Usted está aquí: sábado 29 de julio de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

La famiglia de Los Pinos

Fox defiende a la señora

El PAN del Felipillo se deslinda de los hijos de Sahagún

Las rebanadas del pastel:

Estaba Don Vito Corleone reunido con los jefes de las otras cuatro familias de la mafia neoyorquina, cuando a ellos advirtió (palabras más o menos): "esperaba que viniéramos aquí y razonáramos juntos. Soy un hombre sensato que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para encontrar una solución pacífica a nuestros problemas. Mi hijo mayor fue asesinado y el menor está fuera del país, acusado de un crimen que no cometió. Me comprometo a compartir los negocios de mi familia, pero soy un hombre muy supersticioso: si algo le pasara a Michael que está por regresar, si un desafortunado accidente le sucede a mi hijo, si un policía le dispara en la cabeza, si mi propio hijo se cuelga en la cárcel o si le cae un rayo, entonces voy a culpar a algunos de los reunidos en este sitio. Y eso, no lo perdono".

Es una de las mejores escenas de la película El Padrino (Coppola-Puzzo), la cual concluye con el apretado abrazo que los jefes de las cinco famiglias mafiosas neoyorquinas se dan entre sí como preámbulo de la guerra a muerte entre ellas.

Millones de copias de la novela (1969) y la película (1972) se han vendido a lo largo y ancho del planeta, y todo indica que Martita Sahagún fue una de las primeras en leerla y ver el film. Ya instalada en Los Pinos como esposa del Presidente de la República, parece que la Diva de Zamora desempolvó el libro, le dio un repasón a la película y decidió que era el momento de proceder en consecuencia, porque ha actuado justo a tono con el diálogo con el que inicia esta entrega, especialmente en torno a los negocios de sus cachorros.

Como Don Vito --guardada toda proporción y sin ánimo de ofender al señor Corleone-, la Diva de Zamora no perdona que un rayo legislativo cayera encima de sus hijos, consecuencia del tráfico de influencias, la frivolidad, los excesos e imprudencias cometidos y presumidos por quienes seis años atrás no tenían ni para medianamente mantener un ritmo clase mediero de vida, y hoy ostentan propiedades y festines en Houston, aviones de lujo y sus jugosos contratos con instituciones públicas, cuya deuda -con o sin su consentimiento- pagan todos los mexicanos.

Don Vito estaba dispuesto a ceder en prácticamente todo, con tal de que no le apestaran sus negocios ni dañaran a sus cachorros. Dando y dando era la consigna, y Martita ha hecho algo similar: subió a Vamos México y al carro del "cambio" al México bonito, al México influyente, para que -dando y dando, que los contratos públicos son una incuestionable moneda de cambio- nadie le apestara sus negocios ni dañara a sus cachorros.

Tal vez rememorando la citada escena de El Padrino, Martita Sahagún se reconoció como una mujer supersticiosa (otros dicen que se vio en el espejo) y al diputado Jesús González Schmal (quien preside la comisión legislativa que investiga los negocios de los cachorros en el sexenio del "cambio") simple y llanamente le advirtió: "miente, porque cree que bajo el amparo del fuero se puede andar por la vida actuando con impunidad y sin el menor sentido de lo que significa la responsabilidad y la honestidad. No satisfecho con afectar la imagen y honra de mis hijos, ahora dirige sus sucias palabras hacia mi persona. Señor González Schmal: su fuero tiene un límite. Espero que confirme sus dichos cuando el fuero se le acabe, porque junto con mis hijos seguiré defendiendo, en ejercicio pleno de los derechos que me otorga la Constitución, el buen nombre de mi familia. Además, quiero dejar bien claro ante la opinión pública que responsabilizo en forma directa al señor González Schmal por cualquier daño físico o moral del que puedan ser víctimas mis hijos y mi familia. Sus mentiras han rebasado los límites y los están poniendo en condiciones de vulnerabilidad y de riesgo".

Atrabancada, la Diva de Zamora acusa que a instituciones públicas y sus representantes de meterse en su vida privada, cuando lo único cierto es que en estos seis años lo mejor que Martita ha hecho es hacer pública su vida privada. No puede quejarse. Fue tan grande su ambición, que ella misma la desnudó, y ahora la presenta tal cual, sin Chanel, sin Vuitton.

Asegura actuar "como ciudadana", pero para ello utiliza el aparato gubernamental para presionar, chantajear y, sobre todo, difundir en segundos lo que a un verdadero ciudadano de a pie le toma años -telarañas de por medio- en cualquier ministerio público. Millones quisieran ser "ciudadanas" como la Diva de Zamora. Cierto es que a González Schmal se le acaba el fuero, pero a Martita y a sus cachorros también.

Tras ella, el de la microfonitis crónica, el presidente Fox, quien defendió "la dignidad" de su esposa y de la famiglia Sahagún, porque "tienen toda la razón". Eso sí, dijo, "que quede bien claro: no se utiliza el poder del Estado en este asunto, de ninguna manera" (habló en gira presidencial, en su calidad de jefe del Ejecutivo; habló el vocero de Los Pinos, en Los Pinos, y habló Martita en Los Pinos y utilizando la infraestructura de Los Pinos).

Y el PAN del Felipillo una vez más con los dedos en la puerta: "Es un asunto entre particulares; no intervendremos", dice el jilguero César Nava.

¡Qué famiglia!

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