Usted está aquí: domingo 23 de julio de 2006 Cultura Resurge el interés por los libros para niños como espacios para la fantasía

No son didácticos ni de mero entretenimiento, señala la autora Marisol Misenta

Resurge el interés por los libros para niños como espacios para la fantasía

Los adultos cargan la literatura infantil de cosas ajenas a los menores: Francisco Hinojosa

JORGE RICARDO

En los recientes 10 años los libros ilustrados para niños han sido revalorados como un lugar para sorprenderse, sentirse cómplices y crecer, al tiempo que conforman un estilo literario donde los textos encarnan verdades con raíces profundas. Ilustraciones y diálogos para disfrutarse en este periodo vacacional que recobran la sorpresa nunca del todo disipada.

A decir de sus creadores, esos ejemplares rescatan historias en las que el sentido "lógico" del tiempo y del espacio se trastoca ante las expresiones naturales del deseo, las frustraciones y las ansiedades de los personajes con aires de inteligencia o ingenuidad natural infantil.

En el estudio Siete llaves para valorar las historias infantiles (Madrid, 2002), la escritora española Teresa Colomer los define como "álbumes" donde texto e imagen se complementan para definir el significado.

Libros casi artesanales, este tipo de literatura abarca todas las edades. "No importa la edad, se les puede empezar a leer en prescolar y continuar en el geriátrico, con igual deleite", señaló el creador y director de la colección infantil Libros- álbum del Eclipse, Istvansch Schritter, premio Octogonal de Honor 2004, otorgado por el Centro Internacional de Estudios en Literatura Infantil y Juvenil de Francia.

Los dibujos de lo cotidiano potencian una imaginación desbordada hacia los sueños; se pasea al lector por dos mundos reales, aunque no reconocidos.

Finalista del Premio Hans Christian Andersen 2006 -el Nobel de la literatura infantil-, la escritora e ilustradora Marisol Misenta, Isol, (Buenos Aires, 1972) expresa que "no son libros didácticos ni de mero entretenimiento, por lo cual no suelen incluirse en las escuelas ni ser muy comerciales, a menos que los maestros o particulares apuesten por algo más innovador".

Oferta en aumento

La venta de literatura infantil representa 50 por ciento del total en el Fondo de Cultura Económica (FCE), editorial que cuenta con la colección A la orilla del viento, una de las más amplias en Latinoamérica.

En 2002, el FCE abrió el sitio para niños www.chicosyescritores.com, con más de siete mil suscriptores en Hispanoamérica y próximamente publicará su nueva serie de libros de ciencias naturales para niños.

La mayor parte de las librerías en la ciudad de México, además, disponen de un espacio especial para leer literatura infantil y se tienen registradas hasta 15 editoriales que publican libros de este tipo, cuyo tiraje nunca es menor a tres mil ejemplares y a veces alcanza los 13 mil; un sólo libro, de Francisco Hinojosa (México, 1954), por ejemplo, lleva más de 200 mil vendidos.

Se trata del cuento La peor señora del mundo, obra que Alejandro Olvera Nieves, de nueve años y participante de la página mencionada, reseña de esta manera: "Vivía en el norte de Tarambul tenía cinco hijos y si sacaban 10 en examen les echaba limón en los ojos igual si sacaban cinco".

Nada de engolamientos

Con otras 20 obras publicadas, Hinojosa explica sobre este estilo de escritura: "el mundo adulto necesita cargar los libros para niños de cosas ajenas a ellos, en especial de valores, pero ellos privilegian la historia, la acción sobre la descripción, el sustantivo sobre el adjetivo; aprecian su atractivo, su interés, sus personajes, sus dibujos.

"Leen historias que les interesen, que estén escritas con un lenguaje directo, sencillo, sin engolamientos prosódicos, que no pretendan darles gato por liebre, valores por cuentos."

Isol señala que "la conjunción de plástica y escritura que se da en el libro tiene una riqueza importante. Los libros tienden a los riesgos pictóricos y poéticos, a desarrollar un tipo de libertad creadora que espero pueda transmitirse y tal vez contagiar a quien lo lea. Me gusta pelearme con los estereotipos, jugar a ver las cosas de todos los días de lugares extraños, que es lo que hacen los niños y la poesía".

Vorágine circular

La atracción que estos libros ejercen se inicia desde la portada; en ellas los personajes se presentan en una vorágine circular de la que el lector también es parte. Y la precisión en el título llamativo: La venganza de la trenza, Cosas que pasan, Julieta y su caja de colores, El trapito feliz, Un lunes por la mañana, El Oso perezoso, El globo...

La ilustración, por su parte, "debe tener una capacidad de expresión propia, generada a partir del texto, al que debe de remitir en todo momento, pero con un discurso estilístico y simbólico autónomo", considera Ricardo Peláez, ilustrador de Historia de un niñito bueno e historia de un niñito malo, un texto de Mark Twain.

Dibujante desde hace 15 años y con 12 libros ilustrados, Peláez sostiene: "un niño es un lector más exhaustivo de una imagen que un adulto y también la ve mayor número de veces", lo cual le obliga a plantear distintos niveles de lectura tanto en la cantidad como en la parte "subjetiva" de la ilustración, "para que se le encuentren novedades una y otra vez".

Agrega que desde hace unos 10 años la ilustración de libros infantiles "está más arraigada, pues se ha comprendido la importancia que tiene la lectura de la imagen en el infante para la conformación de la cultura visual y la apreciación artística de adulto".

Amor por la magia

En América Latina, opina Francisco Hinojosa, se genera gran cantidad de literatura infantil de excelente calidad; "la industria editorial ha crecido al tiempo que los lectores", dice, y reconoce la calidad de autores como Ana María Machado, Graciela Montes, Ligya Bojunga, Vivian Mansur, Silvia Molina, Antonio Malpica y Oscar Martínez, entre otros.

Sin embargo, a veces ilustraciones y diálogos generan rechazo: los dibujos de Vida de perros, de Marisol Misenta, fueron calificados como "sicóticos" por uno de los editores en 1997 durante el concurso A la orilla del viento, organizado por el FCE, donde ella obtuvo mención de honor.

Isol opina que "una pérdida de la racionalidad y de instinto puro puede salvar de muchas neurosis. A veces las cosas son simples y eso es liberador. Creo que el amor por la magia también es parte de esas cosas que no comprendemos, pero que nos gusta soñar, porque nos gusta maravillarnos y vivir todas las vidas que podamos. Y eso no es muy racional ¿verdad?"

 
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