Usted está aquí: domingo 30 de julio de 2006 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

El precio de la servidumbre

El proceso electoral no ha concluido. El tribunal tendrá que declarar válidas o no las elecciones del 2 de julio y, en el primero de los casos, procederá a declarar presidente electo. La decisión del tribunal es inatacable. Pero el voto soberano de los ciudadanos dio su mandato ese domingo. El miércoles 5 se cotejaron las actas en las cabeceras de los 300 distritos electorales. No se trata de hacer de cuenta, sino de cómo se hicieron las cuentas. El resto es silencio.

Truenos de estío , balbuceos de los incondicionales de ambos bandos a partir de las palabras de Andrés Manuel López Obrador y la reacción de Felipe Calderón Hinojosa: Respeto a las instituciones, pero el ganador soy yo. A partir de ahí expresiones de impotencia y manifestaciones de peligrosa incompetencia. Todo candidato tiene derecho a impugnar, a acudir ante el tribunal electoral con sus quejas y aportar pruebas de presuntos agravios. Vale.

Pero llevar el litigio a los medios y acudir al recurso de las manifestaciones masivas, de las protestas organizadas como teatro de lo absurdo y caja de resonancia para la rebeldía cívica, pacífica y respetuosa del marco del derecho -así lo dicen- conduce a la violencia verbal y física; a retomar la coacción y las concesiones poselectorales que marcaron la hora póstuma del priato tardío. Inatacable será la resolución del tribunal. Por lo pronto, queda el prestigio del IFE en entredicho y el sexenio del despilfarro de capital político, del extraordinario ingreso petrolero y del monto vergonzoso de las remesas de emigrantes, malgasta la credibilidad y legitimidad de instituciones que hicieron posible la pluralidad democrática y la alternancia misma.

Y el México de la vergonzosa desigualdad económica se refleja en el espejo del poder mediático: partido en dos, fracturado; artificiosamente pintado de azul y de amarillo electorales. Como si en el norte rico no hubiera indios, ni pobres urbanos y rurales marginados de la promesa deslumbrante del progreso en la era del conocimiento. Como si en el sur pobre no hubiera ricos, fortunas de leyenda, castas divinas, empresarios y gobernadores salidos de las páginas del México Bárbaro de Turner. Visión del México profundo como el charco de las ranas pidiendo rey. En Morelos, donde debieran resonar los sentimientos de la nación, se oye el sordo rumor de la corrupción y la estulticia:

De espaldas al litigio electoral, los pobladores de Anenecuilco se yerguen para oponerse a la turbia intención gubernamental de convertir las tierras que defendió el calpulelque Emiliano Zapata en un vil tiradero de basura. "Relleno sanitario", dice la tecnoburocracia. A eso quieren reducir la Raíz y razón de Zapata. Los pobres y la pobreza son recurso retórico; filantropía en ausencia de una política social de Estado: salud, educación, empleo y salarios dignos. La pluralidad dice y se desdice, pero las minas vuelven a ser para los encomenderos que cierran fuentes de trabajo, despiden a los sindicalizados y contratan a otros sin prestaciones, sin seguridad social.

"A la impotencia humana para gobernar los afectos la llamo servidumbre", dice Spinoza. En ese amargo trance nos tiene la atracción hipnótica de la campaña del movimiento continuo; las declaraciones sin fin a las hojitas parroquiales y los grandes medios de comunicación global: el presidente soy yo. Formidable contienda, dicen, choque de "dos proyectos de nación". Cruzada contra los infieles en la Secretaría de Gobernación del Estado laico mexicano que propone la mediación del cardenal Rivera, arzobispo de México. Se salen de madre los ríos: el Macabeo abajeño que convocó a "hacer una revolución como la Cristera" proclama en Veracruz que hoy, hoy, se ha hecho realidad el ideal juarista de un México regido por la ley, democrático y orgulloso de sus instituciones.

Evocar a Juárez y declarar que Miguel Hidalgo, José María Morelos, Melchor Ocampo y Guillermo Prieto son ejemplo de dignidad y de honestidad. Vicente Fox lo dijo en Veracruz, en el recinto de la Reforma, en la conmemoración del 147 aniversario del Registro Civil, la obra de Juárez que desató la ira de la clerigalla que defendía sus fueros y privilegios. En el acta de nacimiento comienza el Estado laico. El rapto juarista de Vicente Fox ante el gobernador Fidel Herrera Beltrán obligó a recordar las brigadas oaxaqueñas del Registro Civil, y el acuerdo de Fox y Herrera Beltrán con el gobernador Ulises Ruiz para emprender las obras que enlazarán Coatzacoalcos y Salina Cruz.

En Oaxaca ya nadie pregunta qué harán cuando no tengan a los bárbaros. No es plaza sitiada sino entidad dejada a su suerte. Tendría que haber intervenido el Senado de la República para aclarar si desde el centro se ha violado el pacto federal. Para colmo, como medida electorera para desmantelar un aparato que se suponía capaz de dar un millón de votos al candidato del PRI. "A moro muerto, gran lanzada". Ya ni para eso hablan de Roberto Madrazo. Pero Oaxaca es muestra de la levedad penosa de los tránsfugas: Diódoro Carrasco, priísta, gobernador y secretario de Gobernación con Zedillo en la entrega del poder, será senador en un escaño del PAN; Gabino Cué su valido, presunto causante del pleito con José Murat y Ulises Ruiz, también será legislador, pero en la bancada del PRD. Deslumbra y desconcierta a los del rayito de esperanza el encuentro cordial de Ricardo Monreal y José Murat.

Felipe Calderón no deja carta sin respuesta; reacciona a todo accionar de López Obrador. Confía en el tribunal, pero dice: "México no tiene tiempo que perder y yo no me voy a quedar sentado esperando". Y el movimiento continuo lo lleva a parafrasear a Juárez: "Entre los mexicanos, como entre las naciones, el respeto al derecho de todos, el respeto a la legalidad, el respeto a las instituciones es la paz; en el campo, en la política y en todos los órdenes de la vida nacional". El derecho de todos en lugar del derecho ajeno. Y yo que creí insuperable lo de Andrés Manuel López Obrador con la honrada medianía y lo de la victoria donde Juárez dijo: "El triunfo de la razón es moralmente imposible."

Ayer recibió el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a Horacio Duarte, Ricardo Monreal y Arturo Núñez, todos designados por Andrés Manuel López Obrador. Hoy tendrían audiencia César Nava y Germán Martínez Cázares, quienes encabezan el equipo encargado de la defensa jurídica del candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa.

Hoy domingo, un millón de cabales marchará del Museo de Antropología al Zócalo en demanda del recuento total, anhelantes de escuchar a Andrés Manuel López Obrador proclamarse presidente de México por voluntad del pueblo. Y millones esperan en silencio lo que dirá el tribunal.

"A la impotencia humana para gobernar y reprimir los afectos la llamo servidumbre; porque el hombre sometido a los afectos no depende de sí sino de la fortuna, bajo cuya potestad se encuentra de tal manera que a menudo está compelido, aun viendo lo que es mejor, a hacer, sin embargo, lo peor." (Etica de Spinoza).

 
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