Usted está aquí: miércoles 26 de julio de 2006 Cultura Luces y sombras para un viaje privado por la magia de Le Parc

Más de 12 mil personas han admirado su muestra en el Laboratorio Arte Alameda

Luces y sombras para un viaje privado por la magia de Le Parc

Incluye 40 obras cinéticas del creador, pertenecientes a la Colección Daros-Latinamerica

Oprimir botones o pisar pedales permite recuperar el mensaje del artista o inventar uno propio

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Lumière verticale visualisée-Installation, formada por 63 cortinas de plástico, espejos, madera, metal, cables de metal, dos motores y dos fuentes de luz, es una de las obras cinéticas de Julio Le Parc emplazadas en el recinto de Doctor Mora 7, Centro Histórico Foto: Roberto García Ortiz

La primera vez es desconcertante, la segunda fascinante y la tercera reflexiva. Para apreciar la exposición Le Parc-Lumière obras cinéticas de Julio Le Parc se necesita más de una incursión en las instalaciones del Laboratorio Arte Alameda, en el Centro Histórico.

La muestra, que concluirá el 27 de agosto, incluye 40 obras de la Colección Daros-Latinamerica, Zurich, y cada una invita al espectador a un viaje privado mediante luces y sombras, a oprimir botones y pisar pedales para que algunas cobren vida, a ponerse unos anteojos especiales o tomar unas raquetas de extraños espejos para recuperar el mensaje del artista o inventarse uno propio.

El visitante-espectador-actor es recibido por Julio Le Parc (Argentina, 1928), quien en un video habla de su trabajo, y de ahí basta atravesar una puerta de cristal para entrar en ''un acto de magia", como lo definió aquel sábado una mujer con una gran bolsa de mandado.

La oscuridad de las salas se rompe aquí y allá con cada una de las obras que tienen como elementos principales la luz y el movimiento. Si se pone atención también se pueden escuchar.

Todo se mueve

En esta exhibición, que abarca trabajos realizados por Le Parc entre 1960 y 1999, todo se mueve varias veces: la obra misma en un juego de luces que se reflejan en láminas de metal o acrílico y otra cuando el visitante cambia de posición y la pieza sufre una nueva transformación.

Otras sólo abandonan su estado de quietud cuando se oprime un botón o se activa un pedal colocado en el suelo.

Abre la exhibición Continuel-lumière-mobil (1960-1966), realizada en madera, metal, acero cromado, cuerdas de poliamida y dos fuentes de luz; justo atrás de ese primer panel se encuentra Reliève avec plaques reflechissantes, de 1966, trabajada en cromo, madera, cuadro de aluminio y una fuente de luz.

Pero sin duda la que más llama la atención es Continuel-lumière au plafond (1963-1996), no por sus materiales (madera, acero cromado, cuerdas de poliamida y dos fuentes de luz), sino porque para observarla hay que acostarse en unos sillones: su espacio es el techo del ex convento de San Diego y ex Pinacoteca Virreinal.

Al fondo, rompiendo la oscuridad, está Lumière en mouvement Installation (1962-1999). Ocupa toda la pared y adelanta, igual que Continuel-Lumère cylindre y Continuel-Lùmiere avec formes en contorsions, la sensación-ilusión de estar bajo el agua viendo cómo la luz traspasa el líquido, impresión que se agranda cuando la vista se topa con Lumière verticale visualisée-Installation, formada por 63 cortinas de plástico y espejos.

Para llegar a esta última hay que atravesar una sala donde se encuentran los anteojos, las raquetas con espejos, las cintas que se mueven con un ventilador, las pelotas de ping pong y las tiras cargadas de objetos que se mueven y causan ruidos de diferente tono y magnitud al pulsar los botones.

Ligeti, homenaje no deliberado

Además de la planta baja, las obras del creador argentino radicado en París llegan al coro y el claustro alto, sitio donde se emplazaron piezas más pequeñas.

Al final, Julio Le Parc despide a su visitante con un autorretrato que sonríe por unos instantes para comenzar después una loca vibración. El tampoco se puede estar quieto.

Desde que se inauguró la muestra, el pasado 26 de abril, ha recibido a más 12 mil visitantes y se han realizado actividades paralelas, como la presentación de los Chowchillas, en abril, y el concierto La cellista es una instalación, de Natalia Pérez, quien en su primer recital, el 11 de junio, incluyó en el programa composiciones de Eduardo Soto Millán, Toshiro Mayuzumi, John Cage, Mario Lavista y György Ligeti, fallecido unas horas después en Viena. Homenaje no deliberado a uno de los grandes compositores del siglo XX.

Natalia Pérez ofrecerá otro concierto el próximo 26 de agosto, a las 13 horas, en el Laboratorio Arte Alameda en el contexto del cierre de Le Parc-Lumière: obras cinéticas de Julio Le Parc. El programa anunciado incluye obras de Salvador Torre, Kaija Saariaho, Máximo Viel e Iannis Xenakis.

Además, el recinto ofrece visitas guiadas y talleres para niños.

El Laboratorio Arte Alameda se encuentra en Doctor Mora 7, Centro Histórico.

El horario es de martes a domingo de 9 a 17 horas y el precio de entrada es de 15 pesos, con descuentos de 50 por ciento a estudiantes, maestros y adultos mayores. El domingo la entrada es gratis.

Mayores informes en la página www.artealameda.inba.gob.mx

 
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