Una fuente confiable de energía
La transformación de materia vegetal en combustible se considera la fuente energética más cercana a los combustibles fósiles
Ampliar la imagen Zafra en la huasteca potosina. Uno de los riesgos de la energía de biomasa es que se destruyan bosques tropicales para convertirlos en tierras de cultivo, lo que lleva a la deforestación y erosión de los suelos Foto: Archivo La Jornada
Ante el aumento de los precios del petróleo, los países del mundo ven a la biomasa como una fuente de energía alternativa confiable. La transformación de materia vegetal como árboles, pastos o cosechas agrícolas en combustible para el transporte o para generar electricidad se considera la fuente de energía más cercana en su clase a los combustibles fósiles. Cada vez se toma más en cuenta como la energía del futuro que, a diferencia de la solar, la eólica y la derivada del agua, no depende de elementos impredecibles.
Las perspectivas son excelentes: la biomasa sería capaz de producir 9% de la energía primaria global y satisfacer 24% de las necesidades de electricidad para el año 2020, de acuerdo con un reporte de WWF, grupo ambientalista, y la Asociación Europea de Biomasa.
Algunos países como Brasil, Malasia, China e Indonesia están cambiando de manera veloz. La energía de biomasa representa 30% de la producción local de energía primaria de Brasil y suministra energía a las industrias de cerámica, acero y papel.
EU, en un intento de reducir su dependencia de fuentes no seguras de petróleo, como Medio Oriente, ha invertido en el sector; de esta forma, de acuerdo con el Departamento de Energía, la biomasa constituye la fuente de energía renovable más importante. A esto contribuye que los cultivos para biomasa pueden también proporcionar ingresos a los granjeros estadunidenses.
Europa ha sido relativamente más lenta en adoptar la energía de biomasa y sólo 4% de las necesidades de la UE son cubiertas por esta fuente. Un lineamiento de 2003 sobre biocombustibles tenía como finalidad remplazar 5.75% de la gasolina y diesel utilizados en el transporte para 2010. La tardanza en dar respuesta a éste y otros objetivos provocó que la Comisión Europea publicara el año pasado un plan de acción, en el que se define el potencial de la biomasa. El plan mostraba también cómo la biomasa podría reducir la dependencia de la energía importada, disminuir las emisiones de gases de invernadero y proporcionar empleo en un nuevo tipo de industria.
Alemania, Suiza y Francia constituyen la vanguardia en el uso de biocombustibles, en tanto Dinamarca se ha comprometido a utilizar energía de biomasa para algunos de sus requerimientos de calefacción y fuerza motriz. Existe también la tentativa de sustituir, en Europa, la semilla de colza y la remolacha como cultivos para biocombustibles por cultivos de ''segunda generación'', como ciertos tipos de pastos más eficientes.
El ingreso de Bulgaria y Rumania a la UE se ve como la oportunidad de una mayor expansión de la industria de la biomasa, en virtud de que cada uno de esos países tiene 0.7 hectáreas de tierra agrícola per cápita, en comparación con 0.4 del resto de la UE, de acuerdo con el plan de acción.
Sin embargo, aunque los grupos ambientalistas apoyan la energía de biomasa y los biocombustibles, están interesados en ver que esta fuente de energía se explote de manera sustentable. ''La comisión ha mencionado la sustentabilidad en su plan de acción, pero cuando la menciona es de manera muy vaga'', dice Jean-Philippe Denruyter, funcionario de política climática y energética de la WWF. ''Estamos hablando ahora con personas de la comisión para garantizar que haya un organismo adecuado que asegure la sustentabilidad."
Uno de los inconvenientes de la energía de biomasa es la destrucción de bosques tropicales para convertirlos en tierras de cultivo, lo que conduce a la deforestación y la erosión de los suelos. El uso de pesticidas dañinos para el medio ambiente puede contrarrestar los beneficios ambientales. Hay cálculos complicados acerca de la cantidad de energía derrochada en producir ciertos cultivos o para transportarlos, antes o después de procesarlos. En ciertos cultivos podría no haber una reducción importante de los gases de invernadero en comparación con el uso de combustibles fósiles, advierte Denruyter. Existen también preocupaciones de índole social acerca de la utilización del trabajo infantil y los derechos laborales en aquellos países en desarrollo que decidan producir cultivos para biocombustibles con la intención de exportarlos.
Este año, la comisión informará sobre la implantación de la directiva de biocombustibles y atenderá estas cuestiones de sustentabilidad.
Los grupos ambientalistas desean que la UE siembre los cultivos apropiados y convierta a la biomasa en una vía sustentable. Pero también desean que el bloque presione a otros para garantizar que esta fuente de energía no se vea de manera indiscriminada como la mejor alternativa para los combustibles fósiles, sino que se le utilizace como forma de reducir las emisiones de gases de invernadero. ''Deseamos ver que Europa se convierta en el conductor de la producción sustentable de biocombustibles'', dice Denruyter.
Esto implicaría no sólo verificar que los productos de biomasa y los biocombustibles que Europa importe estén certificados y sean sustentables, sino trabajar con las naciones en desarrollo que consideran adoptar esta industria para garantizar que se respeten ciertas normas. Los países que podrían tener excelentes condiciones para sembrar cultivos tropicales, como caña de azúcar, serán parte de esta industria, y la UE debe vigilar los beneficios para el medio ambiente, sostiene Denruyter. ''No es una nueva oleada de colonialismo, sino una forma de asegurar la sustentabilidad'', afirma.
FUENTE: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya