Setenta pesos, salario promedio por jornadas hasta de 12 horas al día en los cultivos
Explotación de jornaleros agrícolas en ranchos de Baja California Sur
Enganchadores engañan a campesinos e indígenas sobre la paga y las condiciones de trabajo
Ampliar la imagen Uno de los 40 ranchos agrícolas de Baja California Sur, donde alrededor de 25 mil jornaleros, la mayoría indígenas, pasan ocho meses del año Foto: Raymundo León
La Paz, BCS, 11 de julio. Cada año, en noviembre, aproximadamente 25 mil jornaleros agrícolas, la mayoría indígenas del sur del país, abandonan sus pueblos para trabajar en los campos de Baja California Sur, donde ganan 70 pesos diarios por jornadas de ocho a 12 horas, en promedio.
En el estado existen unos 40 ranchos exportadores de hortalizas que ocupan mano de obra barata y envían capataces a enganchar campesinos e indígenas, principalmente de Oaxaca, Guerrero y Veracruz, con la promesa de buena paga, transporte y alojamiento sin costo. En la mayoría de los casos los acuerdos son sólo de palabra.
Pero al llegar a su nuevo lugar de trabajo, donde permanecerán hasta junio, los jornaleros y sus familias se dan cuenta del engaño: salarios muy menores a lo ofrecido y condiciones de vida que rayan en la miseria. Los que no hablan español enfrentan mayor desventaja.
A partir de ese momento vivirán en pequeñas casas de lámina y madera, en cuadras polvorientas, donde tendrán que compartir baños y lavaderos, padecerán promiscuidad, infecciones y violencia intrafamiliar.
En campamentos como el de Terrasanta, ubicado unos 40 kilómetros al sur de La Paz, se les imponen reglas para el manejo de los productos. Por ejemplo, no tocar las plantas si se cortan las manos y sangran.
''Lo que importa a los patrones es el producto, no el trabajador'', señaló Ramiro Serna Castillo, ex coordinador del programa de jornaleros agrícolas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), quien considera que la migración interna en el país ''no es visible'' para la sociedad ''y no está en la agenda de los políticos'', a pesar de que los migrantes internos son muchos más que quienes cruzan la frontera con Estados Unidos.
Menciona que cada año se desplazan 15 millones de mexicanos dentro del país; de ellos 3.5 millones son jornaleros agrícolas, muchos de ellos mujeres y niños que sufren constantes violaciones a sus derechos humanos.
A Baja California Sur, precisa, cada año llegan unos 85 mil migrantes; 60 mil se concentran en Los Cabos, donde laboran en los sectores turístico, comercial y de servicios, y 25 mil, entre ellos 2 mil niños, se emplean de jornaleros agrícolas.
El ex funcionario afirma que los jornaleros ''son los olvidados de los olvidados'' en México, pues con frecuencia son tratados peor que en Estados Unidos.
Aquí el pago es de 70 pesos por jornadas hasta de 12 horas; no hay contratos, y cuando existen son colectivos y manejados por la Confederación de Trabajadores de México (CTM), que no los protege pero sí les cobra la cuota. Muchos ni siquiera saben que están sindicalizados.
Un estudio de la Universidad Autónoma del estado explica que el origen de la migración de jornaleros agrícolas a Baja California Sur fue el establecimiento de grandes empresas exportadoras de hortalizas para abastecer al mercado regional.
El diagnóstico Situación de los jornaleros agrícolas en Baja California Sur precisa que el número de trabajadores aumentó de 5 mil en 1994 a 25 mil en 1997, cifra que ha permanecido estable en los 40 ranchos del estado, principalmente en el valle del Vizcaíno y el municipio de La Paz.
Surgen zonas marginadas cerca de polos turísticos de gran lujo
Coordinado por la Sedeso y la Organización para la Investigación del Desarrollo Sustentable AC, el estudio advierte al gobierno que es necesario atender a estos trabajadores, pues los migrantes, la mayoría indígenas, representan entre 6 y 6.6 por ciento de la población del estado, y requieren educación, salud y seguridad social.
Debido a esta corriente migratoria han surgido zonas marginadas y asentamientos irregulares en San José del Cabo, Cabo San Lucas, Loreto y La Paz, donde han aparecido enfermedades que ya se creían erradicadas, como paludismo, cólera, diarreas y tuberculosis, sobre todo entre menores de cinco años.
Un problema grave que enfrentan las instituciones educativas es la falta de actas de nacimiento y otros documentos de los niños jornaleros, lo que impide acreditar sus estudios. Sin embargo, la educación pasa a segundo término ante la necesidad de trabajar.
Aunque la población indígena de Baja California Sur fue exterminada con la colonización, el fenómeno migratorio ha reconstituido este sector. Se calcula que 75 por ciento de los jornaleros son indígenas y casi 3 mil 500 hablan otras lenguas, entre ellas mixteco, zapoteco, náhuatl, popoluca, triqui, amuzgo y tlapaneco.
Según el programa nacional de jornaleros agrícolas, en el estado ya no existían grupos indígenas importantes y por ello no existe infraestructura para atenderlos; no hay maestros bilingües ni organismos públicos o asociaciones civiles que los apoyen.
Sin embargo, tanto la Comisión Estatal de Derechos Humanos como la Procuraduría de la Defensa del Trabajo reportan sólo quejas aisladas de los jornaleros.
Por su parte, el gobierno del estado mantiene la política de ''promover el empleo'' mediante la creación de ranchos agrícolas que generan millonarias ganancias a unos cuantos a costa del trabajo precario de miles.