos y pirámides con inscripciones y jeroglíficos que narran historias de faraones y de guerras. Esta proyección intenta replicar las majestuosas pinturas de los sepulcros egipcios, no en balde utilizadas en el debut de Aída en 1871 en El Cairo.
Uno de los socios de Abraham es el productor francés Gerard Drouot, quien destinó un millón de dólares para la puesta en escena. Tras el prestreno en Munich, Drouot se mostró complacido con el resultado, que calificó de "superior a sus expectativas". En conversación con La Jornada aseguró que estará en el estreno en Monterrey. El empresario galo llevará la ópera a 40 ciudades de Francia y confía en que recuperará su inversión. "No tenemos ningún subsidio, así que tenemos que vender boletos."
Habrá seis presentaciones en México, promovidas por Ocesa. Después de su estreno mundial en Monterrey el 21 de septiembre, será llevada a Gómez Palacio y posteriormente a la ciudad de México para ser escenificada en el Auditorio Nacional del 26 al 29 de septiembre. Luego prevé continuar su gira por Brasil, Argentina y Chile y seguir su ruta a través de distintas ciudades de unos 25 países europeos.
Fascinación por la tierra de los faraones
La ópera italiana había conquistado el mundo cuando en 1869 fue inaugurado un Teatro de la Opera en El Cairo, que fue a la vez el marco musical de las festividades por la apertura del canal de Suez. El virrey egipcio, Ismael Pasha, había encargado a Giuseppe Verdi componer una ópera con elementos egipcios para la ocasión. Sin embargo, fue su ópera Rigoletto la que fue interpretada en el teatro, pues Verdi se mostró reticente aunque al final aceptó. En una carta a su amigo Giuseppe Piroli, en julio de 1870, el compositor italiano reveló que no iría personalmente para su puesta en escena por temor "a acabar momificado". Impuso duras condiciones, entre ellas el pago de 150 mil francos franceses, una fortuna para la época. "Si alguien me hubiera dicho hace dos años que escribiría para El Cairo, lo hubiera tildado de loco, pero ahora veo que el loco soy yo", escribió.
Aunque Verdi compuso la música en cuatro meses, la guerra franco-prusiana obligó a posponer el estreno hasta diciembre de 1871, año en que la monumental escenografía pudo salir de París. Dos meses después de su estreno fue interpretada en el Teatro de la Scala de Milán y la ovación fue tan clamorosa que Verdi salió 32 veces al escenario.
Pronto le siguieron otras estaciones en Europa y el resto del mundo. La obra coronó musicalmente la fascinación que provocaba la tierra de los faraones, cuando los espectaculares hallazgos arqueológicos al margen del Nilo habían desatado una egiptomanía en el viejo continente. Verdi cimentó su fama internacional con Aída, la ópera más moderna y dramática de su repertorio, que sigue cautivando 135 años después de su estreno en El Cairo. El triángulo amoroso entre Aída, Radamés y Amneris es considerado el más poderoso en el mundo operístico.