La historia oficial soslaya esa etapa, deplora el autor, Rodrigo Rivero Lake
En un libro, el intercambio cultural de la Nueva España con Oriente
Nunca fuimos colonia, sino un virreinato, y eso significa que teníamos un nivel superior, dice
Defiende el oficio de anticuario como uno de los eslabones para rescatar obras de arte
Ampliar la imagen Biombo de seis hojas, siglo XVII, perteneciente a la Colecci�n del Museo de Arte de Filadelfia. Imagen tomada del libro El arte namban en el M�xico virreinal, publicado por la editorial Turner. El autor de la obra aborda el sincretismo de la cultura occidental y japonesa FOTO Graydon Wood
El nacionalismo que permea la historia oficial soslaya una de las principales etapas de desarrollo en México: la relación con Oriente, y con ello pasa por alto la importancia que otras culturas tuvieron dentro del arte mexicano, señala el anticuario Rodrigo Rivero Lake, autor del libro El arte namban en el México virreinal, que tiene como eje el intercambio cultural entre la Nueva España y Japón.
Namban significa ''los bárbaros del sur" y es el nombre con el que los japoneses bautizaron a los portugueses, primero, y españoles, después, que llegaron a sus tierras. Namban es el sincretismo de la cultura occidental y japonesa.
Lacas y biombos
En su libro, publicado por la editorial Turner, Rivero Lake se enfoca en dos de las representaciones artísticas: las lacas y los biombos.
Toda esta historia comienza, dice el anticuario e investigador, con un hecho que se ha olvidado en el ámbito oficial: ''Nunca fuimos colonia, fuimos un virreinato, y eso significa que tuvimos un nivel superior.
''La historia oficial nos ha hecho menos. Somos el país del que partió, por órdenes de Hernán Cortés, el primer barco desde las costas del Pacífico para colonizar otras tierras, como las Filipinas."
En la búsqueda y el descubrimiento de la corriente que traería de regreso los barcos, los colonizadores novohispanos tocan Japón y ocurre también la cristianización de la isla y "se comienza a crear una nueva cultura".
Durante la persecución y matanza de japoneses cristianos los únicos perdonados eran los grandes pintores de la escuela namban. Fueron entregados por las autoridades a los franciscanos, que primero los llevaron a Manila y de ahí a México; ''a partir de ahí comienza a cambiar el arte mexicano".
Sin embargo, añade Rivero Lake, esta parte o influencia oriental en la historia y el arte del país casi no se reconoce.
''No sé en qué momento se rompió el orgullo mexicano. La historia oficial del país es un poco nacionalista, entonces, en lugar de buscar la grandeza mexicana decide no hablar de las incursiones de los mexicanos en oriente: México, que es la única colonia que tiene colonias en el mundo, tiene factorías en India, incluso hay una expedición en Camboya donde samurais e indígenas mexicanos ayudan al rey contra una invasión de Siam."
Un poco de identidad histórica
El arte namban en el México virreinal es un primer paso para identificarnos, primero, como un país con gran trascendencia como colonialistas, creativos, exportadores de tecnología. México se convierte en el siglo XVII en axis mundi, que es donde todas las líneas se cruzan, o sea que los mexicanos se estaban moviendo en el mundo.
Por eso -propone Rodrigo Rivero- ''hay que identificar a Hernán Cortés como un padre de la patria que hace expansiones hacia todos lados. Lo malo del nacionalismo es tomarlo en una forma en la cual no vemos más que eso, que es lo que está pasando ahora.
''Lo que necesitamos es un poco de identidad histórica", dice el anticuario, quien defiende este oficio como uno de los eslabones para el rescate de obras de arte, aun cuando en al menos dos ocasiones se ha visto en medio de polémicas: la primera por la acusación de saqueo de un mural peruano y, la segunda, por la venta de un códice.
En el primer caso ''gané en las tres instancias porque actué conforme a la ley de ese país"; en el segundo, ''el códice ni siquiera es mío y al parecer el dueño tiene una deuda con alguien de España, que es quien lo tiene".
El momento no es el mejor para los anticuarios, añade Rivero Lake. ''Está pasando de ser un negocio de caballeros a una cosa de a ver por dónde te pegan. También ha decrecido el interés de los grandes coleccionistas: antes era una actitud de refinamiento coleccionar antigüedades, pero ahora coleccionan relojes, automóviles y cuentas bancarias."